#36: Periódico Escolar Wener

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#36: Periódico Escolar Wener

Aleit

Estaba durmiendo boca abajo cuándo sentí un camino de besos recorrer mi espalda. Sonreí por las cosquillas que estaba sintiendo.

—Despiértate— habló Dierk con voz ronca. Arrugué la nariz en respuesta.

—Es domingo— le recordé. Es domingo, por ende, puedo quedarme dormida hasta mañana. No entiendo por qué me despierta.

—Pero estás en mi cama, a las ocho de la mañana y tus padres no lo saben. ¿Entiendes hasta dónde quiero llegar?— oh claro que lo entiendía.

¡Mis padres me van a matar!

Me incorporé rápidamente en la cama y tapé mi desnudez con las sábanas, y, cuando estaba por bajarme, mis piernas se enrollaron y terminé con la cara en el suelo.

—¡Auch!— chillé, me dolía demasiado la frente.

—¿Estás bien?— Dierk me ayudó a levantarme y me sentó en la cama. Me miró, y cuando ví el asombro en su rostro me asusté.

—¡¿Qué pasa?!— al no obtener respuesta, le levanté de la cama y me metí en el baño, me miré al espero y me horroricé al ver mi cara. Mi frente tenía un tono rojizo y empezaba a hincharse, de aquí a unos minutos me saldrá otra cabeza.

—Es que eres tan torpe— Dierk se posicionó detrás de mí y nos miramos a través del espejo.

—Se supone que tú debes estar ahí para detener mis caídas. Esto siempre pasa con en los libros— se rió.

—¿Quieres que sea tu amor de libro?— rodeos mi cintura con sus brazos y depositó un beso en mi hombro. Solté un suspiro.

—Mmm...creo que aunque te esfuerces no podrías— pinché. Él me dió la vuelta y se acercó a mí, presionando mi cuerpo al lavamanos.

—¿Estás segura?— acercó su rostro provocativamente al mío y unió sus labios con los míos. Él intentó alejarse solo para molestar, pero yo le detuve por el cuello y profundicé el beso.

Cada beso con Dierk se siente como el primero. Nunca me cansaré. Cuando sentí sus manos intentando quitarme la sábana, reaccioné:

—Hey, tigre— me separé sonriendo— tengo que irme a casa. Quizás con suerte encuentre que todavía mis padres están durmiendo.

Él hizo un puchero y yo me reí. Yo también quisiera volver a la cama y repetir lo de anoche pero...a casa.

—Está bien. ¿Pero si les encuentras despierto qué les vas a decir?

—Que me quedé a dormir en la casa de Margrit— aunque diciendo aquello, sé que me llevaré una buena regañina por no haber avisado.

Me atrajo hacia él y puso su mentón sobre mi coronilla, yo rodeé su espalda con mis manos.

—Creo que soy mala influencia para ti, te obligo a mentir— me reí y él hizo lo mismo.

Al llegar a casa, tuve la suerte de que mis padres seguían durmiendo todavía. Entré a la cocina a por algo para comer, me moría de hambre, y ví a Susann. Sin disimular, me dí la vuelta y salí de ahí.

—¡Eh! Te vi— habló tras de mí. Yo no respondí, solo seguía caminando hacia las escaleras— ¿Dónde estabas?

—¿Qué te importa?— respondí.

—¿Se puede saber qué te pasa? Llevas tratándome así durante toda la semana— rodé los ojos y resoplé. Me dí la vuelta para responder de una vez, si no lo hacía, ella me seguiría hasta mi cuarto y lo único que quiero ahora es darme una larga ducha sin molestias.

Voy a cumplirlo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora