XV

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A la mañana siguiente, el ruido de las impacientes aguas me despiertan despaciosamente, mientras yo aún me encontraba deambulando por el borde de su mejilla, a veces sentía la necesidad de pellizcarme el brazo o que alguien me lanzara una cubeta llena de helada agua, y allí, cuando entonces me doy cuenta que era real y él, un poco mío. Ian estaba afuera, podía escuchar desde la tienda que hablaba con alguien, pero solo escuchaba su voz, por lo que supuse estaba en una llamada telefónica con alguien.

— ¿Con quién hablabas? — Pregunté luego de que colgase el teléfono.

—Era mi madre...

— ¿Qué quería?

—Se preocupó un poco, pero le dije que estábamos cerca.

—Está bien... ¿Te parece si nos metemos al lago?

— ¿Hablas en serio?

—Sí.

— ¿Estás loco? ¿Has visto qué hora es? —Dijo revisando la pantalla de su teléfono —Debemos llegar a casa para antes del almuerzo.

—Pensé que eras más divertido.

— ¿Qué dices?

— ¡Aguafiestas!

—Lo consideraré — Dijo mientras me tomo por la camiseta.

Pasado un rato, me situé entre sus piernas, con la mirada frente al lago. Él se recostó sobre mi espalda y escabullo sus manos debajo de mi camiseta, acariciando mi abdomen. Sentir sus dedos sobre la piel era demasiado para mí. Me resbale un poco y deje caer mi cabeza sobre sus piernas, él se acercó a mí, rozó sus labios con los míos y tras obsequiarme su bella sonrisa, pude descubrir una vez más su aliento. Me besó. Recordé ese de la noche anterior, sabor a delirio. Espero unos segundos para levantarse, comenzó a quitarse la ropa, quedando solo en bañador, luego tiro de mi mano para que me levantara — Creí que no querías —Dije con una mirada incrédula. Yo continuaba sentado, como si quisiera desafiarlo y fue allí cuando dijo: "O te quitas la ropa o te tiro vestido. Lo que prefieras". Cuando se acercó, levante mis brazos, invitándole a que me quitara la camiseta. Así lo hizo, despacio, como si quisiera evitar rozarme. Aun así, noto como mi piel se había erizado por la brisa fresca. Me puse de pie, me deshice del pantalón y lo tome de la mano. Nos metimos de golpe, sin pensarlo. Se abrazó a mí, como queriendo resguardarse del frio. Sostuve su rostro entre mis manos y lo besé de nuevo, de la forma más apasionada que pude. Nunca había besado a alguien más como lo hacía con Ian. El me seguía, con sus manos sobre mi cintura, apretando mi cuerpo mojado junto al suyo. Como si me pidiera que no me separase nunca. Y así lo hice. Seguí junto a él varios minutos.

30 minutos después, estábamos entrando a Aylesbury, hubiésemos llegado un poco antes, si Ian no se hubiese pasado de largo por la carretera que nos llevaba directo, tuvimos que regresar y aprovechamos para cargar combustible. Cuando llegamos a casa de los padres de Ian, los nervios me invadieron por completo, allí fue cuando lo entendí, cuando fue su turno de conocer a mi madre, ahora seguía el mío.

— ¡Ian, hijo!

— ¡Padre! —Respondió con gran entusiasmo — Es grandioso volver a verte.

—Opino lo mismo... Pensé que no vendrían.

— ¿Cómo crees? Tuvimos un pequeño incidente cerca de aquí —Ian volteo a mirarme con una sonrisa en su rostro.

— ¿Qué paso? ¿Están bien?

—No te preocupes, estamos bien... ¿Cierto Brent?

—Oh... Sí, claro, señor. Solo nos pasamos un poco y tuvimos que regresar

Sin Miedo A NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora