Capítulo 8

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Aquello fue como una bomba

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Aquello fue como una bomba. Ella no se esperaba ser tan directa ni descarada. Aunque a su mente vino una frase que Steve le había dicho alguna vez. Tengo que ser delicado. Debo ser suave. Resulta que en los servicios especiales no te enseñan a ser suave*. Incluso él, que podía llegar a ser aquello que creía imposible, sabía aquello. Por eso tragó en seco antes de hablar. Porque él también había pasado una gran parte de su vida en servicios especiales. Cuando ella se levantó para irse él agarró su brazo con delicadeza y seguridad.

—Becca...— intentó allanar el camino porque no sabía cómo explicar el lío que tenía en su cabeza. No sabía cómo decir las cosas sin ser malinterpretado. Y aquello hizo que el corazón de Rebecca se estrujase, porque algo le decía que lo que escucharía no le iba a gustar.

—Steve, no hagas florituras — pidió con un anhelo que no había mostrado nunca anteriormente. Y al verla a los ojos antes de responder se dio cuenta de que su actitud había cambiado. La Rebecca frente a él estaba plantándole cara al miedo sin intentar evitarlo con mil tonterías. Estaba decidida a acabar por todas con lo que la atormentaba.

Entonces se imaginó en una situación parecida con Peggy. Por mucho que la amase, se dio cuenta de que nunca la había llegado a conocer lo suficiente. Era su primer amor y la quería muchísimo. Pero si tenía que elegir entre aquella época junto a la inglesa o quedarse en el presente...Se veía en el siglo XXI. De repente, se vio encontrando mil fallos a su época.

—No lo adornaré — respondió él cada vez más seguro de lo que diría — ninguno de los dos se merece que dé vueltas con esto — añadió dando a entender que le parecía bien que fuesen directos debido al tema que iban a desarrollar. Era demasiado serio como para intentar ignorarlo— No. No eres Peggy y nunca vas a serlo — asintió sin mostrar lo que realmente sentía. Rebecca sintió que su corazón empezaba a resquebrajarse, era increíble la capacidad que tenía para autosabotearse en las relaciones sociales. Por un momento se maldijo por soñar en llegar a algún puerto con el hombre frente a ella — ¿en serio no te das cuenta? — añadió él.

Ella alzó una ceja sin llegar a creer que el rubio fuese a rematar aquello. De todos los adjetivos que se le ocurrían sobre él ninguno era despiadado o cruel, pero si se atrevía a responder a aquella pregunta se convertiría en los primeros de aquella lista. Lo único que le aceptaría como bueno era que no la había tratado con pena a pesar de la situación.

—¿De qué me tengo que dar cuenta, Rogers? — al notar el cambio de actitud de la mujer se levantó para conectar bien sus miradas. Le superaba en centímetros, pero aquello no hacía que Rebecca se sintiese más pequeña. En la mente de la exagente allí iba acabar aquella idílica relación, cosa que le dolía. La casa era bonita y Steve la trataba bien a pesar de todo. Peggy solo le había dicho que dejase tiempo al hombre para que se aclarase. Y ella no había sido lo suficientemente paciente.

—No eres Peggy ni quiero que lo seas — aquello descolocó a Rebecca por completo. No sabía si aquella afirmación era buena o no, por ello dejó que hablase — si fueses Peggy no podrías haberme ayudado. Porque sabrías tanto de una Smart TV como yo. Más o menos — comenzó con una sonrisa tonta él. Cuando comenzó con su discursito la mujer se dio cuenta de hacia dónde iban los tiros y no supo si quería odiar a sus inseguridades o a Steve por tener una sonrisa tan bonita — Me has salvado la vida, me has ayudado, has estado para mí, has salvado NY y a miles de personas en Washington, intentaste no herir a Bucky por mí... — enumeró una a una las cosas que hacían de la mujer una persona excepcional — me has esperado. Cosa que es bastante teniendo en cuenta...— la mirada de Rebecca hizo que parase la frase y continuase. Ambos sabían por dónde iban los tiros y estaba claro que ninguno quería llegar ahí. La virginidad de la chica era cosa suya y el tiempo que hubiese tardado en acostarse con Rumlow era su problema. Y a Steve tampoco le hacía mucha gracia hablar del sexo, en general — El caso es que incluso sin haber hecho todas esas cosas por mí yo no me habría adaptado a este siglo. Has sido mi ancla al presente. Y no pretendo dejarte marchar, tengo miedo de perderme. Así que, nunca dudes de lo que siento por ti, Becca. Te quiero.

Resiliencia | Steve Rogers (LRDLE 2#)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora