9-La razón de la desaparición

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ALEXANDER

Me levanté de mi cama y me miré en el espejo de mi baño. Miré mis cansados ojos azules. Me eché agua en la cara. No nos gusta el agua, pero nuestra piel y boca la toleran. Bostecé y me desperecé.

Peiné mi cabello negro y me cambié de ropa. Me puse una cazadora marrón y bajo ella estaba mi camiseta negra. Me puse también unos vaqueros. Salí de mi cuarto y me dirigí a la cocina.
Abrí la nevera y saqué una botella de cristal gigante y me eché en un vaso un líquido rojo que todo el mundo conoce.

Bebí bruscamente, estaba sediento. Pasé mi mano por mi boca limpiando la sangre que había en mis labios. Pero conseguí ensuciar mi mano. Gruñí. Cogí una servilleta y me limpié.

Guardé la botella en el frigo y tragué la sangre que quedaba en en vaso. Lo lavé. Si pasaba tiempo, el vaso olería mal. Salí de la cocina y llegué a la puerta.

Salí de la cabaña central del pequeño pueblo oculto del mundo donde vivíamos. Era un poblado en el bosque de Seattle que habíamos construido nosotros oculto de los humanos. Ningún humano podía acceder a él, ya que estaba protegido por una cúpula invisible que lo ocultaba.

Llegué hasta el punto donde Jasper y yo habíamos quedado. Lo encontré apoyado en un gran almendro. Era primavera, así que estaba pintado con el rosa pastel de sus flores.

-Hola-me saludó al verme.

Choqué los puños con él en plan de amigos.

-¿El viaje bien?-le pregunté-Sabes que de Seattle a Nueva York hay mucho camino.

-Sí, muy bien. Hoy me ha pillado poco tráfico.

-¡Qué suerte!

-Sí.

-Bueno. Al grano. ¿Qué querías?

Él sonrió con una sonrisa de oreja a oreja. Me dio miedo por un segundo. ¿Qué pasaba?

-Estoy investigando un caso en el que una mujer desafió a la directora del colegio de su hija. Aquí están las pistas-abrió un cuaderno y buscó una página. Cuando la encontró, me entregó el cuaderno-Lee.

Yo lo leí todo. Era interesante.

-¿Por qué pones unas estrellitas al lado de Conclusión?-pregunté mostrándoselo.

-Para que la gente no lo vea. Sólo los podemos saber nosotros los vampiros-me guiñó un ojo.

-¿Y qué dice?-pregunté con curiosidad.

-Yo creo que son vampiras. Creo que por eso desaparecieron.

Yo abrí mis ojos como platos. No lo podía creer.

-¿Cómo estás tan seguro? Eso no es posible.

-¿Acaso no es obvio? ¡Coincide con las pistas raras, pero claves para haber resuelto esto!

-Cierto.

Acaricié la hoja viendo la caligrafía de mi amigo distraídamente. Sonrió.

-Podemos traerlas aquí. Si las encontramos, claro está-propuso.

Yo negué con la cabeza.

-Tendremos que preguntárselo a la jefa. Ella no acepta a cualquiera.

-Pero tú eres su hijo. La puedes convencer-se encogió de hombros.

-No sé...

-No perdemos nada por intentarlo.

-Bueno. Está bien-asentí tras pensarlo-Además, las están buscando, ¿verdad? Debemos proteger nuestra raza.

-Por supuesto.

-Pero dime, ¿por qué
desaparecieron?

-Ella era maleducada con la directora, que no la dejaba en paz pidiéndole que la acompañara. Así que odiaba a la mujer y a la ley, ya que le daba igual la educación de su hija. Abandonó el trabajo, ya que ya no le servía para nada. La cría era superdotada, así que da a comprender que, al igual que los vampiritos, ella era superior de conocimientos.

-Aunque esa pista no es tan importante, ya que hay humanos superdotados-interrumpí.

-Ya lo sé. Julia mostró sus ojos rojos. Los fantásticos detestamos, a veces, a los humanos, como ella. A Julia le daba igual que su hija entrara sola al colegio, ya que los vampiritos son autosuficientes. ¿Sigues pensando que no es posible?

-No, claro que no. Sólo que no me lo podía creer-admití todavía flipando.

-Entonces, intentaré dar con su localización sin que lo sepan los humanos y las rescataré-dijo decidido.

-Estoy de acuerdo-asentí.

Saga Crónicas de Vampiros I: Sangre urbana (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora