#8: las pruebas
Aleit.
¿Por qué tener enemigas si ya tienes unas amigas así?.
Osea, yo dejé ¡Bien claro! Que no quiero apuntarme para animadora, y no sé si el problema de Saskia es que no entiende alemán o qué carajos pero lo dejé bien claro, pero no, ella tenía que apuntar mi nombre a las inscripciones. Quizás piensan ahora que no importa, que puedo saltarme las pruebas y ya, pero una vez que te apuntas estás obligada a participar porque las pruebas se hacen después del recreo, osea que te estás saltando una clase, y si no te presentas ellas lo irán a decir al profesor de la clase que te saltaste.
¿Esto qué implica?. Problemas.
Y ahora nos toca al profesor calvo de lengua, y no gracias, no soy tan valiente para enfrentarme a él.
—Os odio, os odio, os odio...— voy gruñendo mientras me pongo el uniforme de deporte.
—¡No me odies, fue Saskia quien te apuntó!— se defiende Margrit, indignada.
—Pero tú estabas con ella mientras lo hacía, podías perfectamente haberla detenido.
—¡Lo siento! Estaba con el móvil.
Vale no tengo por qué echarle la culpa a Margrit, sino a Saskia. La fulmino con la mirada, ella mira apenada hacia el suelo, como un perro asustado. Y la verdad me sigue sorprendiendo; Saskia es la más atrevida del grupo, la más loca y fiestera, pero cuando alguien que le importa se enfada con ella se convierte en un gatito mojado y abandonado buscando calor.
—No pongas esa cara, sabes que no puedo enfadarme contigo cuando la pones— ruedo los ojos. Ella poco a poco se relaja y sonríe, para luego lanzarse sobre mí abrazándome.
—¡Lo siento, lo siento! Sabes que siempre ha sido mi ilusión ser animadora, y no me puedo animar sin vosotras.
—Va, con tal, ya estamos apuntadas— digo más calmada.
—Pero no quiero que te sientas obligada a hacerlo, ni tú Mar, prácticamente te apuntaste porque te presioné— nos sujeta la mano a las dos, cerrando un círculo entre nosotras.
—Bueno...el baile, los saltos y todas las chorradas que hacen ahí no suenan mal— opina Margrit, viendo el lado bueno de aquello, como siempre. Es la más positiva.
Saskia sonríe y luego me mira.
Suspiro— ok vale opino lo mismo. ¡Pero una sola caída de las mías y me largo!— las dos sueltan una carcajada y después nos abrazamos. Pronto escuchamos los pasos de una chica que también estaba cambiándose.
—Seguir y llegaréis tarde. Y sabéis cómo es Bianka.
...
—Buenas tardes chicas, soy la coach del equipo de animadoras— se presenta una mujer morena, alta, con el cuerpo en forma y una sonrisa que le ocupa toda la cara. Y me sorprende, creía que Bianka sería la coordinadora, menos mal— mi nombre es Rut— mi dirección se distrae hasta donde están los chicos creo que con las pruebas, a más metros del campo.
—Convertirte en porrista requiere de mucho esfuerzo, compromiso y una buena actitud. Cuando empezemos con las pruebas para postular al equipo, debéis dar vuestro máximo esfuerzo y concentración, porque sois treinta chicas apuntadas, y solo nos quedaremos con diez. Y normalmente sólo solía elegir a cinco, pero algunas del equipo se marcharon por la presión y no pudieron aguantar.
La coach sigue hablando sobre la alimentación adecuada; nada de comida chatarra y más vegetales, qué graciosa. Habla sobre los continuos ejercicios que debemos hacer pero sin exagerar, practicar nuestra elasticidad, entrenar nuestra voz, tener confianza en nosotras mismas, y tener una actitud positiva.
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Voy a cumplirlo ©
Roman pour AdolescentsAleit Rosensweig, lleva enamorada desde su infancia de Maik Lutremberger; un vecino suyo cuyo hermano es Dierk Lutremberger, aquel que en poco tiempo se ganó el odio de Aleit, y el sentimiento es mutuo. O eso dice Dierk. Por circunstancias desconoci...