22 de Diciembre del 2018.
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9:28 p.m.
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Y si ya era decepcionante ser yo mismo hace 10 años, imagínense como me sentí todo este tiempo hasta ahora.
Me encuentro mal, sólo, vacío; roto.
Pero ¿qué importa? Al fin y al cabo, nadie se dará cuenta.Nadie se dará cuenta de las lágrimas que emergen silenciosamente del lagrimal de mis ojos.
Nadie se dará cuenta del peso que arrastro día tras día, sujetándolo con mi espalda y mi piel.
Nadie sabrá sonreírme y decirme que todo está bien, que nada ha ocurrido y que si ha pasado; acabará terminando pronto.
Nadie sabrá abrazarme y transmitirme felicidad y calidez cómo lo hicieron alguna vez los brazos de otras personas.
Nadie sabrá limpiar mis lágrimas y repetirme que nunca estaré sólo, que no soy un juguete, que no soy un inútil.
Nadie. Nadie sabrá ni se darán cuenta de todo esto hasta que lean.
Hasta que lean la escritura que marca el papel, la escritura que se volvió parte de mi vacío; la escritura que se hizo mi amiga.
Nadie entenderá este mismo dolor, por que nadie podrá pasar lo que he pasado yo.
Igual sueno muy 'victimista', pero es la verdad.
¿Quién sufre lo mismo que otra persona? Nadie. Cada uno sufre de maneras diferentes pero de mismos temas. Como una canción cuando suena.
Y ahora es cuando digo que me encuentro en mi cama, llorando y escribiendo para no cometer locura alguna.
Y ahora es cuando digo que ya la he fastidiado, que he pintado el papel más fino que he encontrado con el filo más afilado de lo que había imaginado.
Así es amigos míos, una vez más; me encuentro sólo, triste; vagabundo en esta extraña habitación. Sin ventanas, sin cuadros; tan sólo una puerta adornando la blanca y triste pared.
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Un Diario Más
AcakUn Diario Más. Hay horas. Hay horas para él dolor. Hay horas para sentir. Hay horas para reír. Hay horas para llorar. Hay horas para todo. Sobre todo, hay horas para amar; horas para él amor.