I looked for you for sex

Capítulo 30

Al despertar de vuelta, sentí un gran peso sobre mi espalda. Un brazo rodeaba mi cintura mientras que un suspiro de aire caliente rozaba mi oreja. Al parecer no recordaba qué hice en la mañana, y no entendía el por qué él estaba en mi habitación durmiendo a mi lado.

<<Idiota, ¡él vino a traerte un pastel por tu cumpleaños y tú decidiste traerlo a tu habitación para que durmiera contigo!>> algo dentro de mí repetía esas palabras a gritos. Realmente odiaba mi mala memoria.

Con sumo cuidado retiré su brazo de mi cintura y me levanté quedando sentada en el colchón. Volteé a verlo y la expresión en su rostro me hizo sentir ternura, era como ver a un niño realmente cansado durmiendo, en sana paz, en total calma. Sentí el impulso de querer volver a acostarme a su lado y quedarme ahí solo para él. Quería estar allí a su lado solo para cuidarlo, tal como él lo habría hecho conmigo. Este tipo de sensaciones eran las mejores, y solo sucedía cuando me detenía a mirarlo o cuando me encontraba a su lado.

Me levanté de la cama en dirección al cuarto de baño, debía arreglarme, y no para la celebración, solo sentía la necesita de hacerlo. No quería despertarlo, así que traté de hacer el menor ruido posible. Tomé una rápida ducha y me arreglé solo un poco. Al dirigirme a la cocina escuché el tono del teléfono local; era mamá. Solo me llamaba para felicitarme y desearme el mejor día posible. Después de eso revisé mi móvil y era increíble la cantidad de mensajes que tenía. De compañeros de clase y familiares.

Ahora si iba a la cocina decidida a tomar mi desayuno. Había un gran alboroto en mi estómago. Y como era de esperarse tuve que desayunar cereal. Seguía sin abrir la caja que contenía el pastel, estaba decidida a esperar a que él se levantara para poder compartirlo. Y como por arte de magia, como si lo estuviera invocando, apareció él, se detuvo un momento en la puerta de la cocina vislumbrando la escena que tenía justo frente de si. Tan solo una chica tomando su desayuno.

Frotando su ojo izquierdo con su puño soltó un pequeño bostezo.

— ¿Qué hora es? — preguntó. 

— Tan solo las once y media de la mañana...

Él no hizo más que sonreír de manera adorable, se aproximó a mí lo más posible mientras yo llevaba lo que me quedaba de cereal a la encimera de la cocina.

— Sé que no es mucho pero... — dijo esto llevándose la mano derecha al bolsillo de su pantalón extrayendo de éste una pequeña caja blanca — No me dejaste dártelo cuando llegué...

Abrió la pequeña caja con cuidado y sacó de ella una pequeña cadena de plata, con un dige en forma de un girasol. Era verdaderamente hermoso. No podía creer que él hubiese gastado lo que fuera comprándome esa linda cadena de plata. Me conformaba solo con el pastel.

— ¡No se aceptan devoluciones!

Dijo esto manteniendo una gran sonrisa.

— Pero...
— Ven aquí, voltéate...

Se acercó a mi espalda para ponerme la cadena, la cual me quedaba justo a la medida. Al voltear noté un pequeño brillo en sus ojos. Eran parecidos a los de una persona realmente cautivada por otra. ¿Y si en verdad él comenzaba a sentir algo por mí? ¿Y si mi "mejor amiga" siempre tuvo la razón?

— Que hermoso... — susurró, esas palabras entraron a mis oídos como una perfecta y corta melodía.

Mi corazón dentro de mí saltaba de alegría y mis nervios estaban por las nubes. Sentía que iba a desmayarme de la emoción, él siempre había logrado causar esas sensaciones en mí con tanta facilidad. Lo cual siempre había hecho que mi admiración por él creciera cada vez más. Y estaba decidido, lo supe en ese entonces. Él debía ser solo mío, de nadie más.