Capítulo 16

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Su casa era muy bonita por dentro, con cuadros colgados por todas partes y un candelabro en el centro muy llamativo. Era precioso. Me entretuve un rato mirando todas las cosas que habían dentro de ella; plantas aromatizantes, figuras de vidrio y cosas por el estilo. Realmente le daban un buen aspecto a la casa. Él me seguía por detrás a paso lento y luego me sujetó de la mano.

— Ven, vamos... Por aquí — dijo.

Me llevó hasta una sala algo más pequeña, era como una especie de mini-biblioteca. Tenía libros por todos lados, estaban desordenados.

— Vaya... — dije algo asombrada.
— Es de mi madre. Me pidió que colocara los libros de vuelta en los estantes.
— De acuerdo — dije.

<<¿Me trajo aquí solo para ayudarle a colocar libros en los estantes?>> No pude evitar sonreír.

Me senté un banco de madera que había a mi lado y comencé a echarle vistazos a los libros, algunos eran religiosos, otros eran recetas de cocina, y algunos de historia, estuve sorprendida de que su madre tuviera esa gran cantidad de libros. Él y yo hablábamos mientras los íbamos colocando, estuvimos riendo un buen rato y compartiendo opiniones sobre los libros que habíamos estado viendo. Al parece al igual que yo, él leía.

Mientras ojeaba uno de los libros me detuve a mirarlo. Se veía tan encantador. Me gustaba mucho su perfil, su perfilada nariz, la forma en como su cabellos caían haciendo que parte de su rostro quedase cubierto por éste. De inmediato se percató de que lo estaba mirando y me preguntó.

— ¿Por qué me miras de esa manera?
— Es solo que... me pareces realmente atractivo — le respondí. Me maldije mentalmente. Al parecer estaba pensando en voz alta.
 Pues también lo eres — añadió.

Aún así no aparté la mirada, estaba fascinada de mirarle. Era como cuando tienes la sensación de no poder apartar la mirada de algún sitio. Luego de un par de minutos me percaté de que la situación se estaba poniendo incómoda y dije:

— Lo siento, debo irme. Debo hacer algo con mi madre justo ahora...

Me maldije mentalmente (si, otra vez), como era posible que a esas alturas aún no era capaz de estar a solas con él sin estar haciendo de los momentos los más incómodos de la historia. Y además, apenas había llegado.

Me levanté del banco de madera y guardé mi móvil en mi bolso. Me lo coloqué en los hombros y me dirigí a la puerta. No noté que él me estaba siguiendo y justo antes de llegar a ella él haló de mí empujándome contra una pared. Sentí algo de dolor, pues lo hizo de manera brusca. Pero sabía que él no era capaz de hacerme daño.

Se aproximó a mí de inmediato quedando justo frente a mí, presionando su cuerpo contra el mío. Subí la mirada para verle y él se acercó para plantarme un beso en los labios. Primero fue de manera suave, pero conforme pasaban los segundos lo hacía de una manera apresuradamente extraña.

— Te necesito... y que también me necesitas a . Quédate conmigo, por favor — dijo aparatándose un poco de mi rostro.

No supe que decirle. Pero en realidad quería decirle que si tenía razón, lo necesitaba más que él a mí. Esta vez fui yo la que volví a besarle, lo hice de una manera lenta, para poder disfrutarlo mejor. Amaba la textura de sus cálidos labios. Por alguna razón hacían que perdiera la noción del tiempo, y que de alguna manera no lograra pensar con claridad. Opté por morderle el labio inferior. Escuché como se le escapó un pequeño gemido. Me miró por unos instantes y luego me alzó, rodeando su cintura con mis piernas me quitó el bolso y lo lanzó a un lado. Se dirigió por los pasillos hacia una habitación algo grande y bonita. Era su habitación. Tenía una cama para dos personas y estaba toda muy limpia y ordenada.

— ¿Qué se supone que haremos acá? — le pregunté.

<<Ya veo porqué me considera inocente, no vendríamos aquí solo para ver la colección de discos que tiene>> pensé.

— Algo que debimos haber hecho hace mucho tiempo...

I looked for you for sex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora