#12: Eres...mi amigo

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#12: eres...mi amigo.

Aleit.

Definitivamente ser animadora no es lo mío. Desde que empezamos con los ensayos no me han salido bien ni los saltos ni las volteretas, cosa que un niño de cinco años podría hacer. No sé a qué se debe, pero tengo tres posibles razones:

1) Porque simplemente no soy flexible y no se me da bien todo ese rollo.

2) Porque estoy hasta la última cabellera de la presión que nos mete la coach.

3) O porque desde el sábado el pitufo se la pasa evitándome, y a esto se le suma que Margrit está un poco molesta conmigo también porque dice que yo podría haberle detenido y pedirle perdón hasta deshidratarme.

Ah, se me olvidaba otra posible razón: que odio que Natasha y Bianka se muevan perfectamente como si no tuvieran huesos y yo aquí, con unas piernas de pato preguntándome constantemente: ¿Cómo llegué hasta aquí?.

—¡Hasta mañana chicas!— ¡Aleluya!— practicar mucho en casa— ya iremos viendo.

Me uno a mis amigas y juntas entramos al vestuario femenino. En todo el tiempo que duramos ahí dentro, Saskia no para de repetirnos la parte más "tragicómica" de su cita con Carl: que cuando Carl la acompañó hasta casa, casi la besa y bueno...

Los padres siempre haciendo presencia.

—¿Has hablado con Dierk hoy?— me pregunta Margrit con una mirada esperanzadora en sus ojos.

—No— rueda los ojos y resopla.

Y se repite de nuevo la historia.

Sigo sin saber a qué le tienes miedo. Ni que te fuera a comer.

—No le tengo miedo, se la pasa evitándome. ¿Qué quieres que haga entonces?— encojo los hombros. Ya estoy agobiada de este tema.

—Ehm...¿Insistir? Si es preciso le raptas de noche, es tu vecino— me río. Ella me mira con cara de "estoy hablando en serio", yo solo continúo riéndome.

¿Se puede insistir más de lo que llevo haciendo durante dos días?. Prácticamente la cosa iba así:

Le mandé miles de mensajes (no diré cómo conseguí su número) los cuales se quedaron en visto; iba a su casa y su madre me decía siempre que él no se encontraba (no sé si era verdad o que todo este tiempo me ha estado engañando); lanzaba piedras a su ventana para llamar su atención, pero lo único que he conseguido es hacerle un bollo a su ventana. Espero que no sepa que lo hice yo.

Así que querida Margrit... no es posible ser más masoquista.

El timbre que anuncia la última hora de clase suena y en un segundo el pasillo está aglomerado de gente. Mar se despide de mí porque estamos en distintas clases y Saskia...no sé cuándo la perdí de vista. En el camino logro visualizar a Maik con sus amigos apoyados en los casilleros, sin planes de asistir a su próxima clase.

No sé si dije que la suerte me odia y nunca está de mí lado, pero en el momento en que decido desviar el camino porque no me apetece hablar con él ahora (ni después, ni hoy, ni mañana, ni...no me apetece. Punto) éste logra verme.

—Hey, Flor.

No me gusta ese apodo. Prefiero los de...osea, odio menos a los apodos que me da Dierk. No quiere decir que me gusten.

—Hola— saludo cuando llego hasta él.

Sus amigos me devuelven el saludo, noto alguna que otra mirada sucia que provoca que frunza la boca. Entre ellos, al único que reconozco es a Cord.

Voy a cumplirlo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora