Capitulo 8

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Quizá había estado demasiado tiempo sin disfrutar del sexo. Quizá estaba explotando. Lo único que sabía era que la idea de penetrar en la cálida humedad de __________(TN) lo enloquecía. La aceptación que ella había mostrado con tanta prontitud lo excitaba, al tiempo que la inseguridad de la chica lo enternecía. Con todo, no era capaz de solucionarle aquel problema. El no era un psiquiatra y, en cualquier caso, ella tenía dinero de sobra para acudir a su propio loquero.

Esperaría a la mañana siguiente, llamaría a su puerta y le contaría la verdad.

Justin sacudió la cabeza irritado, pero ¿qué Justin iba a decirle? La había obligado a mantener una relación sexual virtual; si ella lo delatara, lo despedirían seguro.

No, no podía confesarle quién era. Tenía que olvidarse de todo aquello. Ya la había asustado y __________(TN) ya no saldría al balcón a espiar a los vecinos. Tenía que esperar a que ella abandonara su apartamento por la mañana, entrar entonces con su llave maestra y sacar de allí la cámara de vídeo y el teléfono, y una vez los hubiera devuelto a su tío, tendría que marcharse de allí.

Debía olvidarse de lo de llamarla la noche siguiente. Ella volvería a casa y vería que todo había desaparecido, esperaría su llamada, preocupada por la idea de que él acudiera a la policía.

Con el tiempo, se daría cuenta de que el peligro había desaparecido. Aquel nuevo plan presentaba, no obstante, dos problemas: primero, a __________(TN) la aterraría que alguien hubiera entrado en su apartamento, así que cambiaría las cerraduras y se pasaría las noches, insomne , temiendo que él volviera para violarla; o quizá decidiera que la razón por la que no la había vuelto a llamar era realmente su falta de atractivo. A Justin no le gustaba la idea de provocarle más dolor, ya era una chica muy insegura.

El segundo problema le afectaba más directamente. La pequeña experiencia de sexo telefónico que habían tenido había sido una de las mejores que él había disfrutado jamás. Solía enorgullecerse de su capacidad de control y no recordaba cuándo había sido la última vez que la había perdido de aquella manera. Probablemente a los diecisiete años cuando, repleto de testosterona, se pasaba los días yendo por ahí con una tercera pierna.

Ahora se empalmaba sólo con pensar en __________(TN) y la verdad era que no quería marcharse de allí.

¿Qué Justin iba a hacer? ¿Cómo salir de aquel atolladero sin que ninguno de los dos saliera perjudicado?

El sábado por la mañana, __________(TN) se despertó a las nueve y media, mucho más relajada que en las últimas semanas. Tumbada cómodamente entre almohadas, dedicó un rato a pensar en la noche anterior.

Siempre había sido una persona cuidadosa, organizada y disciplinada; nada que ver con la mujer que hacía unas horas se había desnudado para masturbarse con un consolador, mientras se excitaba manteniendo una sexual conversación telefónica con un desconocido. Y, sin embargo, no recordaba haber estado así de encendida antes, ni siquiera cuando se había acostado con Ryan.

Después de salir con Ryan Butler durante cuatro meses, él la había dejado, justo antes de que ella cumpliera los 19. Tres semanas después, Ryan había empezado a salir con Tricía, su hermana pequeña. Y ahora iban a casarse, otro pequeño notición que le había costado aumentar otros siete kilos a __________(TN) , quien, desde entonces, no había vuelto a acostarse con nadie. No es que hubiera estado enamorada de Ryan. En realidad, estaba bastante segura de que no lo había estado, pero lo de dejarla y empezar justo entonces a salir con su hermana pequeña la había destrozado.

__________(TN) no podía dejar de preguntarse si lo de su sobrepeso habría sido una de las razones por las que a Ryan se le habían quitado las ganas de estar con ella. Después de aquello, la idea de desvestirse delante de un amante potencial le resultaba insoportable.

Puede que aquello explicara lo fantástica que había resultado la noche anterior. Había sido capaz de disfrutar al máximo sin sentirse en absoluto avergonzada. Bueno, por lo menos no hasta que todo hubo terminado.

Ansiosa por olvidar todo lo que había ocurrido, se levantó de la cama de un salto y fue directa a la ducha. Tenía recados que hacer y había quedado para comer con sus amigas Dora y Leah a las doce. Puede que, si tenía tiempo, se pasara por el Museo de Arte y se diera una vuelta por la exposición barroca.

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__________(TN) ya esperaba sentada en la terraza del D'Maggío's de cara a la entrada cuando Leah Reece entró como una exhalación. El maître y los camareros acudieron pronto para atender a Leah; nada que ver con el rato que __________(TN) había tenido que esperar para que alguien se percatara siquiera de su presencia.

En fin, Leah no era precisamente de las que seguía de modo pasivo al maitre, sino, más bien, de las que atravesaba el restaurante a grandes zancadas con el jefe de camareros tras su estela, como si se tratara de un remolcador a la zaga de un ligero velero surcando los océanos. Leah, una morena estupenda y segura de sí misma, solía llamar la atención del resto de comensales, especialmente la de los varones.

Siempre había sido así. __________(TN) y Leah se habían conocido en el instituto cuando a esta última la habían cambiado de centro a mitad de curso. Hija del millonario Tex Reece, un empresario dueño de una revista, Leah era un marimacho desgarbado que pasaba de todo lo que interesaba a las chicas de su edad. En lugar de escuchar rock, prefería el jazz, y en vez de convertirse en animadora, decidió participar en el periódico escolar. En unos días, se había convertido en el objetivo preferido para la pequeña camarilla de adolescentes que controlaban la vida social de la gente de dieciséis años. Lo único que Leah consiguió con su indiferencia ante el ostracismo al que la sometían fue motivar a las abejas reinas para que la atormentaran aún más.

Bad Girl|HOT|Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora