M I H I S T O R I A .
Hola, soy Aida, Aida García; y hoy os voy a contar una pequeña historia. Una historia que fue avanzando poco a poco según el tiempo.
Hoy es 8 de Diciembre del 2018.
No sé si la leerías o no; pero no pierdo nada con contártela. Había una niña pequeña, de pelo negro, ojitos marrones y morena. Esa niña amaba la música, los cuentos, la magia, el baile, el dibujo, cantar y muchas cosas más, pero lo que más destacaba de ella; era que amaba ver sonreír a todos y hacer amigos y amigas nuevas. Tenía tres añitos cuando ella empezó en una academia que se llamaba "Entre siluetas". En dicha academia, ella tenía dos horas de baile y dos de dibujo; y amaba esa academia. No era la mejor bailando, ni dibujando; era normal, tan sólo era una pequeña niña. Ella pasó años en esa academia, hasta que cumplió los 6 años; si mal no recuerdo, que dejó el lugar. Era feliz. Saludaba a todos por la calle, sonreía y era tan sociable que se iba con cualquiera(un peligro total).
Ella era 'especial' según sus padres, los cuales la amaban con todo su ser. Su padre, un simple hombre de treinta y tanto de años; presumía de ella en su trabajo. Le decía a todos los bonita que era, lo buena que era y sobre todo; lo educada y lista que llegaba a ser. Su madre, con veinti tantos años en esos momentos, también presumía de ella de la misma manera que hacía el padre, y ni hablar de sus abuelos maternos; ellos también la amaban.
Con el paso del tiempo, la niña crecía; pero algo estaba pasando; iba cambiando y sus padres no lo notaban tanto. Ellos se separaron cuando la pequeña niña tenía tan sólo 6 añitos; algo doloroso para esta.
Ella iba creciendo y aprendiendo de todo lo que había en la escuela, recuerdo que también llegaba muy contenta siempre de sus clases en el colegio y contaba todo lo que hacía en él.
La niña llegó un día llorando a casa, los padres no lo tomaron como algo importante, creyeron que se había echo daño y ya; que error cometieron ese día de pensar eso. Tal vez penséis que esta historia no está tomando sentido pero, si has llegado aquí, sigue leyendo por favor. Pasaron los años, cumpleaños, navidades, fiestas, veranos, fiestas y muchas cosas más, pero nadie notó como aquella hermosa niña, fue apagando sus ganas de sonreír. Con 10 años descubrió algo que le daba mucho miedo decir, y es que no sentía que ella fuera una niña, si no un hombre.
Era un día del verano cuando ella se reveló contra su madre, 'ella" tenía al rededor de unos 12 años.Ese día la madre estalló y le levantó la mano, pero ya era normal para ella.
La 'niña' dejó atrás todo lo que amaba. Dejó el baile a un lado, dejó de dibujar lo que quería, dejó de reír y se olvidó de valorarse. Esa pequeña niña, risueña, tierna y bonita; abandonó su esencia.Tal vez parezca una tontería pero me he saltado varias partes que no recuerdo con claridad y no han sido nada fáciles de superar. Como iba diciendo, la niña creció hasta sus ahora 15 años.
Todo rastro de felicidad desapareció de sus ojos y su sonrisa.Ella contaba con el mundo para seguir adelante, pero se dio cuenta que debería contar con ella misma; que triste ¿Verdad?
Hay una sola cosa de ese niño que me fascina, y es que aún cree que nada se ha perdido si no se rinde. Cada vez que le veo, noto como se esfuerza y sigue intentando ser feliz; aún que no puede.
Él ahora está intentando luchar y no consigue acabar la batalla, aún que le cuesta no dejarse ganar. Esa niña que ahora sabe que es un hombre; quiere serlo, pero nunca ha sido aceptado de esa forma por sus familiares. Lo ha pasado mal, cómo todos; pero está luchando. Me parece admirable, aún que no se lo digo.
La verdad es que, no tiene amigos reales; o eso cree. Le cuesta valorar a las personas por que no sabe como hacerlo sin hacerle daño a alguien.
Una historia triste y que parece sacada de Internet, ¿Verdad? Pero lo cierto es que, esta historia es real. No es que me la hayan contado ni nada, es que la he vivido.
No como espectador, no.
Como 'protagonista'.
No quiero un lo siento, no quiero pena; quiero que vean que hay personas que han pasado cosas horribles que no he podido escribir por las lágrimas soltadas, cosas que no se dicen por miedo.
Igual esto no conmueve pero por que no sé como contaros el daño recibido sin llorar.
Cuento esto, por que ahora estoy luchando.Cuento esto, por que puedo hacerlo, no como otros...
ESTÁS LEYENDO
Un Diario Más
RandomUn Diario Más. Hay horas. Hay horas para él dolor. Hay horas para sentir. Hay horas para reír. Hay horas para llorar. Hay horas para todo. Sobre todo, hay horas para amar; horas para él amor.