Capitulo 63

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Con tanta actividad, el tiempo pasó volando en las horas que siguieron. Justin y ______ fueron hasta la Central de Policía, que se encontraba en el número 1.400 de la calle South Lámar. Por el camino, él le aconsejó:
—Cuéntales la verdad, pero no digas nada sobre tu afición a espiar a los vecinos.

Una vez allí, la condujo a la unidad de seguridad ciudadana para que presentara una denuncia y se quedó a su lado mientras relataba lo sucedido. ______ siguió su consejo y contó todo a los hombres que la interrogaban, excepto lo relacionado con sus actividades nocturnas.

Los agentes le enseñaron unas fotos extraídas de los archivos electrónicos policiales vinculados a Abruzzi y a sus colaboradores conocidos, pero ninguno de los rostros correspondía al que tenía pinta de ex marine ni a su acompañante. Luego se entrevistó con un caricaturista a quien describió a los dos matones.

Pasadas las nueve de la noche, ______ y Justin se reunieron por fin con un ayudante de la fiscalía del distrito y con la persona encargada de la unidad de seguridad ciudadana. Las noticias que traían no eran buenas.
—Señorita Austen, ¿está usted segura de que los dos hombres no mencionaron en ningún momento el nombre de Victor Abruzzi? —preguntó la capitana de la unidad, apellidada Torres.

—No —dijo ______ moviendo la cabeza—, pero no fue necesario. Yo sabía de sobra quién los había enviado.
El ayudante de la fiscalía, Jackson Green, un corpulento afroamericano, gesticuló extrañado.

—Me temo que eso no va a ser suficiente. No tenemos nada que vincule directamente al señor Abruzzi con la agresión.

—¿Qué está usted diciendo? —preguntó Justin—. El hombre la amenazó ayer y hoy le ha enviado a sus dos matones.

—Eso será según usted —replicó Green, quien, consciente de la agresividad en la voz de Justin, continuó—, y estoy convencido de que tiene razón. El problema es que no tenemos motivos suficientes que justifiquen su detención.

—Sí, pero seguro que sí hay los bastantes como para invitarle a responder a unas cuantas preguntas —insistió Justin, que miraba a la capitana Torres en busca de apoyo.

—Eso sí podemos hacerlo, ¿no? —Torres miró al ayudante de la fiscalía.

—Por supuesto. Sólo quiero que tengan en cuenta que Abruzzi no es ningún *******. Llamará a su abogado, y éste aparecerá aquí en menos de una hora —advirtió Green mientras reclinaba la silla hasta dejarla apoyada contra la pared.

—Telefonearé al teniente Jenkins para pedirle las grabaciones de Abruzzi que ha conseguido tu equipo, Justin —propuso Torres antes de que el policía pudiera intervenir—. A lo mejor ______ reconoce a los matones en las imágenes.

Ella reaccionó de inmediato.

—Muchas gracias, capitana, y a usted también, señor Green. Les agradezco mucho el tiempo que le están dedicando a este asunto.

—Parece agotada —sonrió Torres—. Vaya a tomar algo con su novio. Nos pondremos en contacto con ustedes en cuanto hayamos hablado con Abruzzi.

El camino hasta casa fue muy tranquilo. Justin, que estaba al volante, parecía estar absorto en sus pensamientos. ______ se debatía entre la curiosidad por saber qué estaría pensando y el miedo de que él estuviera enfadado con ella. En cuanto cruzaron el río Trinity y dejaron atrás Qak Cliff, preguntó:

—¿Adonde vamos?

Claramente sorprendido al oír su voz, Justin volvió a la realidad y miró a su alrededor.

—Pues no lo sé. Supongo que iba con el piloto automático puesto —explicó, y miró la hora—. Es bastante tarde, ¿dónde quieres que cenemos?

—¿Y si vamos al Café Brazil, en Cedar Springs?

—Esta bien, buena idea. Podríamos pedir un poco de ese chorizo brasileño —y giró en dirección norte por la 135.

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