En ese momento Romeo sintió lo que era el terror, podía sentir como el pa- dre de su novia lo miraba de pies a ca- beza, analizandolo a fondo con la mi- rada mientras que Julieta lo tomaba de la mano para que no estuviera ner- vioso o que le tuviera miedo a su pa- dre, eso lo tranquilizó. Se saludaron, el veía que no le agradaba a su padre, la madre lo recibió con mucho cariño, se sintió en su hogar porque le recor- dó a su mamá. Estrechó la mano como saludo porque no quería que pensa- ran que era un mal educado sin moda- les, el padre no hizo nada. Julieta lo reprochó y le dijo que le tenía que dar mano, el obedeció.
Ella le dijo a sus padres que irían a su cuarto hasta que llegara la hora de ce- nar, Romeo se sintió tranquilo al estar a solas con Julieta.
—¿Puedo respirar?—preguntó Romeo tratando de contener el aire.
—Sí ya podés—le dijo Julieta mien- tras el exalaba, ella se rió.
—Que bueno—dijo Romeo y empe- zó a mirar todo lo que tenía Julieta en su cuarto—. Es lindo.
—Lo es—dijo ella sentándose en una silla.
—Ha—dijo Romeo acordándose—Te traje esto—dijo sacando una caja de chocolate de una bolsa—. Es para el postre—dijo dándole la caja en sus manos.
—Gracias—agradeció su novia—. Voy a llevarla a la cocina—dijo pasan- do tras la puerta.Los padres de Julieta estaban cocinando la cena para la noche.
—Es lindo el novio de Julieta y edu- cado—dijo la madre mientras hacía el puré de papa.
—Sí, parece ser bueno—dijo el pa- dre mientras freía las milanesas.
—¿Parece?—dijo ella volteando se para hablarle—. Por favor Eduardo el es educado y yo veo cuanto quiere a nuestra hija—ella volvió en lo que estaba haciendo.
—Bueno, no te voy a negar que pa- rece buen pibe—en ese momento lle- gó Julieta con la caja de chocolates.
—Papá, mamá, Romeo trajo esto pa- ra la cena—dijo Julieta dejando la caja en la mesa de mármol.
—Que atento—dijo su madre felíz.
—Es considerado de su parte—dijo Eduardo—. En cinco minutos ya cena- mos.
—Está bien—dijo ella y se fué al cuarto.Romeo estaba con su celular viendo videos en YouTube, sentía presión, te- nía que dar la mejor impresión para quedar bien. Terminó de ver el video, vió que Julieta en su mesa tenía una foto con sus padres, ella llevaba una remera con todos los colores del ar- coíris, era LGBT.
—¿Y? ¿Les caigo bien?—preguntó Romeo sentado en su cama mirando desde lejos la foto.
—Sí, mi mamá te adora y mi papá también, perdón si es un poco frío con vos—dijo Julieta susurrándo.Notó que su novio estaba mirando su fotografía.
—No pasa nada, con tenerte a mi la- do me siento bien—dijo tomándola de la mano.
—Esa foto nos la sacamos cuando fuimos a la marcha LGBT—dijo Julieta recordando.Agarró el retrato de plata.
—Te iba a preguntar sobre si tus viejos saben que sos bisexual pero con esa foto ya aclaré todas mis dudas—señaló el retrato sonriendo y después la miró a ella.
—Yo cuando se los dije tuve miedo—Julieta dejó el retrato en su lugar—. Se lo tomaron a bien, me dijieron que sin importar por como sea, por mis gustos, por mi apariencia, por mis opiniones o por mi orientación, nunca me iban a dejar de verme como su hija.
—Suerte que te tocaron unos padres así, no todos tenemos la suerte de te- ner padres que nos acepten o sean amorosos—dijo Romeo recordando a su padre que nunca estuvo presente en su vida.
—Espero que podamos estar siem- pre juntos—dijo ella abrazándolo.
—Sí... Siempre juntos—dijo Romeo un poco triste correspondiendole el abrazo mientras tocaba su espalda.Aún podía recordar lo que le dijo su padre, la boda, cambiar su vida, eso él no lo podía aceptar, ahora tenía una novia, una persona que estaba a su la- do, su amor adolescente, no lo dejaría por nada del mundo, impediría esa boda como sea, pensaba que se lo ten- dría que decir a ella, no le mentiría.
—Julieta tengo algo que decirte—dijo mirándola fijamente a los ojos.
—¿Sí?—preguntó Julieta mirándolo.
—¡A comer!—gritó Sintia.
—Te lo digo después—dijo nervioso caminando con Julieta.
—Ok—dijo ella yendo a cenar con el.
«¿Qué será eso que me tenga que de- cirme? Parece preocupado por algo», pensó ella.
La cena al principio era silenciosa, lo
único que hacían eran comer la comi- da, Julieta decidió hablar para romper el hielo.
—Romeo va al mismo colegio que yo—dijo Julieta agarrando la milanesa con los cubiertos para llevarlo a su
plato.
—Nos conocimos en el baile de más- caras—añadió el y comió el puré de papa que había hecho Sintia la mamá de Julieta.
—Que interesante—dijo la madre mientras se servía jugo—.¿Quieren?—les ofreció jugo a ellos.
—No gracias—dijieron los dos al mismo tiempo.
—Julieta me contó que ustedes vi- vieron en distintas partes del mundo—dijo Romeo mientras cortaba la mi- lanesa.
—Así es, vivimos en Estados Unidos, Francia e Italia—dijo la madre.
—¿De qué trabajan tus padres?—preguntó Eduardo.
—Mi papá es empresario y mamá es ama de casa, está todo el tiempo con- migo—dijo Romeo sonriendo.
—¿Y tu padre no?—preguntó el pa- dre de Julieta.
—Eduardo—le dijo su esposa repro- chándolo.
—Papá por favor—le exigió su hija.
—No pasa nada, estoy acostumbra- do a que el esté ausente en mi vida, desde siempre lo fue y lo va a seguir haciendo—siguió hablando mientras su novia y sus padres prestaban aten- ción—. Mi mamá es la que estuvo
para mí en todo momento, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día de mí vida, ella se encargó de que yo estuviera bien, de sacarme una sonrisa, festejaba mis logros, me ense- ñaba cuando cometía errores, me mostró lo que estaba bien, lo que esta- ba mal, me enseñó a ver la vida con una sonrisa, nunca estuvo ausente en las reuniones de padres del colegio, si estaba enfermo me compraba los re- medios, me cuidaba en invierno cuan- do tenía frío, me tapaba con sábanas y de desayuno me hacía una leche cho- colatada con pan tostado, se encargó de ayudar a personas que no podían pagar el viaje de egresados, también un día cuando me caí de la bicicleta yo lloré porque me había raspado la pierna, ella me puso un líquido para que cicatrizara la herida y pudiera se- guir aprendiendo a andar en bicicleta. Es unas de las personas más valiosas que tengo en la vida, no la cambiaría por nada, sin ella no sería la persona que soy hoy en día.Al decir esas palabras podía ver como Julieta lloraba a su lado sin hacer rui- do, veía como se le caían las lágrimas por sus mejillas.
—Que hermosa historia—dijo Julie- ta sin parar de llorar.
—Me gustan las chicas que lloran ya que ellas son las que saben consolar—dijo Romeo secandole sus lágrimas con su dedo índice—. Es lindo que las personas expresen sus sentimientos, es bueno llorar—dijo mirándola con una sonrisa secándole las lágrimas con un pañuelo.
—Es bueno que tengas sentimientos Romeo, muy pocos hombres son sen-
sibles, también me gustaría tener un hijo—dijo el padre levantándose de la mesa—. Para eso me gustaría que se-
pas que tenés una familia en quien confiar—posó su mano en el hombro de Romeo.
—¿Nueva familia?—preguntó Romeo no pudiendo creer lo que esta- ba escuchando.
—Sí, una segunda familia, para lo que vos quieras podés confiar en no- sotros.
—Sabía que te iba a caer bien—dijo Julieta abrazando fuerte a Romeo.
—Ha Julieta, me asfixiás—dijo el con una sonrisa mientras sentía que le sonaba todos los huesos.
—Lo único que te pido es que si ter- minan o no juntos, cuidala mucho el día en el que no esté.
—Papá Romeo no tiene que ser mi caballero de armadura que me prote- ja, lo puedo hacer por mi cuenta.
—Así es, Julieta es una mujer inde- pendiente y eso es lo que me gusta de ella.
—Bueno—digo la madre levantán- dose—. Ya terminamos la cena.
—¿Y los chocolates que trajo Romeo?—preguntó Julieta.
—Es verdad—dijo Eduardo acor- dándose—. Ahí los busco—dijo yendo a la cocina.
—¿Cuál es tú apellido?—dijo Sintia colocando los platos uno encima de otro para llevarlo a la cocina.
—Mi apellido es Montesco.
—¿Montesco? Que apellido tan pe- culiar—dijo el papá sorprendido.
—Si lo es,soy Romeo Montesco.Cuando terminaron de cenar, Romeo se fue a su casa y se despidió de Julie- ta dandole un beso apasionado.
Cerró la puerta principal, subió las es- caleras y entró a su casa cerrando la puerta de su casa, en ese momento le dijo a su papá:
—Ves, te dije que no es malo, es una persona buena y sencilla—dijo Julieta levantando el mantel para llevarlo a la cocina.
—Sí, lo es pero hay algo malo—dijo el papá y Julieta se detuvo.
—¿Qué? ¿Qué tiene de malo?—pre- guntó Julieta preocupada.
—Romeo es un buen chico, es ama- ble, sencillo, pero es un Montesco—dijo el papá desepcionado.
—¿Y qué tiene con qué su apellido sea Montesco?—preguntó Julieta sin entender nada.
—Será mejor que te lo explique ma- ñana—dijo Eduardo suspiró sintién- dose cansado.
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Romeo x Julieta (versión siglo XXI) (Terminado ✔️, Editando ➕)
RomanceEsta es la historia de dos jóvenes llamados Romeo y Julieta que se conocerán en un baile del colegio y ahí va a nacer una historia de amor que... ¿Terminará en tragedia? ¿O no? ¿Será que esto tenga un final feliz? Lo sabrás si lees esta historia.