JASPER
Miré el timbre de la casa roja y pequeña de la calle. Me estaba preparando mentalmente. Alcé la mano a la altura del timbre y lo presioné. Esperé un rato. Una mujer mayor abrió.
Tenía el pelo recogido en un moño un poco blanco con algunos mechones de color negro. Vestía una bata roja que tapaba totalmente su cuerpo a punto de arrugarse del todo como una pasa. Era esbelta, pero se notaba cómo cada vez se iba encorvando poco a poco por el peso de sus propios años.
-Buenas tardes, joven. ¿Qué necesitas?-saludó sonriendo.
-Buenas tardes, señora. Mi nombre es Jasper Thompson y soy agente de policía-me presenté sacando y guardando mi placa-Estoy investigando un antiguo caso sin resolver y estoy aquí para interrogarla a usted.
-De acuerdo. Pasa-me indicó.
Yo entré. Era una casa con paredes blancas llena de cuadros de familiares de la mujer. Me senté en el pequeño sofá. Me revolví. Estaba un poco incómodo. Sentí los muelles aplastarse.
-¿Quieres algo?-me preguntó la anciana.
-No, gracias. Estoy bien-rechacé.
-De acuerdo. Pero espera. Voy a hacerme un té-dijo la mujer dirigiéndose a la pequeña cocina. No pude ver su interior.
Observé con detenimiento cada detalle de la casa con curiosidad. El papel de las paredes estaban viejas y se caían. Frente a mí había una televisión antigua que tenía para VHS y DVD. Al lado de la tele había una vieja lámpara. Al fondo de la estancia había dos escaleras. Unas que subían al piso superior y otras que bajaban al oscuro sótano. Sentí el movimiento de una rata por el interior de la pared. Me estremecí. No vi ningún comedor. Estaría en la cocina.
Escuché cómo saltaban ruidosamente las gotitas de agua mientras hervían y sentí el fuego bailar en el aire.
Escuché un papel rasgarse. Sería el papel que envolvía el sobre de té para protegerlo.
Escuché cómo la mujer apoyaba la cerámica de la taza en el mármol de alguna mesa de la cocina.
El fuego se extinguió.
El ruidoso movimiento del agua hirviendo disminuyó hasta desaparecer.
Escuché un armario cerrarse y los lentos pasos de la mujer aumentar hacia mí.
Ella apareció con una taza en las manos. La dejó sobre la mesita pequeña que había al frente nuestra. Ella se sentó en el sillón que había al frente mía.
-Y bien, Jasper. ¿Qué investigas?-me preguntó mirándome a mis ojos verdes.
-El caso de la mujer rebelde, por llamarlo de alguna manera-respondí encogiéndome de hombros.
La mujer frunció el ceño. Llenó su rostro de más arrugas de las que ya tenía.
-Eso fue hace mucho tiempo-bufó.
-Hace diez años, concretamente.
-Lo sé. Y, ¿qué quieres saber?
-¿Qué piensas de la madre?
-¿Julia? Nunca me ha caído bien. Vi algo en ella que no estaba bien. En su hija también lo vi, pero Summer era encantadora, así que pasé por alto mi corazonada con ella. Julia, en cambio, era maleducada, además de irresponsable. Le daba igual que su hija entrara sola a las clases. Es verdad que Summer era superdotada y muy inteligente, pero tenía siete años.
-Explíqueme eso de que era superdotada.
-Bueno. Ella iba en un nivel superior a sus compañeros. Desde que empezó Infantil. Se aburría en clase bastante. Si no la pusimos en una clase más avanzada, fue porque no sabíamos cómo serían los resultados del cambio. Lo íbamos a intentar la semana después, pero entonces Julia dejó de llevarla al colegio-explicó.
-Y usted era la directora del centro.
-Sí. Me jubilé hace cinco años. Justo cuando cumplí los setenta. Estuve trabajando en ese centro casi toda mi vida laboral, ya que soy la hija del dueño del centro. Vi muchos casos de padres que se rebelaban, pero ese caso es otro mundo. Nunca me imaginé que una mujer tuviera el valor de rechazar la educación de su hija. Eso es ir demasiado lejos. Se lo comenté a la Conserjería de Educación, pero vieron que, efectivamente, Summer no estaba matriculada en ningún centro de los Estados Unidos. Contactaron con otras Conserjerías de otros países, pero en ningún país estaba Summer matriculada.
-Entiendo-dije pensativo levantando una ceja.
La mujer cogió el asa de la taza blanca y la levantó. Le dio un sorbo al té. No se quemó, afortunadamente.
-Me han dicho que usted vio algo raro en Julia Memphis.
Ella dejó de beber. Dejó la taza en la mesa. Tenía los ojos en blanco. Escuché su corazón y su respiración agitados.
-No...-negó con la cabeza.
-Puede confiar en mí-susurré lentamente-No le diré nada a nadie.
-La cuestión no es que la gente se entere.
-¿Cuál es entonces?-pregunté.
-No quiero contarlo.
-¿Por qué?-Noté sus mejillas sonrojarse-Puede confiar en mí-repetí.
-Bueno, está bien. Tengo miedo de que se rían de mí-admitió avergonzada-Es algo increíble. Es algo sobrenatural. La primera vez que lo dije, el policía me tomó por loca y no me creyó. Entonces no lo volví a mencionar.
Cuándo escuché sobrenatural, sonreí.
-No me reiré de usted. Le prometo que creeré.
-De acuerdo. Cuando se iba, yo estaba tan furiosa de que me hubiera desafiado que me crucé en su camino. Entonces cambió. Sus ojos se volvieron...-paró temerosa mientras se tocaba con las manos los párpados.
-¿Cómo se volvieron?-pregunté impactante.
-Ro...jos-yo abrí los ojos como platos. La mujer tragó saliva y sus latidos sonaron más fuertes-Rojos.
No solté ni una carcajada. Sólo sonreí.
-Le creo-respondí.
-¿Me cree?-preguntó ella sorprendida-Pero eso no es normal.
-No. No lo es. Para usted no-susurré.
-¿Qué quieres decir?-preguntó más extrañada que antes.
-Nada. No espero que lo entienda. Creo que estoy cerca de la respuesta.
-¿En serio?-preguntó esperanzada.
-Sí.
-Espero que la encuentres y le pongas muchos años de cárcel-dijo indignada-Se lo merece.
Yo abrí los ojos como platos asustado.
-De acuerdo-asentí-Muchas gracias, señora.
-De nada joven.
Entonces salí de la casa muy ilusionado. Estaba cerca de la respuesta.
Estaba muy cerca de la respuesta.
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Saga Crónicas de Vampiros I: Sangre urbana (Sin Editar)
VampiroJasper es un policía que resuelve el mayor de los misterios. La desaparición de una madre con su hija tras la rebelión contra la humanidad de la madre. Tendrá que encontrar y rescatar a las fugitivas para no poner en peligro a los vampiros. Esta sag...