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20 de Julio del 2018.



1:55 p.m.

Estaba desparramada por la cama.

Hacía calor.

Demasiado calor.

Y entre que no he podido dormir bien ni con él ventilador y había veces en las que tenía frío; mal iba. Empecé a acurrucarme en la cama con algo de frío y calor a la vez, esperando a que se me pasara este constante cambio de temperatura tan rápido.

Mi mirada se giraba de un lado al otro, como si buscase algo o ha alguien. Y de repente, mis lágrimas empezaron a caer por si sola;s recorriendo mis mejillas. Era tan odiosa mi situación. Parecía que estuviese echo a posta.

Mis ojos brillaban por el agua acumulada en mis propios ojos. Por las lágrimas comprendidas entre estos.

Me giré, poniéndome boca arriba en la cama y pasando un brazo por encima de mi frente; comenzando a pensar.

A pensar en todo.

Pensar con los ojos cerrados.

A veces nuestros pensamientos nos hacen mal. Y pensar también. Pero no es algo que nos atormentará toda la vida.

Carlos tenía razón, pensar es malo.

Horrible.

Horroroso.

Y más cuando estás mal.

Pensar sólo me hace rectificar más de lo que debería rectificar yo en mi vida. Joder. Increíble. Si mis ojos ya estaban que se caían del sueño por a penas descansar bien; imagínense lo cansado que debe sentirse mi cuerpo.

Esto es dolor a máximo nivel. La ostia.


7:15 p.m.

Estaba sentada en frente del auditorio de mi pueblo con dos de mis amigos. estaba sentada mientras observaba él teléfono.

Esperaba un mensaje.

Para ser más exacta, su mensaje.

Odiaba que me ignorara cuando más quería su mensaje. Su buenas tardes. Pero no todo es perfecto.

Mis amigos observando su móvil, empezaron a ver Instagram. Francisco viendo cuentas de chicos y Alex mirando memes. De vez en cuando me molestaban y enseñaban imágenes graciosas.

Nunca he podido tener mucha amistad con las personas pero con las pocas que he tenido, me han tratado muy bien, y eso se agradece.

Riéndome con ellos, pasé mi tarde.

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