Epílogo.

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Las vacaciones por Navidades eran por fin un hecho para los alumnos del colegio

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Las vacaciones por Navidades eran por fin un hecho para los alumnos del colegio. En general el mes de diciembre era todo un dolor de cabeza para los estudiantes, entre sus deseos por volver a casa y el tener que enfrentarse a una última prueba con los exámenes de fin de año como pase para poder volver, no había quien pudiera terminar cuerdo después de eso. De igual manera los regalos navideños, el calor del hogar y las buenas cenas parecían buena recompensa para cualquiera.

Otabek Altin sabía de antemano que esas vacaciones no volvería casa. Si bien internamente deseaba tener la habitación de Ravenclaw para él solo, la paz del castillo y el silencioso ambiente de la biblioteca, lo cierto era que si lamentaba un poco el ser consciente de que su madre y sus hermanas estarían visitando a algunos familiares lejos de Kazajstán... Familiares por los que el Kazajo no sentía ni un mínimo de aprecio, no después de las múltiples y muy variadas muestras de desdén que estos le ofrecían luego de que su salida del clóset se hiciera más que pública entre los chismorreos de la última visita en Hogsmeade.

El joven cuervo regresaba de la lechuceria después de enviar la última carta a sus hermanas y su madre, desde las alturas logró ver como el resto del alumnado comenzaba a vaciar el enorme castillo con bolsos y maletas.

Fue inevitable sentir algo de nostalgia y de igual manera, agradeció silenciosamente no tener que decir Hasta pronto a ninguno de ellos. Incluso a Yuri, quien, según sabía, regresaría a San Petersburgo con su abuelo por lo que la charla en Las 3 escobas, con las declaraciones manifestadas en ella, fueron suficiente "despedida".

Tan pronto como comenzó a nevar, Altin corrió de regreso al castillo tan rápido como le daban las piernas. Bendito clima. Sin embargo, quizás debió poner más atención en el camino...

— ¡Fíjate por dónde vas, imbécil! — rugía un Yuri Plisetsky más que furioso, sobandose el hombro que aparentemente había recibido todo el impacto luego de chocar con ese idiota que parecía no tener ojos el la cara como para estamparse de esa manera con la gente.

El pequeño prodigio de Slytherin no se encontraba de buenos ánimos como para estar tolerando esta clase de cosas. No cuando su temperamento andaba más que hecho mierda luego de descubrir que por lo visto el abuelo tenía mejores cosas que hacer, por ejemplo, querer pasar la Navidad en compañía de ciertos familiares suyos que no le simpatizaba en absoluto.

Y no era que le molestaran continuamente por ser el niño abandonado por su madre sin magia, pero... Nah, la verdad era que si eran esas razones por las que había decidido no volver a casa, no en esa navidad. Ya tendrían tiempo de ponerse al día en verano, sé pensaba Yuri mientras iba de camino a la lechucería solo para enviar una carta en la que pudiera asegurarle a Nikolai Plisetsky que no tenía nada de qué preocuparse.

Yuri, la verdad sea dicha, se encontraba bastante decaído con todo ese asunto... ¿Por qué habría tomado el abuelo esas medidas? ¿Acaso no la pasaban bien ellos dos solos? Se preguntaba mirando sin ver el suelo por el que caminaba, completamente ajeno al ruido que hacían sus compañeros esa mañana para llegar a tiempo a sus hogares y celebrar la Navidad... Quizás y si una poca de culpa si que tenía en ese pequeño "accidente", pero claramente no lo admitiría y menos si aquel pobre incauto le servía para derramar toda la bilis que se venía tragando desde que inició el día.

Auténtica AmortentiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora