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 Por qué no empezamos con el pie izquiero?

Estiré mi brazo para apagar la alarma de mi teléfono que marcaba las 7:00 am. Me quedé mirando el techo hasta darme cuenta de que se me estaba hacienda tarde para mi primer dia de universidad. Me quite las sabanas de encima sin molestar a mis gatos. Acostumbraban a echarse a un lado de la cama para arañarme la cara los domingos y alimentarlos, era como escucharlos decir: «Hooman, aliméntame, ¿qué esperas?», y no dejarme dormir era todo un don.

Me senté al borde de la cama tamaño «Full» de mi cuarto y me calce las pantuflas. Camine hasta el baño para dedicarme a hacer mi rutina de higiene.

Me miré en el espejo del baño percibiendo lo enmarañado de mi cabello, pero no pude evitar sonreír.

«Lo lograste».

Dijo mi cabeza.

Podría no ser como ellos «No lo eres». Quizás no pertenecía a esos importantes grupos que organizaban fiestas de caridad. Trabajaba para ellos, y cada neurona de mi conciencia lo tenía bien claro. Para eso debía parecer uno de ellos.

«No trabajarás para nadie que pertenezca a Dartmouth».

Me dije a mi mismo mientras me vestía.

No solía peinar mi cabello a menos que fuera necesario, no lo haría está vez. Era la primera vez en mucho tiempo que podía ser yo mismo. Tome una ducha, una muy relajante, tratando de dejar el trabajo y mis asignaciones de lado. A veces era difícil dividir ambas cosas, siempre pasaba el tiempo trabajando, así que era casi imposible sacarlo de mi cabeza. Deje que el agua caliente se deslisara por mi piel con calma mientras dejaba que fluyera tambien por mi rostro con los ojos cerrados. Me permiti ese momento para no pensar en nada mas que en mi.

Salí del baño con una toalla en la cintura y el cabello goteando. Fui hasta el armario para bucar lo primero que viera y vestirme. Me puse un suéter negro, mis anillos del mismo color. Uno en el dedo índice y el otro en el dedo pequeño, ambos en la mano derecha. Mi brazalete de cuero trenzado, unos jeans rasgados y mis botas negras. Tome mi caja de cigarros, mis llaves de la moto y mi mochila. Deje todo listo, puse comida y agua a los gatos y cerré bien la puerta.

Conduje tranquilamnete hasta el campus. Era un día frio, estaba entrando el otoño.

Luego de unos 10 minutos pude ver la torre del reloj de la Universidad y sonreí detrás del cristal del casco.

Me estacione en un lugar designado para motocicletas sin evitar ver la cantidad exagerada de jeepetas y autos de lujo en todo el estacionamiento.

«Si, me queda claro que estoy aquí por mera suerte...una beca».

Camine por el enorme campus con mis manos en los bolsillos directo a recepción. Busqué lo necesario para mi primer día; un mapa del campus y un tour para los de primer año. Cuando tuve todo en mano solo quedaba esperar unos 30 minutos para comenzar. Salí del salón y me quede alli parado en la entrada mirando a todos lados.

Consulte la hora en mi reloj, entonces fue cuando escuché mi nombre:

—Zanith Demon — dijo Ash caminando hacia mí con las llaves de su auto en las manos—, amigo, me alegra tanto verte aquí. ¡Felicitaciones! Te lo merecias —felicitó abrazándome de lado.

— ¿Qué hay de nuevo, Ash? —pregunté chocando los puños con el—. Y si, créeme, también me alegra estar aquí.

Ash era un amigo de la infancia, había tenido suerte. Siempre conseguía la manera de estar en medio de esta clase de personas. El lugar donde pasé los últimos 4 años de mis estudios es donde la mayoría de las personas, ricas, millonarias y demás, envían a sus hijos a estudiar. Cuando encontré la música fue como tener el poder de traspasar las paredes de los salones y las más grandes mansiones de la ciudad. La familia de Ash siempre me acepto y me contrataron para tocar en sus fiestas de caridad y cosas por el estilo. Pero al final terminaba siendo tratado de manera diferente a los demás mayordomos. Al menos así es con ellos siempre:

Te Pertenezco (Parte 1) | Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora