Capítulo 5

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El chico sonrió al despertarse antes que Rebecca. Pensó en el día anterior y cerró los ojos una vez más para volver a abrirlos asegurándose de que lo que había pasado el día anterior había sido real. Se fijó en la morena que yacía apoyada en él. Había un sentimiento indescriptible al ver a una espía dormir junto a ti. Llenaba de orgullo saber que confiaban tanto en ti como para dejarse llevar por el mundo de los sueños. Eran gente entrenada para despertarse en caso de que una persona a metros moviera un pie e hiciera un ápice de ruido.

Se separó cuando entendió que ya había mirado lo suficiente a la chica como parecer un loco. La colocó con cuidado sobre el colchón acariciando el hombro que la habían herido en Sokovia, por mucho que Helen Cho dijera que no se notaba, él notaba la diferencia. Era parecida al resto de su piel, no igual (aunque no sería él quien se lo dijera a la doctora). Se estiró para caminar hacia el baño de la casa sonrojándose al ver las prendas de ropa tiradas en el parqué de la habitación. Solo había tres habitaciones sin papeles de por medio: la cocina, la habitación y el baño.

Al verse en el espejo suspiró frustrado, tenía cinco marcas en su cuerpo, dos repartidas por la zona derecha y baja de su cuello, una en la clavícula y por último dos en la zona izquierda de su cintura, justo donde comenzaba la "V". Soltó una carcajada tras unos segundos de tensión. Encendió el agua buscando la forma de esconder las marcas que se veían en caso de usar una camisa con los primeros botones abiertos.

Ella se despertó escuchando el agua de la ducha correr. Se estiró antes de frotarse los ojos con una sonrisa. Se levantó recolectando la ropa que había llevado el día anterior para poder vestirse tras la ducha. Se miró en el espejo de la habitación para ver que el chico había dejado una marca justo junto a uno de sus pechos. Tendría que descartar algunos vestidos, aunque tampoco pensaba utilizar ninguno de aquellos para la celebración de aquella noche.

Se había levantado para poder llegar a la Torre de los Vengadores y seguir durmiendo allí (no quería dejar al chico solo allí, sin hacer nada. En la Torre podía entrenar con el resto). Entre las horas de sueño perdidas aquella noche, el cansancio acumulado y la lesión que a pesar de haber sanado seguía pasando factura (psicológicamente hablando), se sentía como un prezoso.

Al ver al chico entrar con una toalla y el cuerpo húmedo sonrió. Dejó un casto beso en sus labios. Bostezó una última vez antes de hablar. Le parecía increíble haber llegado a aquello. Lo de la noche anterior había sido mágico, había conseguido esperar a Steve y él no se había sentido intimidado por todo aquello.

—¿De dónde sacaste la toalla? — si había una toalla podía haber un cambio de ropa limpio. Y prefería la ropa limpia.

—Hay otra en el armario del baño, cuando decidí hablar con el propietario de la casa para comprarla me tomé la libertad de traer un par de cosas. Hay dos cambios de ropa mía en el armario. Puedes usar uno si quieres — asintió yendo hacia el baño guiándose por las indicaciones universales (al fondo a la derecha).

Al salir se encontró un cambio de ropa en la habitación, una camisa de Steve y unos pantalones cortos de la chica que solían estar en la casa de DC del chico. Se había tomado la libertad de traer sus pertenencias. Se vistió con la camisa notando como el olor del perfume del chico la rodeaba. Sonrió como una idiota al sentirse completamente cómoda. Amaba sus camisas. Amaba aquellos detalles tontos. Quería a Steve, en general.

Al bajar se encontró al chico haciendo el desayuno, se rio al verlo con una camisa abrochada hasta el último botón. Por supuesto, las marcas que ella misma había creado no habían pasado desapercibidas a su vista. Aunque no iba a comentar nada si él no lo hacía.

Tras esa comida fueron a la Torre de los Vengadores, Steve había decidido prescindir de la carrera matutina. Al llegar les recibió Stark con una mirada divertida.

Resiliencia | Steve Rogers (LRDLE 2#)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora