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El ambiente de pronto se tornó tenso, los presentes aún se mantenían sorprendidos por tal revelación, pero había alguien todavía más consternado


— Mía... — repitió en un balbuceo, su mirada perdida en aquel vientre de solo tres meses — ella es mía.


Camino lo poco que quedaba entre su pequeña y él, se arrodillo torpemente para quedar a la altura del vientre de Leah; con su cuerpo tembloroso poso una mano sobre el vientre, que aun con una tela de barrera, sentía la calidez que desprendía aquel cuerpecito.


— Al fin te encuentro — susurro para el mismo y sin evitarlo, un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas.


Victoria retrocedió unos cuantos pasos hasta que supo que no aguantaría más, en silencio y sin decir nada salió de aquella casa, necesitaba tiempo, necesitaba estar sola para poder asimilar todo lo que había presenciado. Sin embargo, Ethan camino hasta quedar detrás de Damián, coloco una mano en su hombro, debía regresarlo al aquí y ahora, necesitaban hablar.



— Damián — hablo fuerte y claro — vamos al despacho.

— No — respondió con decisión, se puso de pie y su cuerpo cubrió la fisionomía de Leah — no puedes alejarme de ella, es mía...


— No la alejare de ti — aseguro — solo necesitas calmarte — hablo lentamente, sabía que un paso en falso y el lobo cometería una locura — Leah nos acompañara, así que, vamos al despacho.


Thiago miraba la escena aun perplejo, no creía lo que acababa de ver.


Su hermanita...

Por la diosa, será una niña; y también era la mate de Damián, su pequeña hermana era la compañera del beta de su padre. Camino hasta el despacho de su padre donde esperaba escuchar cosas rompiéndose y los gritos entre esos viejos amigos, pero no hubo nada; abrió la puerta esperando ver un caos, el cual no encontró.


— Thiago — la voz de Ethan lo trajo de sus vagos pensamientos — ¿ocurre algo?

— Creí que es mi derecho también estar aquí — cerro la puerta y camino hasta estar cerca de su madre — soy uno de los próximos Alphas.... y ella es mi hermana.


El corazón de Leah latió desembocado al escuchar las palabras de Thiago, una calidez arrullo su corazón al saber que su hijo aceptaba a su pequeña.


— Sí, ella es tu hermana — acepto la mujer de cuencas color chocolate.

— Mi hija — secundo Ethan.

— Y mi mate.














(...)










Estaciono la camioneta frente a la casa de los Schmidt, pero lo que jamás imagino encontrar fue a Naima y Nadir juntos, abrazándose. Sintió un pinchar en su pecho y un malestar que revolvió sus entrañas; bajo con lentitud del vehículo y camino hasta quedar a unos metros de ellos.




— Espero estés tomando la decisión correcta — escucho la voz de Naima quien poco a poco deshacía el abrazo — piénsalo por favor...


— Es lo mejor para todos — su voz estaba teñida de derrota, amargura y dolor — ella no merece un compañero que no la ame por completo.




¿Acaso él....?




— Te vas — afirmo Thiago — eres tan cobarde al irte y dejar a mi prima con el corazón roto.



Sacrificio [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora