Capitulo 17

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______ colgó y se dirigió a la puerta consciente de que aquello no quedaría así: su madre se la devolvería con creces. Por ahora, a pesar de todo, ______ podía disfrutar con la imagen de Victoria Austen completamente desencajada, sentada y con la mirada clavada en el teléfono.

Al cabo de unos minutos entró en el Jane's y echó un vistazo.

El bar era el típico local de barrio: máquinas de discos de vinilo a lo largo de dos de los lados y mesas pequeñas abarrotadas en el centro. Contaba también con una minúscula pista de baile que los fines de semana hacía las veces de escenario; aquella noche, por ejemplo, había un dúo, una pareja de la zona que tocaba a cambio de copas y propinas.
Eran las diez y media de un sábado por la noche y el bar estaba bastante lleno, de modo que ______ tuvo que conformarse con una mesa situada más cerca de la pista de baile de lo que quería. Se sentó y sonrió a Pete, el camarero, que, tras asentir, le entregó un botellín de cerveza, su habitual Budweiser Light, a Annie, la camarera, después de decirle algo.

—Hola, ______ —saludó Annie al depositar el posavasos y la botella—, ¿dónde está Leah?

—Ha quedado con un chico. Yo estoy esperando al mío —le gustó poder pronunciar aquellas palabras.

—Muy bien, avísame si me necesitas.

—Esta bien, gracias.

Había una sola pareja en la pista de baile y ______ los escrutó con actitud crítica: más que bailar, estaban toqueteándose.

—¿Quieres bailar?
______ levantó la cabeza y se encontró a Dennis, que mostraba una sonrisita burlona.

Dennis también solía ir a aquel bar casi todos los fines de semana, y siempre con ganas de ligar. Leah y ______ solían reírse de él por aquella obstinada búsqueda de entrepierna…, que acaba encontrando más a menudo de lo que ellas imaginaban. En cualquier caso, no es que estuviera bien, su éxito residía más bien en lo decidido que era.

—No, gracias, Dennis —respondió.

—¿Y por qué no? Tú estás sola, yo también y es sábado por la noche. Podemos hacernos compañía.

—No, gracias —repitió.

—Venga, anda, baila un poquito conmigo. Te invito a una copa.
—Creo que la señorita ya le ha dicho que no —tanto Dennis como ______ se pegaron un susto. La familiaridad de aquella voz hizo que ______ abriera los ojos exageradamente y tensara los muslos—. Siento el retraso, cielo —se disculpó Drew antes de inclinarse a darle un beso en la mejilla a ______.

—No te preocupes —tartamudeó ella.

Drew se incorporó y se quedó mirando a Dennis.

—¿Sigues ahí todavía?

Dennis mostró las dos palmas de las manos en actitud tranquilizadora.

—Lo siento, tío. No pretendía cazar en tu territorio —respondió antes de retirarse con andares desgarbados en busca de una nueva presa.

Drew se sentó en la silla que había al lado de la de ______. Se inclinó y le olió el cabello:

—Maravilloso, lo sabía.

Luego se recostó y le dedicó una sonrisa.
______, por su parte, se mantenía demasiado ocupada observándolo como para hablar.

Drew no había mentido sobre su cabello claro y liso; aunque lo llevaba corto, a ______ no le costó intuir los cabellos claros incipientes. Iba perfectamente afeitado y tenía aspecto de ser del centro del país: de mandíbulas marcadas y un aire ligeramente nórdico. Tenía los ojos almendrados y una boca bastante grande. ______ se lo imaginó chupándole el pezón y notó que el sexo se le estremecía.

Drew llevaba puesta una camisa azul, unos vaqueros y una cazadora. De repente tomó a ______ de la mano y la invitó a salir a la pista.

—Vamos a bailar, encanto.

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