Se acercaban las fiestas navideñas y en parte me ponía feliz por ello, pero por otra no, porque no sería igual sin nuestro padre y como nuestra familia tenía como costumbre celebrarla en casa como una pequeña familia, esta vez viajaríamos hasta Ciudad Real, para celebrar con toda la familia, pues nuestra madre tenía ascendencia española por parte de nuestra abuela Teresa, quien siempre había querido cocinarnos comida española y ahora que estaríamos allá, ese tipo de comidas no faltarían en la mesa. Nuestra madre aún se encontraba organizando algunas cosas en la habitación, mientras Abel y yo esperábamos en la sala junto a nuestro tío Martín, quien en realidad no era hermano de nuestra madre, pero fue un gran amigo durante la juventud y era como un hermano para ella.
— ¡Amelia! Vamos, por favor... Ya estamos muy atrasados, perderemos el vuelo —Advirtió él.
— ¡Ya voy! Puedes ir encendiendo el auto —Sugirió nuestra madre.
— No ha cambiado.
—Siempre está atrasada. —Respondió Abel.
— ¿Ya saben español?
—Un poco... Todavía se nos dificultan algunas palabras.
—Ya aprenderán.
—Se decir "Hola", "¿Cómo estás?", "Bien, gracias", "Te amo mucho" —Dije con un poco de dificultad— ¡Oh! también "Adiós" y algunas otras cosas.
— ¡Excelente! Intenta sobrevivir con ese vocabulario tan extenso al menos un día en Madrid. —Bromeo el tío Martin.
Teníamos nuestras maletas a espaldas y al final, luego de un par de minutos más, nuestra madre ya estaba lista. Llegamos al aeropuerto, un poco atrasados, pero ahí estaba Raúl, un amigo de la familia que conocía a mi padre y quien trabajaba en la aerolínea, gracias a él, podíamos tener acceso a los mejores vuelos, de primera clase y a precios accesibles — ¿Los pasaportes? — Fue lo único que nos pidió. Tomamos uno de los carritos y allí colocamos las maletas, la de nuestra madre era la más grande, por lo que tuvimos que ponerla en un carrito aparte, pesaba toneladas, siempre decía que mamá llevaba ahí meteoritos.
Madrid, España.
Llegamos a las 6 de la mañana. Normalmente se viaja hasta la capital en avión, pero quisimos tomar el tren en Atocha hasta el pueblo. Las 7 de la mañana, sale puntual. A través de una pantalla podíamos comprobar que velocidad alcanzaba aquel tren, 300 km/h para ser exactos, pero luego andaba a aproximadamente 200 km/h. A pesar de no sentir esa velocidad mientras te encuentras dentro de los vagones, habían momentos en que se me tapaban los oídos, esa sensación muy similar a cuando vas en el avión. En realidad el trayecto es muy confortable. En menos de media hora nos encontrábamos en Ciudad Real, hicimos una parada de unos cinco minutos o seis y sobre las 7:35 de la mañana ya nos hallábamos cerca de Alcázar de San Juan. Por la megafonía del tren nos informaban en inglés y por supuesto, en español, se alcanzaba a notar que la persona que hablaba no es anglohablante, ya que hacia un esfuerzo por expresarse en este idioma. Algo que se le agradecía.
— ¡Llegaron!
— ¡Madre! Ya estamos aquí —Dijo mi madre emocionada —Él es Brent, el menor.
— ¡Oh! Pero si se parece a Andrew —Manifestó la abuela Teresa.
—La abuela dice que te pareces a tu padre —Tradujo mamá.
— ¿Y Abel? —Pregunté
—No —Abel paso su mano por mi cabello —Yo me parezco a nuestra madre.
— ¡Pasemos a la sala! —Intervino la abuela.
La abuela tenía un obsequio en sus manos, tenía forma rectangular y no muy alta, tipo las cajas de pizza, pero no tan cuadrada y un poco más alta, estaba envuelto por un papelillo brillante de color azul celeste y lo adornaba un listón del mismo color pero en un tono más oscuro y mate.
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Sin Miedo A Nada
RomanceSinopsis Brent, de una familia inglesa de clase alta, que desde la infancia siempre ha sido un chico recto, se encuentra con otro chico, Ian, en un casual partido de fútbol soccer, provocando que las cosas cambien un poco. Con el apoyo de sus famili...