Capítulo 11.

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—¿Qué mierda haces aquí?—Harry pregunta. 

 Zayn mira hacia el hombre con la cámara, ignorando la pregunta, y le hace mala cara. —Eh, amigo. No hay nada que grabar acá, a menos que Harry haya aceptado mi propuesta de protagonizar una porno. ¿Qué te hizo cambiar de parecer, Styles?

Cuando Harry va a quejarse, la puerta de la cocina se abre, empujando a Zayn de golpe. James Turner entra y con una seña de mano le indica al camarógrafo que es hora de irse. 

—No soporto más estar aquí. Tu prima está chiflada y el castañito está como loco. 

Harry lo miró y se encogió de hombros. —Buena vida, cierra la puerta al salir. 

James hizo una cara de disgusto y salió sin decir nada. 

Ahora Harry sólo tenía ojos para matar a su amigo con la mirada, pidiendo una silenciosa explicación. 

—Eso fue duro.

El rizado se encogió de hombros. —Nah. 

Entonces Zayn pareció recordar algo y se acercó a él, con unos pasitos muy poco varoniles. 

—Hablando de duro... estar duro y eso, conocí a tu amigo. —y se mordió el labio inferior. 

Harry se apoyó con ambas manos en la gran mesada de mármol y miró con ojos cansados a Zayn.

—¿Acaso los gays pueden olerse entre ustedes y así identificarse o cómo funciona?

El moreno rió burlándose.  —No, en realidad el pasivo se deja toquetear por el otro en un supermercado, en algunas ocasiones.

El bufido de Harry le dio a entender al moreno que el rizado había captado el mensaje.

—No soy gay, Jesús. Deberías entenderlo de una vez.

Los pasos de Harry se dirigieron a la puerta, para ir a la sala y de alguna forma, hacer que Elie y Liam le saquen a su amigo de encima un rato, por lo menos hasta que pueda bañarse nuevamente.

—Primero, mi nombre es Zayn, no Jesús.—Harry fingió reírse y se puso serio al instante.—Y segundo, aún recuerdo tu primer beso. 

Elie y Liam se dieron vuelta al verlos entrar y Harry pudo ver cómo Liam dejaba de pasarse las manos por el pelo impulsivamente y ahora sonreía, elevando más un lado de sus labios. Dios, él no quería ver a el Liam amigo de infancia estar coqueteando con su mejor amigo.

Zayn levantó una mano y sonriendo, saludó al castaño. Elie miró a Harry riendo. 

—Dios, la tensión sexual me está asfixiando. —el rizado se abanicaba a sí mismo. 

Liam estaba rojísimo y Elie a punto de explotar a carcajadas. 

—Yo creo que lo que te está matando es la falta de actividad sexual, querido. 

Zayn festejó chocando los cinco con Elie y rieron frente suyo. Ellos se habían conocido hace minutos, literalmente, y ya habían complotado en su contra. Harry se preguntó si Zayn había comprado su título de psicólogo, porque era tan infantil y tonto en ocasiones que no podía imaginárselo lidiando con serios casos mentales. 

Elie miró a Harry y le señaló la cocina con la mirada. No sabía si era para dejar a los dos chicos solos a lo que hubiese protestado que ellos podrían follar en el piso, o si era para hablar algo en concreto pero de igual forma la siguió. 

—Hay algo que quería contarte y a la vez es la explicación del por qué tengo ropa de hombre en mi clóset. 

El rizado bostezó. De alguna forma, cuando estaba cansado y no había tenido un buen día (en su caso quizá ni una buena semana) se ponía de un humor insoportable y poco tolerante. —Ajá, rápido que quiero dormir y quizá salga por algunos masajes. Deja el suspenso.

Le llevó un largo suspiro y unos segundos más a Elie decidirse a contarle. No era difícil, ella lo había contando a todos allí ya, es más, le parecía tonto que Harry aún no se haya enterado. 

La noche anterior habían salido en grupo a festejar, Louis podría haberle contado cuando salieron, Liam cuando estuvieron hablando muy cerca. Pero Harry era totalmente ignorante de todo. O quizá, pensó Elie, a él le importaba un comino la noticia. 

—Necesito los papeles de divorcio. Me voy a casar.

—¿CÓMO?—Elie suspiró. —¡¿CUÁNDO, DÓNDE, QUÉ CARAJOS?!

—Resumiendo y tratando de responder todo eso: el próximo fin de semana, en la iglesia, luego la fiesta en el único salón de fiestas que hay, qué obviedad y no lo sé, te fuiste, te superé, me enamoré y eso. —Harry seguía mirándola sorprendido. —Entonces... ¿los papeles?

Harry dudó antes de responder, claramente no recordando dónde estaban. Luego chasqueó la lengua y le lanzó una mirada para que lo siga. Subió a su habitación y trató de encontrar el maletín con la mirada, pero éste simplemente no estaba. Podría haberse quejado totalmente frustrado otra vez, pero cómo que debía superar el robo o moriría a los treinta y cinco de estrés y quedaría calvo en dos años más. 

De sólo imaginarse calvo, con todos sus hermosos rizos fuera de su cabeza, se estremeció. 

—No me digas que estaba en la maleta, junto a toda tu ropa de niño rico, ¿es así, Harry?

Él negó rápidamente con la cabeza, dando vueltas al rededor de la habitación, buscando debajo de la cama, en el armario, entre las sábanas pero el maletín no estaba en ninguna parte. Efectivamente, ellos había robado aquello también. 

Era ridículo porque si lo abrían, se hubiesen enterado que allí adentro había sólo puro papel. Los documentos de divorcio, el contrato de la película, la foto que él amaba llevar para todos lados (él con su primer premio) y demás cosas sin importancia. Tenía su documento de identidad en su billetera, así que por eso no se molestaba, pero los papeles no estaban y la única manera de obtenerlos nuevamente sería buscar su abogado, obtener una nueva cita en el juzgado y esperar. Estaba más que claro que él había puesto algo de dinero, digamosle inversión, porque soborno suena algo tosco. Y como se trataba de un divorcio administrativo, ambos estaban de acuerdo en ello sin necesidad de excusas, el asunto había sido algo rápido y sólo faltaba la firma de Elie en los papeles, luego debían presentarse juntos en el juzgado de Aveley y trato terminado. 

—E-estaba en un maletín. Supongo también lo robaron...

Elie asintió, soltando un suspiro seguido. 

En ese momento se planteó dos posibles formas de descarga al enojo que crecía en su pecho: enojarse con Harry y golpearlo, porque él había dejado la puerta de la casa abierta y por culpa de eso le habían robado. Luego, estaba lo de enojarse con ella misma y, no hacer nada, claro, porque ella había planeado un casamiento en sólo días sin hablar con su aún esposo sobre el tema divorcio. Es decir, habían hablado ya hacía unos meses sobre el trámite, ella aceptó, Harry hizo el resto, pero ella había confiado ciegamente en Harry Styles, y eso se sabe, es un  error. 

Se apiadó del rizado, él no la estaba pasando muy bien y a pesar de su humor de idiota y esas contestaciones de imbécil que a veces daba, ella sabía que en el fondo él seguía siendo el niño que lloraba viendo películas románticas y reía con carcajadas raras y extrañas con tonterías.

—Está bien, ehm, podemos ¿hacerlos de nuevo?

Harry tiró un poco de sus rizos. —Sí, deberíamos ir mañana al juzgado. 

Sus pasos se detuvieron frente al gran armario con espejo de cuerpo completo donde se miró. Sus ojos lucían cansados pero aún así quiso sonreírse porque de todas formas se veía guapo a sí mismo. Esa camisa le recordaba al principio de su carrera y el estilo de ropa que solía usar, aunque los jeans no le favorecieran demasiado. Es decir, él amaba mostrar sus piernas. 

En su mente algo hizo click.

—¿Ésta ropa es de tu prometido?

Elie rió, fuerte y claro. 

—Estoy en presencia de Sherlock Holmes, al parecer.

Con el ceño fruncido y ligeramente enojado, Harry se quejó en voz alta. —¿Con quién te casas?

Fueron sólo segundos de vacilación entre decir la respuesta y no, o quizá sólo aguardó para agregarle algo de suspenso y misterio. Harry la miró cuestionante. 

—Niall es mi prometido.


El documental de Harry Styles. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora