#21: Disculpas.
Aleit.
—¿Confías es mí?.
—Sí.
~~~
Los iris azules de Dierk cobraron un cierto brillo al escuchar mi afirmación. Pero es que es la verdad, yo confío en Dierk y sé que sea el plan que tenga, saldremos de aquí.
—Bien, vamos a levantarnos casualmente y nos abrazamos— empezó Dierk con el plan y eso hicimos.
Qué bien empieza esto.
—Será simple. Cuando yo te diga "ya" y te coja de la mano saldremos pitando de aquí. Con suerte no hay ningún policía en la puerta— miré comprobando que era cierto— espero que sepas correr Rojita— escuché su risa en mi oído y un escalofrío me recorrió entera.
—Precisamente correr es lo que se me da fatal— respondí— ¿No será mejor que llamemos a alguien por teléfono para que nos venga a pagar la comida?— propuse.
Todo esto lo estabamos hablando abrazados, susurrando al oído del otro. Alguna gente nos estaba mirando tiernamente, pensando que éramos una pareja que nos queríamos mucho por la eternidad de nuestro abrazo.
—No. ¿Es que no te apetece un poco de aventura?— rodé los ojos por su respuesta.
¿Aventura arriesgando nuestra vida? No.
—¿Y a ti te apetece ir a la cárcel?
—No seas dramática. Ya, empecemos— mi corazón latió a mil por segundo— tres...
—Dierk no...
—Dos...— volví a llamarle— uno...¡Ya!
Sentí presión en mi muñeca y de pronto me encontraba corriendo hacia la salida del local con Dierk tirando de mí. Me resultaba algo difícil seguirle el paso, pero todo por salvar mi trasero. Escuchamos los gritos de algunos camareros llamándonos y otros ordenando que nos detengan. La adrenalina me recorrió entera y deseé que este momento no terminara nunca.
—¡Esto es de locos!— exclamé cuando ya nos encontrábamos dentro del coche. Por el retrovisor vi a un hombre correr en nuestra dirección— ¡Arranca!
Dierk arrancó el coche y pronto nos encontrábamos lejos del local. Y es ahí cuando me lancé a carcajadas y Dierk hizo lo mismo. Teníamos las respiraciones agitadas, pero eso era lo que menos importaba. La había pasado bien.
—No vuelvo a salir contigo— dije cuando estábamos más calmados.
—No niegues que ha sido fantástico— me reí.
—Ha sido fantástico.
Encendí la radio del coche y pronto una música desconocida inundó el coche, y así pasamos el viaje a casa hablando de cualquier estupidez. La verdad es que después de que Dierk me contó todo sobre su estadía en Francia me sentía más cercana a él, y no es que le tenga pena ni lástima, al contrario, le admiro demasiado. Si yo estuviera en una situación en la que mi padre me trata como quiere, mi madre no dice nada y mi hermano es igual que mi padre no sé qué haría. Pero en cambio, Dierk actúa como si no pasara por esta situación, y esto es muy bueno.
~~~
Bajé del coche y esperé a que Dierk hiciera lo mismo. Después de apagar el motor y cerrar el coche se plantó frente a mí. Y no sé por qué me puse nerviosa de repente.
—Tenías que dejarme abrirte la puerta— habló.
—¿Qué?.
—Soy tu príncipe ¿recuerdas?— me reí asintiendo.
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Voy a cumplirlo ©
Teen FictionAleit Rosensweig, lleva enamorada desde su infancia de Maik Lutremberger; un vecino suyo cuyo hermano es Dierk Lutremberger, aquel que en poco tiempo se ganó el odio de Aleit, y el sentimiento es mutuo. O eso dice Dierk. Por circunstancias desconoci...