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04 de Octubre de 2018.

9:22 a.m.

Otro, necesitaba otro.

06 de Octubre de 2018.

11:33 a.m.

Estaba tirado bocaarriba en los asientos del autobús que me llevaban hacia el hospital. Mi abuelo había sido ingresado hacía unos pocos días atrás y me sentía completamente mal.

En estos días, cuando me sentía demasiado estresado, me la había pasado fumando a la hora de la salida del instituto, a la hora de la entrada y en varias y ciertas ocaciones; en el tiempo de descanso.

Me sentía cansado, mal, muerto; vacío.

Regresaban las noches de insomnio y lágrimas. Noches de mierda, como les apodaban mis amigos; lo cual era algo así.

Recién levantado; mi cara era la de un muerto. A lo largo del día; mi cara seguía siendo la de un muerto. A la hora de ir 'a dormir'; seguía teniendo la misma cara.

El contraste de mi pálida piel hacía juego con las ojeras que se empezaban a marcar cada vez más. También combinaban con mi cabello, el cual ahora era una especie de rubio platino; y dentro de poco blanco grisáceo.

Habíamos "Llegado". Y cuando lo digo entrecomillado, me refiero a que el autobús nos dejó en la rotonda, antes de llegar al hospital.

Caminamos 10 minutos hasta llegar al hospital y, cuando llegamos; entramos por la entrada de atrás.

El ascensor fue rápido y, en menos de dos minutos, ya estábamos con Jesús; o también llamado Abuelo Suso.

—Hola pitufos. —Dijo él, con su típico tono de siempre. Ya lo extrañaba—.

Sonreí hacia él y lo abrace. Lo extrañé demasiado; aún que tenga que seguir aquí durante una semana o algo más.

Realmente, si le hubiera pasado algo más grave; no me encontraría ni siquiera escribiendo esto.

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