28-El ataque

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ETHAN

Mientras la fiesta seguía fuera, yo estaba hablando con mi jefe en su oficina.

-Me parece sospechoso que Jasper se pusiera así. Parecía asustado. Parecía estar de parte de las fugitivas-dije caminando de un lado a otro como un león enjaulado-No sé por qué no lo hemos seguido.

-No lo sé-se encogió de hombros él-Pero deberías buscarlo con otros policías.

-No. Iré yo solo. Que ellos sigan con la fiesta.

-De acuerdo. Pero ten cuidado-me advirtió.

-Por supuesto-asentí saliendo de la oficina.
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Salí y el alboroto y la música desaparecieron. Descubrí que su coche estaba aparcado delante mía. Miré el suelo. Vi huellas de zapatos embarrados. Seguí las huellas con la mirada. Iban hacia el bosque.

Estaba seguro de que era Jasper porque las pisadas salían de la comisaría.

-A lo mejor, todavía sigue en Seattle-pensé.

Me dirigí hacia mi coche y me monté.
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Por fin llegué al gran bosque de Seattle, después de cuarenta y dos horas o más, por muchas paradas para ir al baño, comer y dormir.

Aparqué mi coche y salí. Entré en el bosque. Me estremecí por el frío que hacía. Bueno, obviamente. Era casi de noche.

Tenía que tener cuidado porque el anocher llegaba con sus colores oscuros que echaban a los colores cálidos del cielo. Y cada vez se veía menos. La oscuridad reinaría en unos minutos.

Me adentré en el bosque con la linterna iluminándome el camino.

Después de caminar durante media hora, abrí los ojos como platos. Me tapé la boca y una lágrima se deslizó limpiamente en mi rostro. Me agaché y agarré un trozo del traje de policía de Jasper.

Miré el traje destrozado por algún tipo de animal salvaje. ¿Cómo supe que era de Jasper? En unos de los trozos tenía grabado el parche que se hizo mi amigo. El de un murciélago negro.

Examiné la masacre. Había un montón de trozos del traje completo desperdigados por el suelo. No faltaba nada. El pantalón, la camisa, la chaqueta. Lo único que faltaba era la placa y los zapatos.

Suspiré aliviado al comprobar que no había carne. El traje estaba limpio, excepto por la tierra y el barro y los arañazos brutales, que hacían más terrorífica la escena.

Examiné más a fondo y con más detenimiento los trozos. Me fijé en que los arañazos estaban hechos con colmillos, pero no parecía hecho por un animal salvaje. Parecía estar destrozado con, ¿delicadeza? Me sorprendió. Fruncí el ceño. Estaba destrozado, sí, pero no tan brutalmente como lo haría un animal salvaje.

Me sentí observado. Alcé la mirada rápidamente asustado. Miré a mi alrededor, pero no había nadie, o al menos es lo que yo veía. Era de noche, así que no pude ver mucho. Estaba tenso y estaba alertado. La sensación desapareció, pero mantenía la guardia.

Desvíe mi mirada hacia los trozos, pero puse los ojos en blanco. Todo lo que quedaba del traje había desaparecido. Me levanté del suelo e intenté ver a través de la oscuridad.

-¿Hola?-me atreví a preguntar asustadisímo.

Mi corazón latía muy velozmente,
parecía que se me iba a salir del pecho.

Me pareció ver una sombra entre los árboles.

-¿Hola?-repetí-¿Quién está ahí?

Una sombra se movió velozmente detrás de los árboles. Intenté hablar pero no podía. Estaba paralizado por el miedo.

Una figura negra apareció delante mía y se acercaba hacia mí. Estaba oscuro, así que no pude ver de quién o de qué se trataba. Lo que vi eran unos ojos rojos en la penumbra. La figura se acercaba más y más. Entonces pude distinguir una figura humana.

Conseguí reaccionar y saqué rápidamente mi pistola. La extendí hacia delante apuntando a aquella figura.

-¿Quién anda ahí?-titubeé intentando mantener la calma.

Nadie respondió. Aquella figura solo avanzaba más y más a mí. Me pregunté si realmente era sorda aquella persona. Por fin, esa persona se puso bajo la luz de la luna. Retrocedí. Pude ver que, efectivamente, era una persona pero no pude ver si lo conocía o no. Pero lo que le hacía menos humano eran sus ojos rojos como la sangre, que brillaban bajo la luz de la luna.

Disparé. Él soltó un alarido de puro dolor. Ahora tenía un agujero en el corazón. Miró su agujero y se lo tapó con las manos. Esperé a que se desplomara sin vida en el suelo, pero no hubo ni un sólo ademán de derrumbarse.

Él se quitó las manos de la gran herida. Puse los ojos en blanco al comprobar que, donde antes había un espeluznante agujero, ahora no había más que carne y piel. Se había curado mágicamente. Dejé caer la pistola inconscientemente.

Él me agarró con una mano el cuello de mi camisa, parecía una garra. Me levantó del suelo a una distancia de unos pocos centímetros. Me enfrenté a sus horripilantes ojos rojos sin piedad.

Yo chillé.

-¡Socorro!

Me agité bruscamente en el aire, forcejeando para liberarme.

Él abrió sus fauces. En lugar de una simple fila de dientes blancos, como me imaginé, mostró unos afilados colmillos. Chillé aún más con una expresión de terror.

Él me golpeó brutalmente contra un árbol, no pude reaccionar. Caí al suelo de golpe. De milagro no me hice añicos todos y cada uno de los huesos que tenía. Bueno, no lo sabía.

Todo a mi alrededor se volvía borroso. La tierra a mis pies temblaba, giraba, se movía, se tambaleaba...  Me sentí aturdido, cansado. No tenía fuerzas para levantarme, aunque lo intentaba. Me arrastré un poco intentando inconscientemente escapar. Pero el cansancio me venció. Me rendí. Me aplasté contra el suelo. Todo a mi alrededor se volvía totalmente oscuro. No sentía mi cuerpo. No sentía nada.

Entonces mi mente se durmió. ¿Para siempre? Deseaba que no...

Saga Crónicas de Vampiros I: Sangre urbana (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora