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23 de Julio del 2018.



5:02 p.m.

Intensamente mi cabeza no paraba de pensar y pensar. Todo era un lío. Brian, Sher, él. Pff.

Y dicen que amar es fácil. ¡JA!

Hasta cuidar a un bebé es mucho más fácil que resolver todos los líos que se asomaban en mi cabeza.

Estaba sentada en la peluquería que se encontraba cerca del Padilla. Sentada en un cómodo sillón, esperando a que Francisca se acabase de cortar él pelo. Lo tenía muy largo; según ella.

Y yo ahora mismo estaba pensando en como cortarme él pelo, quería él mismo estilo de siempre. Con él flequillo de siempre. Con un buen resultado; como siempre.

Mis ojos no paraban de mirar de un lado a otro para buscar él corte de esta vez. No quería que me volviesen a llamar "Justin Bieber" hasta que me volviera a crecer él cabello. No de nuevo.

Quería uno sencillo y que se vea que está mas o menos largo.

Uno con él estilo emo.


11:19 p.m.

Estaba sentada en él sillón del salón. Mirando las pizzas y panes que llegaron a domicilio.

Mi hermano y yo estábamos viendo una película y habíamos pedido la cena en ComboPizza. Elegimos los dos lo mismo, él combo de ocho euros y sesenta céntimos. La única diferencia era que con su combo venía un Clipper y en él mío una Coca Cola.

Llevaba tiempo sin tener una noche de hermanos con él, por el simple echo de que siempre se quedaba en casa de mamá y/o estábamos peleando.

Él estaba mirando vídeos en YouTube desde su tablet. De su adorado juego de Pokémon Go.

Era un niño y aún que peleásemos, lo quería.


11:54 p.m.

La sensación de satisfacción en mi vientre llegó. Me comí todo el combo menos un pequeño trozo de borde que dejé por que ya no me cabía nada en la boca, ni en el vientre.

Con la tripa llena, subí a mi cuarto. Subía la pequeña montaña de escaleras frente a mi, paso por paso.

Una soledad inmensa me invadió derrepente. No sabía por qué. Ni cuando. Ni cómo. Ni en que momento exacto.

¿Cómo han llegado tan rápido las lágrimas de agua salada a mis mejillas?

Fácil.

La presión en mi pecho hizo un dolor emocional, causando que mis sentimientos se desbordaran en cuestión de un simple pestañeo; haciendo que físicamente me cansara.

Llegué a mi cuarto.

Oscuro, cómo siempre. Oscuro y solitario.

Adoraba la oscuridad en la que me sumergía, sin razón alguna. Siempre pensé que era por puro sentimiento.

Por puro dolor.

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