Capítulo 10

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1 semana después.

Ya ha pasado una semana y no se nada de Dalton. Vivimos tan cerca y ni siquiera puede venir a visitarme una vez. Aunque me envió un mensaje de que espera que me mejore  pronto, y yo le respondí que gracias y que teníamos una conversación pendiente, y me dejó en leído. Eso sí que me las pagará.

Y lo mejor que ha pasado en esta semana es que por fin encontré trabajo. En la floristería del pueblo, la cual le exporta las mejores flores a pueblos cercanos u otros estados. La paga es buena y eso me puso muy feliz. Aunque a Caspian no tanto. Aun le preocupa bastante el que esté saliendo, pero ya me siento mejor y tengo como lección no salir sola de noche sin mi gas pimienta, ni mi navaja.
Estaba sola en casa por primera vez en esta semana, así que me puse a arreglar unas ropas como pude con mi mano sana. Mis nudillos estaban sanando muy rápido, lo que me asombraba bastante porque juraba que los había roto todos cuando golpeé a ese hombre en el rostro.

Escucho que tocan la puerta y mis sentidos se alarman. Tomó mi gas y salgo hasta la sala, vuelven a tocar.

-¿Quién es?-pregunto.

-Dalton.-al escuchar su voz siento alivio y abro la puerta. Allí estaba, con su cabello desordenado, sus ojos azul eléctrico mirándome de arriba hasta abajo y con una sonrisa en su rostro. -Veo que estas mejor...bonitas piernas.

Me sonroja al notar que aún llevo puesta mi pijama de pantalones cortos y un enorme abrigo de Sebastian. Él hace un gesto y mira el interior de mi hogar.

-¿Puedo pasar?

-Si...em...claro.-me hice a un lado y comencé a jugar con uno de los rizos que caían de mi recogido cabello.-No esperaba verte de nuevo.

-Teníamos una conversación pendiente.-dice sentándose en un sillón.  Me acerqué y senté frente a él, me prepare mentalmente para lo que venía e hice la primera pregunta.

-¿Qué eres?-me mira y siento la incomodidad en su mirada.

-Yo...¿Qué crees que sea?

-Mmm, no lo sé Dalton, tal vez por algo te lo pregunto.-rodé los ojos y de un segundo a otro estaba a mi lado. Me sobresalto.

-¿Qué soy Alisa?-susurra en mi oído.-Dime.

Mi corazón estaba a mil, mi piel se puso de gallina cuando sus dedos tocaron la piel desnuda de mis muslos y apoyó una de sus manos allí. Hizo un gesto de disgusto.

-Quítate esa sudadera, huele a perro. Es incómodo.-dice y antes de que hiciera cualquier cosa lo empujé. Corrí hasta el otro lado de la sala, pero no sentía miedo. Por alguna razón cuando estaba con él, me sentía protegida.

-¿Qué?-digo asombrada y huelo el abrigo. Huele normal, a limpio. Al aroma de Sebastian, suave y delicioso.-Deja de jugar conmigo, Dalton.

-¿Qué se mueve rápido tanto que no lo notas hasta que esta frente a ti, es frío, cruel, se alimenta de la sangre de humanos y tiene poderes inimaginables?-pregunta acercándose.

-No te tengo miedo, Dalton.-digo con dignidad y este sonríe.

-No espero que me temas, Alisa.

-¿Entonces por qué te acercas a mi como un cazador a su presa?-pregunto casi como un susurro.

-Porque esa es mi naturaleza.-dice tomando mi mano sana y me estrella suavemente en la pared quedándome sin salida.-Mi naturaleza es matar...es cazar.

Lo miro fijamente a sus ojos y con voz temblorosa le digo.

-Entonces ayúdame a cazar al asesino de mis padres.-este arquea una ceja y ríe.

-¿Por qué haría eso?-pregunta acercando su rostro a mi cuello, no negaba que su cercanía me ponía nerviosa, pero necesito su ayuda. Él conoce al asesino de mis padres y eso era lo que importaba ahora.

-Porque así no le contaría tu secreto a nadie.

-¿Mi secreto? ¿Quién te creerá?

-Haría hasta lo imposible para que lo hagan, todos.-susurro.

Siento su aliento mi cuello, como lo huele y gime. Pasa su lengua y deja un pequeño beso en él.

-Alisa, Alisa, Alisa.-dice y me mira.-Ellos ya lo saben, solo tienen miedo a que tu lo sepas.

Abro grande los ojos.

-Por eso el odio hacia ti.-digo. Se aleja de mi.

-Si, así es. Ahora quítate la sudadera.

-No.

-Vamos, no aguanto esa peste.-dice tapando su nariz.

-Es que...

Sentía vergüenza, como se suponía que le diría que no tengo nada abajo.

-¿Es que...?

-Bueno, debo ir primero a mi cuarto. No te muevas de aquí.

-Juro que no lo haré.-sonríe y salí disparada a mi cuarto, me quité la sudadera y me puse una blusa de mangas largas.

-Si que eres sexy.-chille al escuchar su voz.

-¿Qué haces?-dije dándome vuelta para enfrentarlo.-Te dije que no te movieras de la sala.

-Me cansé de esperar.

-Pero si solo pasaron dos minutos.-dije.

-Y alejado de ti, fueron como 2 horas.-dice. Lo mire raro y este sonrió.-¿Seguimos con las preguntas?

Asentí.

Cuando llegamos otra vez a la sala, nos pusimos cómodos y seguí con las preguntas.

-¿De donde conoces al asesino de mis padres?

-Desde mucho tiempo. Creo que en el siglo pasado.-dice.-En New Orleans.

-¿Cuantos años tienes?

-228.

Abrí grande los ojos.

-¿Quién es la reina del que Drack hablaba?-pregunté y sentí un mal gusto en la boca al decir su nombre.

-Es nuestra reina. La más vieja de todos nosotros, se dice que mató al primer vampiro por venganza. Por convertirla en lo que era.-dice y yo muerdo mi labio inferior.

-¿Cómo se convierten? ¿Por qué un día eres frío y luego aveces estas tibio?

-No te diré cómo nos convertimos y...aveces estoy tibio porque me alimento de su sangre. Cuando lo hago, mi corazón late. Pero solo dura un día.-responde.-Y si me disculpas debo irme, tu novio y tu amiguito llegaron. Y no quiero tener que lidiar con ellos.

Me pongo de pie junto con él.

-Dalton, piensa lo que te dije por favor. Ayúdame a vengarme de ese maldito.-le digo y el asiente.

-Lo pensaré.-dicho esto sale de mi departamento y sentí alivio de saber que tal vez me ayudaría.

Y también estaba asombrada por todo esto. ¿Dalton un vampiro? Porque no me sentía lo suficiente asombrada como debería estarlo.

Stone ColdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora