4-Despedida

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JULIA

Mi corazón iría muy rápido si estuviera viva. Parecía que volaba. Mis pies apenas rozaban el suelo. Iba en el bosque para que no me viera nadie. Estaba muy lejos de la autopista, pero iba al mismo sitio.

De Seattle a Nueva York había una distancia demasiado grande, pero para nosotros los vampiros, eso no era nada. En cuatro o cinco o seis estaría ahí, menos de lo que tardaría un coche, que son cuarenta y dos horas.

Llegué después de cinco horas a Nueva York. Me paré un rato para descansar. Tenía sed. Me metí en un callejón y saqué de mi bolso una botella de zumo de frutos del bosque. Tragué el líquido color carmín bruscamente. Lamí mis labios que se habían manchado de la sangre. Estrujé la botella y la lancé al contenedor de basura del callejón. Me eché encima un fuerte perfume que olía muy bien y que lograba echar el olor a sangre de mi cuerpo y boca.

Salí del callejón y me dirigí a la tienda. Entré. Lia estaba atendiendo a una señora de tercera edad que sujetaba unos jeans negros y unos vaqueros ajustados. Yo me apoyé contra la pared con los brazos cruzados.

-¿Entonces, qué me llevo?-repetía la mujer una y otra vez.

-Usted decide, señora-decía Lia con expresión desesperada.

-Bueno, entonces. ¿Me llevo los vaqueros o los jeans? Los jeans son bonitos, pero los vaqueros son modernos.

Yo suspiré. Tenía que interferir. Esto iba para largo y esperaba a mi hermana.

-Yo creo que los jeans le favorecen bastante-dije llamando la atención de las dos.

Me dirigí hacia la señora y agarré los vaqueros.

-Estos vaqueros son modernísimos pero muy incómodos. Yo me los he probado-comenté.

-¿En serio?-preguntó la mujer. Yo asentí-Entonces me llevo los jeans.

Miró a Lia y sonrió. Lia cogió los jeans y los acercó al detector de precios. Dijo el precio. La señora puso un billete en el mostrador y Lia le dio el cambio. La señora puso los jeans en una bolsa.

-Muchas gracias-me dijo.

Yo sonreí. Ella se fue.

-Dios mío, Julia. Qué alivio. Muchas gracias.

-Tenía que hacerlo-me encogí de hombros.

-Pero, ¿qué haces aquí? Tu turno es por la mañana y hoy librabas.

-Quería decirte una cosa. Me voy de Nueva York, seguramente para siempre, y no voy a poder seguir asistiendo a la tienda.

-O sea, que lo dejas.

-Sí.

-No pasa nada. De acuerdo-Lia abrió la máquina registradora-Te daré el dinero que has ganado en todo este tiempo.

-No hace falta, de veras-rechacé. Lia me puso un fajo de billetes en la mano-¡Oh por los dioses! ¡Cuánto dinero!-exclamé.

Lia se echó a reír.

-Entonces, lo aceptas, ¿no?-yo asentí guardándomelo en mi billetera-Me lo imaginaba. Te lo mereces, en serio. Has trabajado mucho. Sabes cómo tratar a la gente. Cosa que yo no sé.

Nos echamos a reír.

-Te echaré de menos,Julia-me abrazó ella conteniendo el llanto.

-Yo también, Lia.

Ella se separó y pasó su brazo por sus ojos limpiando sus lágrimas.

-¿A dónde os vais tu hija y tú?-preguntó.

Tragué saliva y retorcí mis manos. No quería decírselo. No quería que supiera nada. Si se lo decía, más posibilidades de encontrarnos. Titubeé.

-Bueno, pues vamos a un lugar. Está en Estados Unidos...

-Sí, pero, ¿en qué lugar?

-...-no sabía qué decir.

De pronto, mi teléfono vibra dentro de mi bolso. Lo cogí rápidamente. Salvada por la campana.

-¿Diga?-respondo alzando mi mano hacia Lia pidiendo silencio.

-¿Julia? Menos mal. Llegué a mi casa y me encontré con tu hija y con otra que no conozco. Me han dicho que has ido a hacer un recado. Sólo quería avisarte de que yo ya estaba aquí.

-De acuerdo. Ya voy-dije cortante.

Colgué.

-Bueno. Me tengo que ir. Es una emergencia-mentí corriendo hacia la puerta.

-¡Estemos en contacto!-me gritó volviendo detrás del mostrador.

-¡De acuerdo! ¡Lo prometo!

Saga Crónicas de Vampiros I: Sangre urbana (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora