#30: Confianza.

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#30: Confianza.

Aleit.

Ya pasaron ocho horas desde que se fue Dierk, siete desde que me quedé totalmente dormida en el sofá y seis desde que mis padres y hermanos regresaron a casa; y mamá, al ver los trozos de su jarrón preciado esparcidos en el suelo, entró en una especie de histeria. Tuve que mentir diciéndole que fui yo quien lo rompió, que vine con un tremendo dolor de cabeza y no me fijé en donde iba.

«Todo eso lo dije con un puchero tierno y de arrepentimiento, claro.»

Pero, aunque mamá se preocupó por mi salud, esto no evitó recibir un castigo de su parte.

«Ahora me cuestiono si fue buena idea mentir por Dierk»

Son las nueve y media de la mañana y no tengo planes de levantarme de la cama.

«¿Eso ha sido una rima? Jeje»

Por una parte no quiero salir de mi cueva porque estoy castigada, y no tengo nada que hacer abajo— tengo un par de golosinas en mis cajones, sobreviviré—, y, por otra parte, no quiero toparme con Susann. No sabría contenerme y le arrancaría los cuatro pelos que tiene en la cabeza. Y lo digo enserio.

¿Cómo pude ser tan tonta? Perra-Susann siempre será Perra-Susann. ¿Acaso me tiene envidia de algo?. Vale, sí, okay, soy alguien de envidiar, pero ¡Somos familia!.

Alguien tocó la puerta y puse los ojos en blanco. Era la quinta vez que venían a llamar, y estoy segura que es papá de nuevo.

—Cariño, ¿No vienes a desayunar?— preguntó desde fuera.

—¡No siento hambre!— dije con berrinche. Este es otro tema, estoy enojada con él. Cuando mamá me imponía el castigo, él estaba de acuerdo.

—Tú siempre sientes hambre— respondió con tono burlón. No pude evitar soltar una pequeña risa.

—Siempre hay una primera vez.

—Bueno...pues le diré a Alois que coma tu parte, he traído churros con chocolate— de un salto me incorporé en la cama, estaba a punto de salir corriendo de la habitación cuando una voz interna me detuvo.

Seguramente está mintiendo.

—No te creo— respondí con cautela.

—Tú te lo pierdes, hija— dijo burlón. Después escuché el ruido de sus pisadas sobre la madera y, al cabo de un rato, nada.

¿Y si de verdad hay churros?.

Da igual, no son los últimos churros en el mundo.

Giré sobre mis talones y me topé de lleno con mi ventana cerrada. Y de pronto, alguien embargó mi mente y trajo consigo la melancolía. Tenía ganas de verle...quería verle y a la vez no. ¡Agh! Odio este sentimiento de añoranza y rechazo al mismo tiempo.

Mi teléfono sonó notificando un mensaje y rápidamente fui en su busca, con la esperanza de que se tratara de él. Me llevé una gran desilusión cuando vi que era un mensaje del grupo #LasMásCalientes.

Mar♥: Feliz Navidaaaaad!! ♥♥♥♥. 10:11

Saski♥: Feliz Naviiidaad <3♥♥. ¿Ya estás en la ciudad?. 10:11

Mar♥: No :( en esta zona en la que estamos ahora hay algo de cobertura, así que aproveché en conectarme. 10:11

Yo: Jeloouu. ¿Cómo estáis? 10:12

Voy a cumplirlo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora