XVIII

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Esa noche me sentía en trance, estaba temblando y mi corazón latía muy fuerte, estaba reprimiendo unas fuertes ganas de llorar. Respiraba tan lentamente porque no confiaba en mi propio pulso. Me encontraba en una habitación que no era la mía, sentado en el medio de una cama en la que no duermo, la luz estaba encendida, pero sentía como si estuviera en una oscuridad total. Me sentía solo en ese instante como nunca creía haberme sentido antes, anhelaba poder hablar, pero al mismo tiempo no lo quería. Esa noche había conocido a la persona que conducía el auto que mato a mi padre y no fue hasta ese momento que me di cuenta que era la mujer quien le había dado la vida al chico que amaba. Abrió la puerta — ¿Brent? — Y se quedó por unos segundos plantado en la entrada de la habitación, como si algo le impidiera continuar. Esclareció su garganta y de un impulso se acercó un poco más a mí, sus ojos llenos de compasión me envolvieron.

— Lo lamento mucho —Dijo Ian, al pasar su mano por un costado de mi rostro.

—Está bien...—Respondí con dificultad.

—No —Dijo, negando con la cabeza —No es cierto, no está bien. Yo solo...

—Ya.

—Esto es una mierda.

— ¿Podrías darme un minuto? —Le pedí, respirando hondo.

—Brent — Quiso tomar mi mano, pero casi de forma automática lo esquive — ¿Qué puedo hacer por ti?

—Nada... Absolutamente nada. Déjame aquí —Luchaba por no derramar ni una sola lágrima frente a Ian — ¿Podrías darme un minuto?

—Brent, yo...

— ¿Por qué no vas y te reúnes con el resto? —Ian negó con la cabeza.

—Lo lamento tanto.

—Anda, ve... Yo estaré bien.

—Está bien, como quieras.

Me recosté sobre la cama, con las manos debajo de mi cabeza y la mirada clavada al techo, recordando una y otra vez las palabras de la señora Smith, que retumban en mi cabeza como el golpeteo de un martillo. Pensé en mi madre y casi instantáneo, gire la cabeza y mire hacia un costado, mi teléfono se encontraba sobre una mesita junto a la cama, estire una de mis manos para alcanzarlo y cuando lo encendí, me dirigí rápidamente hasta la lista de mis contactos y me detuve en "Madre", me quede allí por un breve momento y decidido le marque.

— ¿Hola? —Contestó.

—Madre.

—Brent, cariño.

— ¿Podemos hablar?

—Eh...— Tosió un poco — Sí.

—Porque puedo llamar luego, quizá mañana.

—No, no, está bien — Aclaro su garganta — Bueno estaba por irme a la cama, pero dime.

—Bueno...

— ¿Cómo estás? ¿Qué tal va todo?

—De maravilla —No sonaba convincente.

— ¿Seguro?

—Quiero contarte algo...

— ¿Sucede algo?

—Sí... —Dude por un momento si contarle lo que la señora Smith me había confesado en ese momento era lo más adecuado, pero luego de un breve momento, desistí — Solo llamaba para decirte que todo está siendo increíble.

Sin Miedo A NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora