Resiliencia | Steve Rogers (LRDLE 2#)

Capítulo 17

Se miró una última vez en el espejo. Llevaba un vestido suelto negro corto, con un poco de vuelo. Además, unas medias bastante gordas y unos tacones bajos del color del atuendo. Al otro lado de la habitación Steve se colocaba bien la camisa para darle la corbata a la chica. Sonrió de medio lado para ponerse frente a él, pasó la corbata por detrás del cuello del chico para anudarla de manera adecuada. Parecía mentira que dos días atrás aquello fuese a acabar. De verdad agradecía la tenacidad de Steve en aquellos momentos.

—¿Algún día me contarás qué soñaste? — susurró el rubio quien dudaba de lo que había soñado la chica que aún escondía el mechón de pelo que trataba de volver al color castaño habitual.

—No lo sé — respondió terminando de colocar la prenda, miró al chico de arriba abajo aprobando su look. El reloj del salón sonó dando la hora — coge la chaqueta, llegaremos tarde — el rubio asintió mientras veía a la chica salir. Sus pasos resonaron en la casa a la vez que bajaba las escaleras. La siguió a los pocos segundos, Steve fue el encargado de conducir. Para su suerte, llegaron a tiempo al entierro del mayor de los Maximoff. A Steve se le hacía raro que no fuese en una iglesia, aunque en ningún momento dijo nada.

En la puerta esperaba Stark junto a Vision y Thor. Todos vistiendo de negro. Al llegar se saludaron de manera sobria antes de ver como el coche fúnebre se acercaba hacia su posición. En el interior, iban Wanda y Crystal. Ambas mostraban los signos de dolor en su cara.

—Vamos — susurró el multimillonario, fue el primero que se acercó para poder ayudar a ambas chicas a evitar los focos de todos los periodistas que buscaban alguna noticia jugosa. Ella tapó su cara con las solapas de la chaqueta al igual que otra gran parte de sus amigos. Le siguieron para ver como el ataúd era introducido en el tanatorio, debían despedirse de quien había sido nombrado por los noticieros como quicksilver. Al no conocerse realmente, ellos habían decidido apoyar a las chicas, ella tenía más relación con Crystal, por ello se acercó a hablar con ella una vez todo hubo acabado.

—Crystal — ella tan solo se lanzó a abrazar a la morena. Ella había sido la única persona a la que la pelinaranja había querido hablar desde que se acabara la lucha en Sokovia (suponían que era por haber sido quien la había salvado). Lloraba manchando el vestido de Rebecca — te propongo una idea, sé que el curso ya ha empezado pero, si quieres ir un tiempo al instituto hasta estar más estable y alejarte de nuestro mundo...Eres libre de hacerlo.

—M-m...M-me lo pensaré — hipaba de manera contundente, se notaba que no sabía que quería realmente. Wanda, al otro lado de la habitación miraba a la nada, acompañada por Clint. Steve apareció en aquel momento para hacer compañía a la chica que cuidaba de Crystal como si de su hermana pequeña se tratase.

—Es tarde, deberíamos irnos. Mañana tendremos que ir a la nueva mansión. No quiero que Natasha llegue antes — el susurro del rubio hizo que ella asintiera entendiendo la necesidad del americano en ayudar a su amiga. Tras la batalla con Ultrón la persona que creía adecuada para ella había desaparecido en un quinjet. Nadie sabía nada del paradero de Banner, y aquello no hacía más que preocupar a la pelirroja.

—Está bien — se giró hacia Crystal quien miraba con una pena infinita el ataúd rodeado de flores, ella no sabía cómo decirle a aquella chica todo lo que realmente pasaba. Que era difícil aceptar una muerte, pero debía seguir adelante.

La muerte era parte del camino de cualquier persona, pero era aún más claro cuando te dedicabas a aquello. Ella había mirado a la muerte a los ojos en un gran número de ocasiones, por suerte siempre había salido victoriosa (y por lo general sus adversarios nunca acababan en sus brazos). Sin embargo, había visto muchas muertes, ella que sentía la energía vital era consciente de cuando desaparecía, cuando algo que tenía que estar allí ya no estaba. No sabía ser una buena hermana mayor o mentora, explicarla que no era su culpa; que era difícil, pero había hecho lo correcto. Comprobar que no hubiese nadie en ningún edificio antes de dejar la ciudad. Sabía que ella se culpaba por no haber creado un muro o haber desviado las balas, se culpaba por no haber sido lo suficiente rápida con su trabajo. No podía decirle que ella había acabado con toda su familia sin siquiera darse cuenta porque era duro, horrendo. Ser consciente de aquello le había robado noches de sueño. Con el paso de los días y la compañía de Steve, quien en aquella época solo era su amigo, consiguió superarlo.

Se prometió a si misma que controlaría su poder y que siempre estaría allí para el rubio, no podía permitirse otra cosa.