Capítulo 13

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El partido quedó empatado, y todos los jugadores se dirigían a los vestidores, incluido él. Me quedé allí esperándole mientras él se cambiaba.

Al pasar varios minutos él salió, y con él todos los jugadores, la cancha seguía llena de personas, incluyendo a los jugadores con sus amigos. Él me hizo señas para que fuera hacia donde estaba. Bajé rápidamente los escalones de las gradas en dirección a la cancha encontrándome con él.

— ¡Juegas de maravilla! — dije, dándole un leve golpe en el hombro.
— ¡Gracias— se sujetó el hombro fingiendo dolor. Ambos reímos.

A los pocos minutos una chica muy alta pasó a mi lado batiendo su abundante cabello rubio; tenía unos lindos ojos color azul cielo y unas largas pestañas... Sin duda era una chica con un físico increíble. Volteó a verme de una manera algo desagradable; con el ceño fruncido. Mirándome de arriba a abajo se dio la vuelta para verlo a él. Lo saludó impacientemente con un beso en la mejilla y un pequeño abrazo. Él no fingió sorpresa, estuvo tan relajado. A diferencia de mí, él si sabía interactuar con las personas.

La altura de la chica hacía que desapareciera de la vista de él. Ambos eran increíblemente altos. Durante varios minutos estuvieron conversando fluidamente... Y pues, yo solo estaba mirándome las uñas, ya que no tenía con quién conversar. Aunque admito que sentía cierta curiosidad por saber sobre qué hablaban. Y también sentí algo de celos, pues la chica estaba muy pegada a él, mirándolo con cierta ternura y tocándole los hombros de vez en cuando.

<<¡No lo toques! ¡Imbécil!>> por un momento imaginé estar diciéndole eso a la chica para así hacer que se fuera de una vez por todas. Pero no, eso no pasó.

Por último la chica su fue dejándonos solos. Estuve a punto de darme la vuelta y marcharme pero en vez de eso me aproximé a él lo más posible y lo abracé, pasé mis manos lentamente por su espalda atrayéndolo a mí. Y él me correspondió el abrazo de igual manera. Luego me apartó un poco y me preguntó.

 ¿Ocurre algo?

Y negué con la cabeza. En realidad no ocurría nada, es solo que sentí la necesidad de querer abrazarlo. Y lo hice. ¡Tuve iniciativa!

De un momento a otro nuestras miradas se encontraron. Quise saber lo que pensaba, al igual que supuse que él también quería saber lo que pensaba yo. Me sujetó de la mano halando de mí para llevarme a algún lugar, aunque no supe a donde iríamos le seguí. No tardé en darme cuenta de que nos dirigíamos a los vestidores.

— ¿Por qué me traes aquí? —le pregunté. 

— Shh, ¿de acuerdo?  —enarcó las cejas asintiendo.

Los vestidores estaban vacíos, y era raro verlos tan pulcros, con lavamanos a los costado y enormes espejos. Él de inmediato cerró la puerta asegurándola con una vara de metal que encontró en el piso y se dirigió a mí. No supe qué hacer. Estaba inmóvil, solo mirándole. Éste se aproximó a mí lo más posible mirándome fijamente.

— Está bien... La razón por la que te traje aquí es porque...

Se quedó un par de segundos en silencio, luego me sujetó de la cintura y me besó, ese contacto me causó escalofríos. Algunas personas dicen que el primer beso sabe a manzanas. Otras personas dicen que el contacto físico en la misma zona con aquella persona es agradable si hay una fuerte tensión o conexión sexual. En ese momento, en el que unes esa parte de tu cuerpo la cual irradia la cálida temperatura de nuestro cuerpo con la de la otra persona suele causar sensaciones inolvidables. Por algo se dice que nuestro primer beso debe ser el mejor, debe hacerte sentir bien para poder querer más de la otra persona. Y ahí es cuando nuestra "tensión sexual" aumenta significativamente sin que nos demos cuenta. De inmediato me aparté.

—Es que... No creo que esté bien... — dije algo avergonzada, pero dentro de mí sabía que ansiaba que más momentos así pasaran. 

— Deberías aprender a confiar en .

Quitándome la gorra sujetó mi cara de una manera delicada juntando sus labios con los míos, dejándome llevar le seguí el paso, introdujo su lengua en mi boca encontrándose con la mía, ambas jugaban de manera delicada. Era realmente placentero, al principio no supe por qué estaba haciendo esto, pero que mas da. Él me estaba besando.

De inmediato me tomó por la cintura alzándome haciendo que mis piernas rodearan su cintura, lo sujeté de la cara besándolo con más fuerza aún. Éste se aproximó a sentarme en un lavamanos mientras le besaba, luego se apartó de mí un poco mirándome. Su respiración era agitada al igual que la mía.

— Vas a volverme loco... — dijo seriamente.

Éste rápidamente comenzó a besar mi cuello, pasando su lengua por éste, se sentía tan bien.

—Oh, Santo Cristo... — se me escapó un pequeño gemido.

Luego volvió a alcanzar mis labios besándome rápidamente, ambos estábamos desenfrenados. Le aparté con un pequeño empujón.

—Debo decirte algo... — le dije.
— Lo que quieras.

Supe que antes de llevar esto a otro nivel, era el momento exacto para decirle que yo era la autora de la carta.

— Cariño, he sido yo... — tomé una pequeña pausa respirando profundamente para calmarme un poco — Yo he sido la que redactó aquella pequeña carta para ti. Siento no haberte dicho esto pero, estuve esperando el momento.

No fingió sorpresa, solo estuvo mirándome. Ambos estábamos a la misma altura, ya que estaba sentada en el lavamanos. Así que solo dijo.

— Siempre lo supe... — hizo una pausa — He notado como me miras, como actúas cuando me encuentro cerca de ti. Es evidente

— Esta bien, me gustas. ¿De acuerdo? Y la verdad es que no sé por qué razón pero - se me escapó una sonrisa—, sé que eres un chico realmente maravilloso...

Continuó mirándome mientras hablaba, parecía un niño pequeño viendo algún juguete que le gustara o algo así. Por unos momentos sentí vergüenza, y me sorprendí de que al fin reuní fuerzas para decirle.

— Creo que yo también siento algo por ti...

Quedé atónita. ¿Era posible? ¿Todo esto estaba pasando en serio? Mi corazón iba a mil por minuto, sentía como si quisiera salirse de mi pecho.

— Te deseo justo ahora, y cada vez que te veo es lo mismo. Pero tu inocencia impide que quiera hacerte lo que quiero hacerte justo ahora.

Esto lo dijo sonriendo. Estaba sonrojado. Primera vez que lo veía de esa manera.

— Yo también te deseo, y no sabes cuánto — alcancé a decir.

De pronto él volvió a besarme; pasé mis manos por debajo de su camisa, sentí sus abdominales. Estaban muy marcados. Él me detuvo apartando mis manos y luego me dio un abrazo. Me bajó del lavamanos y salimos de allí.

I looked for you for sex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora