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Miro el color blanco de los narcisos, no pudo evitar una sonrisa boba, definitivamente había amado el detalle del puro. Tomo de nuevo la tarjeta y la leyó una vez más, sentía que estaba en una burbuja flotando en el aire.





"Feliz cumpleaños

Quizás no soy el primero en felicitarte, pero me encargaré de ser el último en estar contigo hasta que el reloj marque las 12:00y las felicitaciones no serán solo con tinta y papel.

Paso por ti a las 8

Ponte lo que quieras :D de todos modos siempre estas hermosa.

Atte: Thiago B. W."




— Si sigues sonriendo se te partirá el rostro en dos — la inconfundible voz de Nadir retumbo por la habitación — feliz cumpleaños — le tendió una pequeña caja envuelta con un moño.

— Gracias — ambos se fundieron en un abrazo.

— Vamos, ábrelo que quiero saber si la futura Luna de New Moon le ha gustado el obsequio de este pobre plebeyo — bromeo.

— No seas tonto — sonrió — si me lo has dado tú, seguro que me encantara.

Naima abrió la pequeña caja encontrando en ella un peculiar brazalete dorado con pequeños dijes de Lunas y estrellas.


Era simplemente hermoso

— ¿Y bien? — pregunto Nadir impaciente.

— Es hermosa — lo volvió a abrazar — muchas gracias.

— Te mereces esto y más.

— Nadir...— hablo la chica armándose de valor para preguntar lo siguiente: — ¿Qué paso con tu mate?


El joven agacho la cabeza, desde hace una semana que sus sentimientos eran un caos, desde hace una semana que la había visto y se había hecho adicto al dulce olor que desprendía Abril White.


— No lo sé — negó — estoy hecho un caos, sabes que el humano tiene sentimientos por ti — siguió — pero la bestia, él se ha enamorado desde el primer instante que su exquisito olor llego a nuestro olfato — dijo lo último apenas audible — el ama a su mate y yo te amo a ti.













(...)







Bajo las escaleras con un poco de cuidado, era uno de esos días donde calzaba un poco de tacón, aunque solo fueran de plataformas puesto que nunca había sido de las chicas que amare los tacones o algo por el estilo, pero la situación lo ameritaba.


— Pareces una princesa — dio pequeños plausos Renata mientras veía a su hermana bajar por las escaleras.


— La única princesa aquí eres tú — sonrió Naima mientras alzaba a su hermana y le daba vueltas, la niña soltaba innumerables carcajadas — feliz cumpleaños.


Ese día no solo era cumpleaños de Naima sino también de la pequeña Renata, las dos hijas de Carlos Schmidt quien había nacido en el décimo primer cumpleaños de su primera hija, Naima. Le entrego una pequeña caja con un moño; Renata enseguida lo abrió topándose con una delicada cadena con la inicial de su nombre como dije.


— ¡Oh! — exclamo la niña — está muy bonita ¡pónmela!



Naima soltó una carcajada ante la reacción de su hermana, enseguida saco la cadena de la caja para colocarla en el cuello dela niña.


Sacrificio [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora