Capítulo 4 (II parte)

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 Es importante que sepáis que este capítulo tiene contenido sexual explícito por lo que, si no os gusta este tipo de contenido pasad directamente al siguiente capítulo. ______________________________________________________________________

Se lanzó a besar al chico de manera apasionada. Le daba igual lo que pensara. Estaba hasta las narices de esperar, de ser una santa. Deseaba al chico, al verle había pensado que era guapo, al conocerle que era majo. Después comenzaron a salir como amigos y se dio cuenta de que quería llegar a algo más.

Tras empezar una relación con él trató de molestarle lo menos posible. Tenía miedo de sobrepasar cualquier barrera que pudiera tener un hombre como él. La primera persona que había querido había coincidido con un momento malo, ¿cuánto podía ignorar el rubio esa parte salvaje que todo ser humano llevaba?

Rebecca descubrió que podía ser el humano con más paciencia de la Tierra, por el contrario, ella no aguantaba más. Por mucho que lo intentara la atracción que sentía por el chico se había disparado en los últimos meses y, si él quería...

—Becca — susurró él separándose un segundo. Ambos tenían las pupilas dilatadas, su mirada mostraba lo que le gustaba aquello, pero seguía siendo Steve Rogers y necesitaba ser inseguro de vez en cuando — si me besas así... No creo que pueda controlarme

—No quiero que te controles — respondió ella dándole el pistoletazo de salida a una sonrisa marca Steve Rogers. Esas que se quedaban marcadas en su memoria.

La respuesta del chico fue besarla de la misma forma bajando sus manos a su cintura. Ella sentía cómo sus manos quemaban aún a través de la ropa. Al poco tiempo saltó para colgarse de las caderas del chico. Él bajo sus manos al culo de la chica, solo había llegado tan lejos una vez por una misión.

Steve se sentía raro mientras cargaba a su novia por el patio hasta la casa que compartirían. Parecía una escena de una película romántica mala (de esas que ponían en la tele los sábados y domingos a la hora de la siesta). Abrió la puerta con dificultad e hizo una parada en su camino a la habitación para poder cerrarla. Aprisionó el cuerpo de la chica contra la puerta para que se cerrara a la vez que la besaba.

Ella no se lo pensó dos veces antes de colar sus manos bajo la camisa del hombre. La sacó de su pantalón sin cuidado para poder sentir su tersa piel. Él se estremecía con el tacto de la chica de sobremanera. La casa aún estaba llena de papeles, todos los muebles con un trapo o papel para no llenarse de polvo.

Entendió que el chico conocía la casa cuando empezó a subir las escaleras, ¿hacía cuánto había empezado a buscar aquella casa? En aquel momento no le importaba mucho realmente, solo le interesaba el chico que la llevaba con el mayor cuidado del mundo. Aprovechó las escaleras para mirarle, observar y memorizar cada rincón de su cara. Sus ojos se habían oscurecido a pesar de seguir teniendo destellos azules.

—Antes de llegar a la habitación... Es mi prim — no le dejó terminar de hablar pues estampó sus labios contra los del chico. Le daba igual que fuera su primera vez, no le asustaba ni le molestaba. De hecho, le parecía hasta bonito saber que ella sería su primera vez.

—No me importa que lo sea, eso no cambia quién eres, Steve — la respuesta del chico fue parecida a la que había sucedido en la calle. En una oleada de coraje aprovechó que habían llegado a la habitación para levantar el vestido de la chica. Ella levantó los brazos dejando al chico obrar con ansias.

El rubio casi se atraganta al ver a la chica en ropa interior. Aquel conjunto de lencería de encaje negro hacía de la mujer frente a él una diosa. Ella se mordió el labio antes de volver a besar al chico con las mejillas sonrojadas por la intensa mirada del chico. Tiró la chaqueta de él con impaciencia. Después llevó sus manos a la camisa. Fue quitando los botones a tientas, tratando de no romper aquella prenda. Una vez consiguió quitársela la tiró en algún punto inconcreto de la habitación.

La siguiente prenda cayó y con ello estuvieron empatados. Ella se dejó deleitar unos segundos por la figura del chico antes de volver a besarlo. Lo tumbó en la cama con la lujuria plasmada en sus ojos antes de bajar a besar su cuello con delicadeza y rapidez. En algún punto del cuello hizo un chupetón sin darse cuenta. No lo pensó, luego tendría tiempo de arrepentirse.

El chico volvió a ponerse tras la morena cuando ella llegó a besar su abdomen, no sabía cómo actuar, que era lo mejor o no. Por lo que hizo lo mismo que había hecho la chica minutos antes. Viajó por su cuello escuchando la mezcla de sus respiraciones agitadas. Siguió bajando y al llegar a la zona en la que el sostén molestaba trató de quitarlo con rapidez, por desgracia, nunca había quitado un sujetador. En consecuencia, ella levantó su cuerpo para besarle unos segundos y de paso soltar la prenda.

Tragó fuertemente al ver la situación. La chica tumbada frente a él tal y como estaba. Él completamente excitado y salido de lo que solía ser Steve Rogers. Decidió dejar de pensar volviendo a la tarea que llevaba a cabo minutos atrás. Jugó con los pechos de la chica sin saber que hacer realmente. Aunque como ella soltada algún que otro gemido supuso que iba bien encaminado.

Lo que no se esperó fueron las manos de la chica bajando su bóxer cuando decidió que el viaje había terminado (había vuelto a besarla con paciencia, ella entendía con esa acción que le daba vergüenza). Y no solo eso, sino que ahora volvía a ser él el que tenía la espalda contra la colcha.

—Becca — susurró él sin saber qué hacer cuando la chica se levantó a buscar un preservativo en su bolso. Sin embargo, no se lo dio, lo dejó en la mesilla antes de volver a hacer el camino de besos que había hecho antes. El chico estaba tan cegado por la lujuria que aquella vez no le dio tiempo a quejarse cuando ella llegó al punto que quería.

Se metió el miembro del chico en la boca haciendo que los ojos del rubio se abrieran por la sorpresa, no hizo nada pues el placer que sintió cuando la chica comenzó a mover sus manos alrededor de su glande al compás de su boca supo que hiciera lo que estuviera haciendo la chica estaba bien hecho. Ella sonrió al ver al hombre con la boca entrecerrada, mordiéndose el labio a la vez que susurraba cosas incoherentes cada pocos minutos.

Tras un rato así ella sintió como él se corría en su boca, abrió sus ojos de nuevo. Tratando de entender si había hecho algo mal. Ella rio por la expresión del chico antes de volver a besarle con fuerza. Se besaron un rato más hasta que el chico volvió a estar lo suficientemente excitado. Ella había "perdido" las bragas por el camino.

—¿Listo? — preguntó dándole el preservativo al chico, luego entendió que no sabía que era aquello por lo que cogió el aparato y se lo colocó. Él miraba atento para aprender como colocarlo — Eso es para no tener niños, aunque yo tomo la píldora — explicó con la respiración agitada (cosa que hacia que su voz sonara entrecortada)

—¿Qué? — no podía esperar más por lo que sin responder al chico se autopenetró. La cara del chico en aquel momento era un poema, un precioso poema.

Se dejaron llevar por el fuego de aquel momento empezando un baile que duró unas horas más. El chico había perdido la timidez después de sentir el interior de la chica. Incluso había girado la situación para ser él que llevaba el peso del momento. Necesitaba agradecerle de alguna manera todo aquello a la chica.

Finalmente, tras caer juntos al abismo se arroparon con las sábanas de la cama. Ella se apoyó en su pecho desnudo mientras él la abrazaba de forma protectora. No entraba dentro de los planes de Steve, pero era una muy buena manera de estrenar la cama de su nueva casa. 

Resiliencia | Steve Rogers (LRDLE 2#)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora