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Fue testigo de los tres autos que llegaron frente a la mansión, uno tras otro, la única diferencia eran los modelos; sabía perfectamente quien abordaba el más lujoso. La puerta se abrió revelando a una chica pelirroja, su tés blanca y su peculiares pecas en su rostro hacía que se diferenciara a los demás; su sonrisa coqueta y sus ojos color verde pantano le hacían lucir peligrosa.



Dánae Dagger




Ese era el nombre de la chica la cual exigía ser luna de las tres manadas más respetadas y adineradas del país. Su rostro mostraba maldad pura, ser hija de un ser tan despreciable como Truman debía de tener consecuencias, inclusive desgracias; quizás no eran tan diferentes, su supuesto padre no era un ejemplo a seguir y esta chica no debía estar tan alejada a la podrida vida que estos le habían dado.


— Lleven todas las cosas a la sala  — ordeno — quiero que mi comprometido vea todo lo que compre para la ceremonia.


— ¿Pero qué carajos estas diciendo? — pregunto cansado — ¿tu padre no...? — su pregunta murió en el momento que vio aquella cabellera castaña bajar del auto, Agni se alboroto — Naíma...


La sonrisa de Dànae fue más forzada, le enfado la manera en la que Thiago miraba a la insignificante omega, apretó los puños, quería arrancarle la cabeza a la tipa para que no siguiera interponiéndose en sus planes; respiro hondo, ella no merecía una muerte rápida, Naìma debía sufrir, haría su vida un infierno de eso se encargaría ella.


— ¿Se conocen? — pregunto con fingido asombro — quizás eso hará las cosas más fáciles.

— ¿Por qué?.


— Porque Naíma es mi dama de compañía — sonrió con maldad — se está encargando de acompañarme a hacer las compras y todo eso que se necesita para la ceremonia.


El castaño miro hacia la chica, esta tenía la vista clavada en el suelo y sus manos tenían estrujando la bolsa que se encontraba entre ellas.


— No hagas esto Dánae — su quijada se encontraba tensa — sabes que....


— Pero que dices — lo interrumpió — si la omega y yo somos buenas amigas — camino hasta llegar a lado del puro, coloco su brazo sobre la cintura, abrazándolo — si hasta ya le he comprado un vestido para que asista a nuestro día especial — hizo una fingida mueca — aunque tú no has comprado mi anillo, he visto unos muy lindos en la joyería.


— Que bueno que has llegado hija — el Alpha llego con aires de grandeza — los necesito a los dos en mi despacho, necesitamos definir la fecha de la alianza y todo eso — miro a la omega — tú, vete a tu área — hizo un ademan con su mano, echándola — ya sabes que esta manada no mantiene a los holgazanes.


— Basta — siseo con rabia Thiago — una ofensa más y todo se va al carajo Truman.


— Estas en mi manada Thiago, aquí yo hago lo que me plazca — dijo con desdén — ¿Qué no me escuchaste estúpida?, lárgate.


No hubo más palabras, la bestia había defendido lo que amaba y protegía con su vida.


Thiago se había abalanzado hacia Truman, sus ojos color carmesí reflejaba el sentimientos que dominaba en ese instante, los guardias le quitaron de encima al puro, sus garras habían sustituido sus manos y los colmillos habían crecido, eso estaba mal, realmente muy mal.



Fue cuestión de minutos, los guardias tenían presos a ambos, la mirada del viejo Alpha ambicioso relucía; miro con desprecio a la omega quien luchaba inútilmente por liberarse.





— ¿Por esta cosa insignificante pretendes dejar a mi hija? — pregunto con una mueca de asco — te aconsejo que lo pensaras muchacho — camino hasta la chica y tomo su quijada — y mientras lo haces, esta sabandija tendrá una muy buena estadía en los calabozos — sonrió con maldad — ¡llévensela!.



— ¡No! — el chico forcejeo con los guardias — ¡suéltenme maldita sea! — gritaba con rabia.



Naíma pataleaba e insultaba a los hombres que la llevaban a los calabozos; ese lugar tan asqueroso que era temido por todos los integrantes de la manada.



— Solo hay una manera para que ella salga de ahí — esta vez hablo Dánae — y si te comportas quizás piense en no hacerle daño a su familia, ya sabes, aquella chiquilla ¿Cómo se llama?... — dijo con malicia — oh, la pequeña Renata...



— No caerías tan bajo.




— Yo haría cualquier cosa por más poder — camino hasta llegar frente al chico — pensé que con el historial familiar que traes serias un poco más como ellos pero ya veo que no — su rostro quedo a centímetros — manos a la obra querido que la ceremonia no se planea sola — dejo un beso sonoro en su mejilla — la quiero en primavera.


El entendimiento lo golpeo de lleno, sabia porque lo quería ese día; no tenía escrúpulos, ni ella ni su familia eso le quedo más que claro.


— ¡Estás loca! — grito — toda tu familia y tu están enfermos...¡¿Qué no saben las consecuencias que habrá si hacemos la ceremonia?! — vocifero con cólera — ni todo el poder y dinero de mierda que tienen los podrá salvar...


— Como tú lo has dicho mi amor — contesto — tenemos poder y dinero, todo está solucionado — le hizo una señal al guardia para que lo soltara — tu solo preocúpate del traje y que toda tu familia asista que quiero conocer a mis queridos suegros....


Y sin más se dio media vuelta y entro a la mansión.



(...)









Su cuerpo era arrastrado sin ningún toque de delicadeza, las manos al redor de sus brazos ejercían más fuerza de la requerida y podía apostar que dejarían más que un par de marcas rojas en su piel. El tipo la arrojo en una asquerosa celda, estar en una de ellas era mucho peor de lo que pensaba, su cuerpo tembló al saber que no solo le harían daño a ella sino que también a su familia.



— No sé qué hiciste mocosa pero fue lo suficiente malo para estar aquí — hablo el tipo sin un atisbo de empatía — solo no duermas profundo que quizás no despiertes nunca.


Unas cuantas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, ya no lo soportaba, jamás se había sentido tan despreciada y humillada como ese día. Dánae la había mandado a llamar, le restregó sin consideración todos los planes de su día especial, la llevo a todos los lugares y termino en una boutique de vestidos de novia.


Se sentía destrozada.



— Jamás imagine que al encontrarte traerías más desgracias que dichas — susurro para sí misma — quizás debía aceptar la propuesta de Nadir....y no estaría pasando por esto.




Y solo quizás tenía razón solo quizás.



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¡Nos leemos después!


— Liz <3

Sacrificio [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora