Romeo y Julieta (versión siglo XXI)

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Al día siguiente Julieta tenía curiosi-
dad por lo que le iba a decir Eduardo sobre los Montesco, no aguantaba más, quería saber el por que no podía estar con Romeo, se sentó en el sillón blanco del living al lado de su padre, estaba leyendo el periódico mientras que su mamá estaba durmiendo la siesta.
    —Bueno hija te voy a explicar el por que de todo esto—dijo su padre dejan- do el periódico a un lado.
    —Explicáme que estoy lista para sa- berlo—dijo Julieta con valentía sen-
tándose al lado de el.
    —No sé como empezar—suspiró—. Los Montescos y los Capuletos siem- pre fuimos rivales desde siempre.
    —Pero, ¿Por qué los Montecos y los Capuletos no se llevan bien?—pregun-
tó Julieta interrumpiéndolo.
    —Hace seis siglos atrás, los Monte- cos habían atacado al castillo de los Capuletos para que ellos se queden con el poder y controlar el reino—
siguió narrándo—. Todos los Capule- tos habían muerto por los Montescos pero quedó viva una eredera de los Capuletos y fue la única que sobrevi- vió de esa masacre.
    —Pero, ¿Cómo sobrevivió? No enti-
endo—le parecía confuso todo, masa-
cres, un reino destruido por culpa de otro, una sobreviviente, nada le cua-
draba. ¿Acaso la familia de Romeo serían como los villanos de la película? Estaba atónita.
    —Facil, cuando el rey Montesco la iba a matar en ese momento llegó la guardia real de los Capuletos los que pudieron sobrevivir—hizo una pausa—. la salvaron y se la llevaron a un lugar seguro, uno de los guardias le pidió a su amigo si podía cuidar de ella hasta que tuviera catorce años.
    —¿Y por qué hasta los catorce años?—cada palabra que le decía su padre le parecía más confusa que la anterior.
    —Porque a esa edad podía reclamar el trono y recuperar el reino—explicó.
    —Ahhhh—dijo Julieta entendiendo mientras acomodaba su pelo rubio ondulado a un lado.
    —Cuando la chica cumplió catorce  años un día se fue a un baile en el que la gente del pueblo como del reino es- taban invitados para ir al baile real—Julieta agarró una botella de agua de la mesa de vidrio que tenía al frente.
    —¿Y qué pasó? ¿Conoció a alguien especial? ¿Bailó con alguien?—pre- guntó Julieta emocionada.
    —En eso vamos. Cuando entró al castillo era como en los cuentos de hadas, grande, lujoso, con sirvientes, con un apuesto príncipe y sin olvidar a los invitados que estaban vestidos con trajes o vestidos muy elegantes.
    —Guau entonces si era como en los cuentos de hadas—dijo Julieta asom-
brada mientras se lo imaginaba.
    —Si como en los cuentos de hadas,
estaba sola, no hablaba con nadie, viendo como el resto de los invitados bailaba con su pareja excepto ella. Hasta que...
    —¿Hasta qué qué? ¿Qué pasó?—preguntó Julieta que tenía mucha in- triga y después tomó agua.
    —Se pasiente Julieta que a eso va- mos—dijo su padre tratando de cal- mar a su hija de lo anciosa que estaba por saber más.
    —Bueno seguí—dijo ella mientras su padre continuaba contando la his- toria.
    —Hasta que un chico se le acerca... Era el príncipe.
    —¡Ahhh el príncipe!—gritó Julieta emocionada mientras su papá la mira- ba riéndose.
    —Continuando, el príncipe se le acercó a Julieta para invitarla a bailar y ella aceptó, bailaron toda la noche, sentían que tenían una gran conec-
ción cuando se miraban, los dos pen-
saban que ya se conocían desde antes aunque no fuera así.
    —Ella tenía el mismo nombre que yo—dijo Julieta pensando—. ¿Por eso me llamaron Julieta?—preguntó con curiosidad.
    —Se puede decir que sí—dijo su pa- dre acomodándose los lentes—. Tu madre eligió el nombre.
    —Entonces, ¿Fue coincidencia?—preguntó.
    —Puede ser.
    —¿Y qué más?—preguntó Julieta.
    —Se fueron a un lugar del reino que solo el príncipe conocía para estar solos sin que nadie los interumpiera.
Hablaron de muchas cosas, veían las estrellas y la luna juntos en el balcón.
    —¿Cómo te llamás?—le preguntó ella mirando el cielo y después a el.
    —Mi nombre completo es Roberto Benjamín Montesco pero me podés decir Romeo, ¿Y vos cómo te llamás?—le preguntó Romeo acercándose un poco más a ella.
    —Mi nombre es Juliana y mi apelli- do es Capuleto pero prefiero que me digan Julieta—dijo ella sonriendo.
    —Julieta esto te va a parecer algo loco y que solo nos conocemos hace un par de horas—dijo mirando el cie- lo y después a ella—. Pero me gustás desde el primer momento en que te vi y te quiero preguntar algo importan- te, ¿Querés ser mi novia?—le pregun- tó Romeo arrodillándose ante ella y tomándola de la mano.
    —Sí, quiero ser tu novia—dijo Julie- ta y Romeo la besó apasionadamente.
    —¡Hay que lindo! estuvieron solos y se besaron—dijo Julieta siendo muy cursi.
    —Si pero eso no fue todo—dijo el padre serio.
    —Me imagino que después de que se besaran pasó algo malo—dijo ella al ver la cara que puso su padre.
    —Y es porque lo fue, un guardia del reino los descubrió y le avisó al rey sobre el asunto, el rey enojado por lo que escuchó de su guardaespaldas fue directo a donde estaba su hijo con la chica misteriosa y esto fue lo que pa-
só.
    —Benjamín—le dijo su padre—. Como te atrevés a estar con una Capu- leto si te vas a casar con otra chica.
    —¿Qué?—dijo Romeo sorprendido—. Pero yo ambos queremos estar juntos, tenemos que estar juntos—dijo tomando de la mano de Julieta.
    —Lo siento pero te queda completa-
mente prohibido verla, guardias, echenla del castillo—ordenó el rey.
    —Si majestad—dijieron los guarda- espaldas escoltando a Julieta afuera del castillo.
    —No padre, no me podés hacer esto—dijo su hijo quejándose y tratando de seguirla pero no pudo.
    —Los Montescos no tenemos que estar con los Capuletos está estricta- mente prohibido.
    —Sos el peor padre te odio—dijo Romeo corriendo hacía su cuarto pero se detuvo—. El día en el que yo sea rey—empezó a hablar más fuerte —. La gente me va a querer compa-
rando con vos, no pensás en nadie, sólo hacés lo que es por conveniencia tuya.

Se fue a su cuarto desbastado, el no le podía hacer eso, tendría un plan para poder verla una vez más.
    —¿Y cómo sigue esta historia?—preguntó Julieta.
    —Hija es muy larga para que te la cuente en un día completo, otro día te sigo contando.
    —Si nos ponemos a pensar, tiene la misma actitud que el padre de Romeo,
como él lo contó ayer—dijo Julieta analizando.
    —Tenés razón, pero te queda estric- tamente prohibido verlo—le dijo su padre mientras ella se ponía triste pensando en que haría ahora con el.
    —Está bien—dijo ella de mal ánimo y lanzó un suspiro—. Voy a mi cuarto—pero antes de irse le dio un beso en la mejilla a su padre deseándole un buen día en el trabajo y se fue a su cuarto a pensar.

Su padre se sentía mal por su hija, ya no reconocía su cara, ella no podía creer que la familia de Romeo quería destruir la suya. Se sentó en su cama, miró su armario por dos minutos, pensando en que iba a pasar después, ¿Lo volvería a ver en el colegio? ¿Le hablaría? Con solo pensar en eso sintió como se le cae una lágrima del lado izquierdo.

Romeo x Julieta (versión siglo XXI) (Terminado ✔️, Editando ➕)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora