La noche estaba envuelta en un manto de calma cuando abrí la puerta, aún algo desconcertado por su presencia inesperada.
—¿Qué haces aquí a estas horas? — pregunté, mi voz cargada de curiosidad y una pizca de sorpresa.
—Perdona si te molesto. Nos vemos mañana temprano — respondió con una sonrisa suave mientras daba un paso hacia atrás, pero la detuve con un gesto instintivo, tomando su brazo con cuidado.
—Nunca dije que molestabas — repliqué, mirándola directamente a los ojos.
La invité a entrar, y ella se acomodó lentamente en el sofá, dejando tras de sí un aire de serenidad. Sacó un cigarrillo y me miró con una pregunta silenciosa.
—Adelante — dije con un movimiento de mano.
Encendió el cigarrillo, y el humo trazó figuras etéreas en el aire mientras ella exhalaba.
—No podía dormir — confesó.
—Me uno al club — respondí, sacando uno también. Después de encenderlo, dejé caer la cabeza hacia atrás, mirando el techo mientras expulsaba el humo. Cuando volví a mirarla, su sonrisa había encendido algo en mí.
—¿Qué sucede?
—Te pusiste la camiseta solo para abrir la puerta, ¿verdad? — dijo, divertida. Solté una risa breve, pero su siguiente comentario me tomó por sorpresa.
—Anda, quítatela.
Me quedé inmóvil, atrapado entre la incredulidad y la tensión del momento. Debió notarlo, porque se puso de pie y extendió su mano hacia mí. Dejé el cigarrillo en el cenicero y, tras unos segundos de duda, tomé su mano.
Con movimientos lentos, subió la tela de mi camiseta, deslizándola por mi torso. Mi respiración se volvió más pesada mientras la dejaba hacer. Cuando terminó, rodeó mi espalda con sus manos, y sentí cómo sus dedos exploraban las cicatrices que llevaba conmigo como un testimonio silencioso.
—Debió ser terrible — susurró, con una dulzura que me desarmó. — Si no quieres hablar o contarme nada es porque no necesito saber. No voy va indagar en cosas que no me incumben.
Esas palabras rompieron algo en mí. Me giré para mirarla y, antes de que pudiera decir nada más, acorté la distancia entre nosotros y presioné mis labios contra los suyos. Fue un beso cargado de nervios, pero también de algo más profundo, algo que no necesitaba palabras.
Cuando nos separamos, su sonrisa lo iluminó todo.
—Tú harás que esto sea interesante, ¿verdad? — susurró.
—Más de lo que imaginas — respondí, sosteniéndola por la cintura.
─Vamos no seamos tímidos ─ dijo riendo.
Permiso concedido
Mis manos recorrieron todo el camino hasta el botón de su pantalon, sin un contrato, el trabajo a veces era mejor.
Dejé de besarla y le quite el pantalón rápidamente, regresando a su boca. Mi lengua se abrió paso saboreando la suya, mordí su labio inferior mientras mis manos se infiltraron debajo de la tela de sus panties. Dejando que lentamente deslisara mis dedos hasta el la zona donde se unian sus piernas, saque por completo de mi camino su ropa interior y lanzcé a alguna parte. Mis dedos regresaron al lugar entre sus piernas y comencé a acariciarla hasta que escuche un gemido escaparse.
"Perfecto"
─Zan...ith ─ dijo con la voz interrumpida, abrió la boca de forma placentera y se mordió el labio para no dejar salir nada más, cuando introduje mis dedos sinetiendo toda la humedad que ya habia causado en solo segundos trasando circulos con suavidad, cause que su espalda se arcara.
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Te Pertenezco (Parte 1) | Completa ✔️
RomantizmMisterioso y peculiar, especialmente por su característico pelo blanco. Sin nombre, sin voz y sin poder de hacer nada en la posición en el que se encuentra. Condenado a sufrir por causa de un suceso del cual aun se desconoce la razones y el por qu...