Capítulo 3.

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Fue todo como un remolino gigante en su estómago, en su mente, en su cuerpo en general.

Los ojos de Louis, puestos en él por primera vez luego de mucho tiempo, le gritaban que era un imbécil y que lo odiaba, que aborrecía su presencia allí. Quería gritar, salir corriendo, actuar completamente cobarde, pero, era un hombre de ya veintiún años y debía actuar maduramente, enfrentando la mirada con la verdosa propia y sonriendo, falso cómo él bien sabía.

Recorrió los metros que le quedaban para quedar frente a ese chico, más bien, hombre. Podía ver perfectamente los tatuajes debajo de su musculosa, era blanca y apenas tapaba algo, ajustándose a su cuerpo, que, por cierto, estaba bien entrenado.

Llevaba el pantalón corto rojo del equipo de fútbol del pueblo y Harry quiso, por una milésima de segundo, poder tener esa confianza de antes para abrazarle y felicitarlo por estar en el equipo.

Le sorprendió cuando Louis posó su mano con una gran palmada en su espalda, haciéndolo tirarse un poco para adelante por el impacto. En los labios de Louis había pintada una sonrisa falsa y los ojos seguían destellando ese mismo sentimiento para nada cariñoso.

Harry se sentía indefenso ante Louis ahora; a pesar de pasarle por varios centímetros, a pesar de creerse mejor que todos.

La mano quemó por sobre la tela de su remera, sintió que ese palmada en la espalda fue más que un saludo, fue más bien como un "te golpeo sin golpearte" porque Louis no era del tipo violento, pero si sentía rabia, te lo hacía saber.

—El chico estrella. Hubieran avisado que un famoso estaría pisando Aveley, podría haberme preparado psicólogicamente para esto.

Su voz no era como solía serlo, la voz de un chico de veintitres nunca sería igual a la que tenía a los veintiuno. Ahora era un poco más grave, pero sin dejar ese tono agudo y dulce que tenía.

Pero, claro, el tono que utilizaba hacia él era de todo menos dulce. Podía decirle "bebé" y quizá sonará tan oscuro como palabras satánicas, porque, quizá era imaginación de Harry y su sucia conciencia, pero Louis parecía querer estrangularlo.

Se encontró sin palabras, mirando los ojos azules, cuando controló su ser y respondió.

—Sí, bueno, también debería haberme preparado psicológicamente para los encuentros con campesinos.

Mientras él esperaba otra mirada furiosa, sin sonrisa y, quizá un golpe, sólo oyó la risotada de Louis, era verdadera, una risa real de burla. Louis movió su cabeza de un lado a otro con una expresión de burla y Harry frunció el ceño, molestándose más y más.

—Imbécil...—masculló. Pero la expresión de Louis se ensombreció y supo que lo había escuchado.

Pudo ver los hombros tensarse, los músculos acomodándose debajo de la tela, en una posición total de tensión; pudo sentirse a sí mismo parándose más derecho, irguiéndose en toda su altura, mirando a Louis levemente de arriba.

Elie tomó a Louis del brazo, y le dijo algo en el oído, pero Louis sólo tomó la mano de la chica, sacándola de su agarre y caminando los pocos pasos que quedaban al rizado.

—¿Imbécil yo?

Ojos amenazantes mirando a los verdes, dispuesto a enfrentarlo. Harry torció su sonrisa en sorna y elevó su mentón, entrecerrando los ojos y mirando de arriba a Louis.

No importaba cuánto le llevara de altura, aún así, Louis seguía mostrándose intimidante.

Aún con su fina y respingada nariz, aún con esos brillantes ojos azules escondidos por pestañas castañas, aún con ese cabello alborotado locamente.

—No, me dice a mí, Louis.— Elie casi saltó en medio de ambos, pero ellos aún mirándose. Parecían unos pequeños estúpidos de primaria, cuando se peleaban por cosas tontas y empezaban a pelear a los golpes. 

Harry hubiese deseado no recordar los buenos momentos de su amistad en ese momento porque quedó como un total loco sonriendo abiertamente hacia Louis al recordar su primera pelea. 

Louis frunció el ceño, Elie frunció el ceño y Harry al darse cuenta de lo raro que estaba siendo, frunció el ceño también. Se miraron entre los tres por un momento y Louis y Elie simplemente no lo pudieron evitar y comenzaron a reír.

Ahora el desconcertado era Harry. Con un sentimiento de melancolía naciéndole en el estómago, con un pequeño malestar en su pecho. 

No podía reír, no podía permitirselo. Aún así rompiera su orgullo para unirse a esas risotadas en medio de la calle, él simplemente no podía, porque había algo en él, algo que le hacía unir sus cejas en frustración, dejar caer su sonrisa y sentir el agua salada acumularse en sus ojos. 

Para evitarse la humillación simplemente miró a otro lado y tomó un fuerte suspiro, para volver la mirada a esas dos personas con las que había crecido.

—Me queda poco tiempo. La pintura, Elie, por favor. — su voz rasposa, con el signo del nudo en la garganta. Los dos ojiazules lo conocían lo suficiente, pero ya no podían asegurar qué le pasaba y el porqué de que él esté así. 

 Louis quedó atrás, subiéndose a su camioneta luego de que Elie lo saludara prometiéndole visitarlo más tarde. 

"Son sólo unos días. Son sólo unas mentiras más. Habrá dinero. Habrá cámaras en todos lados. Habrá mucha fama."

Llegaron rápido al lugar, Harry repitiéndose el sacrificio, repitiéndose la recompensa, repitiéndose que debía dejar de ser ese maldito cobarde que siempre fue de niño. 

Parecía increíble como estar más de doce horas en Aveley le había hecho volver a tener actitudes del Harry que era antes. No era ni tan fuerte como para enfrentar su propio pasado, su propio yo anterior, sino que una simple situación con quien era su mejor amigo lo hacía caer, hacía caer a ese Harry; nuevo, moderno, renovado y confiado que él se había convertido, lo hacía caerse en pedazos y dejaba en evidencia al desnudo corazón de un Harry de dieciocho años, ese que él pensó había muerto junto a sus memorias en Aveley. 

Ocupó su mente con la pintura y pagó en efectivo, cuando salió del lugar y se dio cuenta que Elie no estaba más detrás suyo. Ella lo había seguido por un rato, pero cuando se irritó, se fue de allí sin decirle nada al rizado. 

Suspirando hondo y tragándose todo el mal sentimiento, se pintó de orgullo y comenzó a caminar por las calles céntricas de Aveley. 

Reconocía todo ahora, recordaba dónde quedaba su casa, recordaba dónde quedaba la casa de sus padres, la casa materna de Elie, la casa de Louis...

 Pasó por toda la zona céntrica, pasó por la pequeña disquería a la que solía ir cuando estaba demasiado obsesionado con todo el tema de la música, cuando la obsesión empezó.

En cuanto menos se dio cuenta estaba parado justo en frente de la gran casa blanca, con el sentimiento melancólico atrás y dispuesto a mejorar todo en la casa, mejorar toda la farsa que sería su pasado para darle paso al estrellato. 

El documental de Harry Styles. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora