Capítulo 14

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Estaba en el último piso del edificio, tendiendo unas prendas que no se secaron bien en la lavadora. Sucede que accidentalmente rompí la secadora y ahora me toca dejar en el sol ésta ropa húmeda, bueno con lo que queda del sol, ya que las nubes pronto se pondrán en frente. Estaba cansada y me tocaba el turno de la tarde en la floristería, ósea, en 2 horas.
Sebastian que estaba conmigo usando su teléfono levantó la mirada.

-Si dejas que se me moje la ropa te arrepentirás de haber nacido.-le digo y él sonríe.

-Tranquila, pecas. No dejaré que eso suceda.-Responde y yo asiento.

-Bien, me iré a arreglar para el trabajo.

Llegué al departamento y me prepare para ir al trabajo, la camiseta de la floristería, un Jean, unos converse y mi cabello rizado en una coleta. Fui a la cocina y me prepare un sándwich.
Miré las flores que Dalton me había traído y luego las que Saylas me regaló (las cuales yo preparé).

Suspiro cansada y llego al trabajo.





-Gracias por su compra, vuelva pronto.-digo al chico que trae una cara de enamorado que hasta me darían ganas de enamorarme. Me agradeció y salió del local.
No podía negar que estaba cansada, ya casi era mi hora de salir y había empezado a llover. De solo pensar que Sebastian me dejaría mojar la ropa me daban ganas de estrangularlo, pero lo llamé y según el todo estaba en orden.

-Saludos.-entra una chica de melena dorada y una bella sonrisa.

-Hola, ¿en que puedo ayudarle?

-Pues, verás...estoy buscando una extraña flor, es...una en forma de diente de león pero rojiza.-dice y frunci el ceño confundida. Nunca había escuchado sobre esa clase de flor. Es más, creo que ni siquiera existe.

-Lo lamento, pero no tenemos ese tipo de flor.-le digo y ella me mira fijamente.

-Claro, muchas gracias.-dice y sale.

Que rara.

Ya cuando me tocaba salir y por fin podía  regresar a mi hogar, me topé casualmente con Dalton. Estaba casi empapado por la lluvia y al verme me sonrió. Terminé de cerrar el local y le mostré las llaves de mi auto.

-Si vas al edificio, te toca conducir.-dije y él asintió.

Llegamos al auto corriendo y al entrar suspiro cansada.

-¿Cansada?-pregunta con voz ronca y asiento con la cabeza. Lo miro de reojo.

-Mucho.

-Normal.

-Claro.

Empieza a conducir y yo a chequear mi celular, en busca de algún mensaje. Pero nada...que importante soy.

-Encontré datos sobre Draco.-al escucharlo decir eso, se llevó toda mi atención.

-¿Qué?

-Se donde podría estar.

-¿Dónde?

-Espera, espera. Tengo que decirte que estamos en problemas.-lo miré confundida.

-¿En problemas?

-Si. Si Draco está bajo órdenes de la reina, estamos en problemas.-dice y sigo sin entender una mierda.

-La reina, ¿que tiene que ver con todo esto?-pregunto y él me mira y luego vuelve la vista a la carretera.

-Pues verás, ya te dije que era un cazador de la reina.-asiento aunque se que no me vio.-La cosa es, que no estoy aquí por casualidad. Debo de cazar algo para ella. Algo muy valioso.

-¿Y eso que tiene que ver con esta situacion?

-Aparte de encontrar a alguien. Debo encontrar una flor.

Lo miré raro y de repente me llegó  la chica rubia a la cabeza.

-¿Una que parece un diente de león pero rojiza?

Dalton me miró con el ceño fruncido y sonrió.

-Si. Exacto. La persona ya la encontré, ahora solo falta la flor.-dice.

-Pues no eres el único que la busca. A la flor.

-Me imagino que ya conociste a Jessica.-será la chica.

-¿Rubia?

-Si.

-La conocí.

¿Quién es ella? ¿De donde conoce a Dalton? ¿Por qué es importante la flor? ¿Quién es la persona que Dalton buscaba?
 
-Tienes Muchas preguntas en la cabeza.

-Lo siento. -susurro y él parque el auto en el estacionamiento.

-Tranquila, Alisa.

-Pero aún así necesito que me digas lo que sabes de Draco.-le ruego con la mirada y el niega.

-Hoy descansa. Mañana temprano estaré en tu casa.-lo miré mal y salí del auto. Él me pasa las llaves.

-No es justo, Dalton.

Se da vuelta mientras camina.

-La vida no es justa, Alisa.

-Tu no eres justo.

Me ignora y camino tras él.

-Eres un idiota grosero. Muy grosero...deberías de...-Sólo esperé el golpe que no llegó cuando resbale por la calzada mojada, estaba entre sus brazos. Sus ojos azul eléctrico fijos en los míos, mis brazos estaban alrededor de su cuello, mi rostro tan cerca del de él que su aliento chocaba con él  mio. Sentía la cara arder, su piel estaba fría. Dura como una roca.

Yo estaba ahí. Sin saber que hacer. Sin querer hacer ningún movimiento, como si fuera la presa de un muy peligroso depredador. Miré sus labios entreabiertos y luego mordí los míos.

Este hombre es tentador. Demasiado. Pero debía reaccionar, no estaba para nada bien lo que pensaba. Pero estaba a gusto. Quería besarle, hasta desgastar nuestros labios. Pero no podía.

-Ten más cuidado, risitos.-susurra y siento la cara aún más roja.

-Lo tendré, piedra fría.-susurro yo por igual. Me da una perfecta sonrisa y acerca su rostro a mi cuello, donde deja un casto beso y se aleja.

Me quedé justo parada en medio de la calzada, con el corazón latiendo a mil y con elefantes en el estómago. Sonreí y segundos después subí a mi departamento, cosa que no debí hacer. ¿Por qué?

1 - Se escuchaba música romántica.

2- Habían pétalos de rosa en el suelo.

3-Habia ropa tirada en el piso.

4-Al abrir la puerta del cuarto de invitados Sebastian y el que creo es su novio estaban desnudos.

Juró que tengo más vergüenza que nunca, y salí corriendo después de un simple "Ay perdón". Llegué al departamento de Dalton y toqué como loca.

-¿Qué pasa?-abre la puerta y entro sin ser invitada.

-Shhh, no preguntes y dame un vaso con agua.-digo tratando de aguantar la risa.

Que larga sería esta noche.






Solo diré que el colegio no me deja hacer nada más que respirar y tener ganas de morir.

Aquí un capitulo, que lo disfruten.

Stone ColdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora