4 - Primera parte

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Demonios, destino, podrias deja de ser una perra?

«Hora de trabajar, ¡arriba!».

La cabeza no dejaba de darme vueltas con esa estupidez. Se suponía que estaba de vacaciones.

Me habían llamado para una de las grandes fiestas de la familia Hosh en el gran salón de Le Jogn en el centro de ciudad.

Me habían llamado para una de las grandes fiestas de la familia Hosh en el gran salón de Le Jogn en el centro de ciudad

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Mis gatos no dejaban de hacerme peder tiempo pasándome entre los pies mientras terminaba de ajustarme el traje. Una camisa blanca, un chaleco negro, unos pantalones de vestir del mismo color, igualmente los zapatos, un saco que debía tener mi reloj de bolsillo y el cabello peinado hacia atrás. Este era yo cuando era hora de servir a una gran familia, muy diferente a como realmente me comportaria. Este «yo»—entre comillas— se había apoderado de casi todo mi ser.

Tocaron la puerta y le dije a Mike que fuera a ver. Me había dado cuenta de que sólo ladraba, por un momento, cuando Stella estaba tocando. Camino moviendo la cola hasta la puerta y salió por la pequeña ventanilla que le había adaptado a la puerta y regreso más enérgico.

Ash.

Abrí la puerta y vi como me escaneo de pies a cabeza en un instante.

—Oh no. No, no. No —negaba entrando al departamento mientras bufaba y movía el dedo diciendo lo mismo—. Acordamos algo. Se supone que estas en tu descanso —reclamó dándose la vuelta para mirarme.

—Solo será este dia —cargue a uno de mis gatos.

—Zanith, no debías trabajar para nadie de Dartmouth. Ese fue el trato.

—Iré a la fiesta de caridad de los Hosh, nadie debería estar allí.

Ash suspiro y busco el rodillo de la mesa para quitarme el pelo de gato de encima. Tomó el perfume rociando una pequeña cantidad sobre mi y me miró con desacuerdo.

—No debe estar nadie de aquí pero hay grandes personas, querrán llevar a sus hijos como mi padre me llevara a mi.

—Pero tú ya me conoces, ¿Por qué estas tan nervioso?

—Los Van Der Wildt estarán ahí —reveló.

«Stella, demonios»

Puse las manos sobre mi cabeza y lo mire completamente en pánico.

—Ash, maldición. Tienes que ayudarme.

— ¿Ni siquiera se te ocurrió? —preguntó con algo de sorpresa tomando una cerveza de la nevera. Lo mire con cara de: «¿Qué carajos se me va a ocurrir?» — ¿Me vas a hacer ir a esa asquerosa fiesta? —le rogué con carita de perro abandonado— ¿Te he dicho lo mucho que te odio?

—Se que me adoras —dije arreglando mi traje.

—No. En serio, te odio.

Yo debía estar primero, así que salí disparado como una bala en mi motocicleta. Si le sumamos el hecho de que ya iba tarde creo que tendría más sentido el hecho de la velocidad. Al llegar Adolf me recibió en la puerta de atrás.

Te Pertenezco (Parte 1) | Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora