22-Eleanor

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JASPER

Entré en su despacho. Al entrar sentí una sensación fría. Me estremecí.

Las paredes eran negras. Me sentía en un agujero negro. Sentía incomodidad. Me sentía muy intimidado por los cuadros tétricos de Eleanor. Su mirada era tan siniestra.

Ella intimidaba. Y todos lo sabían. Hasta sus hijos lo sabían. Alexander y Jaqueline. Pero eso hizo que sus hijos aprendieran a ser tan fríos como ella. Y supieran defenderse.

Nadie se atrevía a llevarle la contraria. Ni sus hijos ni yo. Nadie sabía lo que podía hacer, ni querían averiguarlo, pero su expresión lo decía todo.

Ella era de un pasado oscuro, siniestro y secreto. Nadie sabía nada de su pasado. Ni se atrevían a preguntarle.

Su escritorio y silla, rojos, ocupaban la mayor parte de la gran estancia. Estaba ordenado y limpio. Detrás había una puerta roja. Estaba cerrada con llave. Daba al cuarto de Eleanor. Nadie había entrado. Nadie se atrevía.

Eleanor me había aceptado como uno más entre sus hijos cuando me encontró inconsciente en un bosque a los once años. Me crió como crió a sus hijos. Sólo que yo no soy tan frío porque pasé menos tiempo con ella.

Me senté en la silla roja que estaba delante del escritorio. Retorcí mis manos. Estaba nervioso. Me abracé a mí mismo intentando soportar un poco mejor el frío que sentía.

Escuché el metal de una llave rozar una cerradura. Levanté la vista hacia la puerta roja. Sentí cómo la llave se retorcía dentro de la cerradura. La puerta se abrió.

Los ojos grises de Eleanor aparecieron. Tenía el pelo recogido en una cola de caballo y vestía un vestido rojo color vino.

Cerró la puerta rápidamente para que no me diera tiempo a ver el interior. Guardó la pequeña llave ya oxidada en un bolsillo de su vestido.

Algo me llamó la atención en su mano izquierda. Algo que relucía bajo la luz. Era una gran botella roja. Llena de sangre que bailaba según los movimientos de Eleanor. Olía bien. 

Eleanor se sentó en la silla y puso la botella encima de la mesa.

-Hola, Jasper-dijo ella sacando de su cajón un vaso de cristal.

-Hola-respondí con nerviosismo.

-Entonces, hemos quedado para que me lo expliques todo, ¿me equivoco?

-No, no te equivocas.

-Cuando quieras empiezas.

Ella destapó la botella y la vertió en el vaso. Bebió delicadamente. Yo observé sus gruesos labios pintados de negro. Ahora estaban manchados de un rojo carmesí brillante. Ella me miró.

-¿Quieres?-me preguntó refiriéndose a la sangre fresca.

-No, gracias.

-Vale. Cuando quieras empiezas-me repitió.

-¿Qué te dijo Alex?-pregunté.

-Que las chicas esas están siendo buscadas y queréis incluirlas en la comunidad-respondió.

Le entregué el cuaderno de pistas. Ella lo agarró y lo leyó. Al terminar, levantó su mirada hacia mí. Me lo devolvió.

-Las hemos encontrado. Esta noche pensamos traerlas. Son las 5 de la mañana. Tienen tiempo para hacer las maletas. Sólo tienes que decidir si quieres que entren o no.

Eleanor se frotó la barbilla, pensativa.

-Puedes traerlas, pero sólo formarán parte de nosotros si superan una prueba que les pondré. Así sabré si son dignas de pertenecer al pueblo de Cazadores de Sangre.

Yo sonreí.

-De acuerdo. Está bien. Muchas gracias.

-Te advierto. Si no son dignas, las echaré de aquí y que se busquen la vida-advirtió seriamente.

-De acuerdo-suspiré.

Me levanté de la silla y salí de la estancia. Salí de la cabaña central y partí hacia Brooklyn de nuevo para trabajar otro día más.

Ya quedaba poco para que cambiara mi vida totalmente...

Saga Crónicas de Vampiros I: Sangre urbana (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora