Capítulo XII

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El camino por la torre a la lechucería era largo, dentro de sus bolsillos de la túnica llevaba siempre consigo la varita y era esta la que le ayudaba a hacerse con pergaminos y tinta de emergencia

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El camino por la torre a la lechucería era largo, dentro de sus bolsillos de la túnica llevaba siempre consigo la varita y era esta la que le ayudaba a hacerse con pergaminos y tinta de emergencia. Agitado logró llegar a la cima, rebosante de emoción de poder escribirse con el abuelito Nikolai luego de todo lo acontecido en los últimos días. Ni siquiera con él había tenido contacto recientemente y lo lamentaba.

— Vamos, te quedas aquí y nada de querer cometer suicidio. — le advirtió al hurón, colocándolo sobre la mesa que fungía de escriba en la lechucería con candelabros flotantes encendidos para aquellos mensajeros nocturnos.

Fue así que comenzó a escribir algunas líneas:

— "Más vale que no te rías, pero ya sabes que aunque gay, siempre tuve aspiraciones altas, abuelo. No estoy seguro de qué va todo esto..."

Algunas cosas se las leía en voz alta, otras simplemente las redactaba en silencio.

— "Tal vez tuvieras un poco de razón, pero solo un poco, puede que remotamente Otabek Altin si me guste después de todo. O quizás que mis novios anteriores no eran tan buenos en realidad, aunque a ti ninguno te parece bueno, abuelito." — cada tanto se detenía a leer y releer.

La propia Potya ya estaba en la mesa, al lado del hurón, esperando.

— "Pero Otabek es bueno, siempre me dijiste que debía intentar acercarme a él y no sabías de él más de lo que yo mismo leía sobre él en las revistas".

La misiva terminó de ser escrita con un "Espero que algún día podamos ir con mi nuevo amigo a un juego tradicional de los Spartak, 'abue'. Nos estamos leyendo pronto" y, luego de ver que Potya intentaba empezar a agredir al pequeño hurón, fue que le entregó el sobre con su carta para ser enviada hasta San Petersburgo.

— Largo camino, cariño... — le advirtió a la lechuza acariciándole la cabeza.

Potya se marchó, el hurón parecía ahora estar en el gorro de su túnica buscando cobijo, Yuri bajó la escalera de caracol un tanto más tranquilo de que el abuelo estuviera al día. Los pasillos del castillo le parecieron menos hostiles y al llegar a la entrada de las mazmorras sacó al polizón de su túnica para colocarlo en el suelo.

— De Slytherin no eres, nadie te reclamó y eres muy adorable para pertenecer a alguien de ellos. — le habló al animalito, encuclillado para intentar que le entendiera. — Así que ve con tu dueño. Seguro un día de estos volvemos a encontrarnos.

 Seguro un día de estos volvemos a encontrarnos

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Tenía que salir de ahí. Era realmente una necesidad "ponerse a salvo". Se sentía como un intruso entre las palabras que le había escrito Plisetsky a su abuelo, por mucho que su corazón estuviera retumbando fuerte en su pecho al enterarse de los sentimientos de admiración previa y el reciente encanto que había nacido entre ellos.

Desde que consiguió huir a la amplia gorra de la túnica del rubio, luego de ser atormentado por esa molestosa lechuza, se quedó pensando si era prudente escapar ya mismo. Podía decirse que había experimentado el carácter de su reciente conquista gracias a la sola presencia de Jean y... no se avecinaba nada bueno de aquella transformación suya y es que no eran las intenciones de Otabek saber tanta información de pronto... No sabía cómo sentirse al respecto, solo era consciente de una felicidad alarmante y estremecedora.

Yuri Plisetsky le gustaba, a Yuri Plisetsky le gustaba. ¿Hace cuanto no sentía así por alguien? Dios... había tanto en que pensar. Nunca llegó a imaginar el volumen de cosas... Sentía que los sentimientos de Plisetsky iban mucho más allá que incluso los suyos, no lo sabía... Pero esperaba que cuando Yuri supiera de la naturaleza del hurón, tampoco se enojara.

Menos mal que nada más llegar a las mazmorras y el rubio le dejó libre. No dudó ni un segundo en salir huyendo de ahí, como si en cualquier momento Plisetsky pudiera llegar a mirar a través de él y juzgarlo por sus actos.

 No dudó ni un segundo en salir huyendo de ahí, como si en cualquier momento Plisetsky pudiera llegar a mirar a través de él y juzgarlo por sus actos

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¡CAPÍTULO ABSURDAMENTE CORTO! ¡OTRA VEZ!

Ah, ¿qué decirles? Esto de la extensión de capítulos es tan variado en esta clase de historias... cuando menos te das cuenta la adaptación de rol a fanfic tiene unos giros inesperados (?). Bien, aprovechamos para presumirles el cambio de portada, auspiciado gracias al staff de #RussianHeroes. Eso por un lado y por otro: No se asusten si en próximos días ven que desaparecen los capítulos, Auténtica Amortentia va a entrar en un cortito periodo de edición ¿bien? Para que no les surja la preocupación ¿de acuerdo?

Y por ahora eso es todo... Ojalá no sientan que se emocionaron por nada. Esta pequeña aventura con el hurón Otabek todavía tiene mucho por contar.

Saludos desde Chile y México <3

Auténtica AmortentiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora