#40: de vuelta a casa
Aleit.
Dos años después
Al salir del aula solté un gran suspiro.
¡Vacaciones de Navidad!
Desde el instituto ya me hacía la idea de que la universidad sería más pesada, pero no creí que tanto. No sé si es que en todas las carreras se trabaja tanto o eso sólo pasa en arquitectura. Pero tampoco voy a decir que no lo paso bien dibujado, sobre todo cuando nos dicen que creemos el plano de alguna casa imaginaria.
Me encanta.
—¡Aleit!— me dí la vuelta y ví a Lillian corriendo hacia mí, cuando estuvo a mi lado ralentizó su respiración agitada— ¿Cómo es que caminas tan rápido?— su incredulidad me hizo gracia.
— Quizás es porque me muero por salir de una vez de aquí— respondí con un encogimiento de hombros.
Además, había quedado con una persona en hacer una videollamada hasta el amanecer. Hacía mucho que no hablábamos, las clases nos mantienen a ambos ocupados, y esta noche la tenemos libre.
—Hablando de eso, ¿Pasarás las vacaciones aquí en Londres?— preguntó mientras caminábamos hacia la salida.
En el camino se la pasaba saludando a mucha gente, pues Lillian es muy querida en esta universidad; es simpática y divertida, y pues su físico también ayudaba. Tenía el cabello castaño cortado hasta sus hombros, unos ojos verdes llamativos, un rostro perfilado y labios rellenos.
Le dije muchas veces que si fuera lesbiana me casaría con ella.
—No, la pasaré con mi familia— respondí con un deje de emoción. Ella hizo un puchero.
—Quería que la pasemos en mi casa de la montaña— la miré incrédula.
—¡¿Tienes una casa en la montaña?!— sacudió la cabeza mientras soltaba una pequeña carcajada.
—Mía, mía no es, es de mis tíos. Pero les he pedido pasar ahí las vacaciones junto con otros amigos más— alcé las cejas.
—¿Es tan grande como para que quepáis todos ahí?, porque te conozco Lily, y sé que cuando dices "amigos" te refieres a media universidad— afirmé. Ella largó una sonora carcajada, provocando que algunos que estaban en el estacionamiento se quedaran mirándonos.
Entonces una duda me cruzó la mente; se supone que las navidades se pasan en familia, ¿Cómo es que sus amigos y ella lo pasarán juntos? ¿Y la familia?
Aunque, también puede ser que soy yo la que tiene una mente antigua, pero sin duda, la mejor.
Supe que Josh, el novio de Lillian, se unió a nosotras porque sentí unas manos alborotando mi cabello. Había cogido un cierto vicio en hacerlo.
—Hola, Rojita— saludó. Inflé las mejillas intentando no lanzarme sobre él.
—Josh...— gruñí. El aludido alzó los brazos en son de paz y puso los ojos en blanco.
—Tu novio es el único que puede llamarte así, okaaay— bufó, y yo sonreí satisfecha.
Algunos pensarán que cualquiera puede tener la idea de llamarme así, que no es un apodo inventado por Dierk. Es más, a muchas pelirrojas les dicen así. Pero a mí solo me gusta que una sola persona me llame así, y éste es Dierk. Así como nadie más puede llamarle Pitufo.
Solo si esa persona quiere morir este mismo día, claro.
En el momento en que Josh y Lily comenzaron su escena de amor haciéndose una transfusión de saliva, me dí la vuelta para largarme. A mis espaldas escuché sus risas, les encantaba fastidiarme, pero ya estaba acostumbrada.
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Voy a cumplirlo ©
Ficção AdolescenteAleit Rosensweig, lleva enamorada desde su infancia de Maik Lutremberger; un vecino suyo cuyo hermano es Dierk Lutremberger, aquel que en poco tiempo se ganó el odio de Aleit, y el sentimiento es mutuo. O eso dice Dierk. Por circunstancias desconoci...