#14: los rumores vuelan como moscas.
Aleit:
Aquella noche me la pasé en vela, sin ser capaz de dormir. No paré de pensar en Susann y Dierk. Todavía se me viene a la cabeza la imagen de cómo se miraban en mis narices, y de la forma en que los ojos de Dierk la observaban.
Duerme Aleit, ¿Por qué te preocupas tanto por eso?. No es asunto tuyo.
Si pudiera hacerle caso a mi conciencia...
Y cuando el bentidito Morfeo decidió acogerme en sus brazos, el despertador suena haciéndome dar un respingo. ¿Por qué carajos me compraron un despertador?. Prefiero los gritos de papá cuando pasa a despertarme.
7:00 am. No dormí casi nada.
Me levanto con pesadez de la cama. Cojo la toalla y me dirijo al baño sin siquiera abrir mi ventana. El sol es lo último que quiero ver en esos momentos. Después de ducharme enrollo la toalla en mi pecho y decido mirarme al espejo.
¿ESA SOY YO?.
A mis párpados inferiores les acompañan un color amoratado y unas bolsas terribles. No puedo ir así a clase, Maik no puede verme así, ni nadie más. ¿Pero qué voy a hacer?, hoy es lunes de entrenamiento, y obviamente no puedo hacer la voltereta con gafas puestas.
¿Y si me pongo tiritas en los párpados?.
Joder Aleit, qué tonta puedes llegar a ser a veces.
Salgo del baño y voy hasta mi armario. Desde dentro ya puedo escuchar el movimiento de mis padres y hermanos. Y de tu prima Aleit, no te olvides de tu prima.
Decido ponerme unos pantalones rasgados y una camisa manga larga. El frío del invierno se acerca, y la Navidad también. Y como siempre, me ato el abundante cabello en una cola alta.
—Enana, hora de irnos.
Cuando Alois aparca el coche en el aparcamiento del instituto me bajo rápidamente, sin pensarlo dos veces. Pasar diez minutos en el mismo coche que Susann es vivir una experiencia horrible. Se la pasa hablando de cualquier chorrada y, lo que más rabia me ha causado, es la manera en que masticaba su chicle. Producía unos sonidos con él que me daban ganas de abrirle la boca y quitárselo.
Aunque suene asqueroso.
Iugh.
— Me da vergüenza compartir instituto contigo, mancharás mi imagen— Susann se para al lado mío susurrando obscenidades— y encima con esa cara espantosa que tienes hoy. Bueno, siempre la tienes.
Me paro en seco.
—¿Y por qué mejor no te largas y regresas a Francia?. Nadie te quiere aquí— respondo controlando mi ira. Respira Aleit.
Inhala...exala..., Inhala...exha...
—¿Estás segura de que nadie me quiere aquí?— sonríe con autosuficiencia para después hacer pompa a su chicle.
—Vete a la mierda, Susann— ¡Whoa!. ¿Eso lo he dicho yo?.
Susann suelta una risa para después marcharse meneando su melena morena. Esa es la única suerte que tuve con ella, el no compartir el mismo color de pelo porque no lo soportaría.
Suspiro de alivio cuando veo a mis amigas acercándose a mí. Estas se quedan mirando a Susann con sorpresa y rabia cuando pasan por su lado.
—¿Esta que acaba de pasar al lado nuestro es Perra-Susann o han sido imaginaciones mías?— Margrit es la primera en abrir la boca.
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Voy a cumplirlo ©
Novela JuvenilAleit Rosensweig, lleva enamorada desde su infancia de Maik Lutremberger; un vecino suyo cuyo hermano es Dierk Lutremberger, aquel que en poco tiempo se ganó el odio de Aleit, y el sentimiento es mutuo. O eso dice Dierk. Por circunstancias desconoci...