Issia
Una semana antes
Las manos de Tayler presionaron fuertemente mis brazos (justo sobre el lugar en el que estaban aquellas marcas que él mismo hizo la semana pasada). Estampó mi cuerpo sobre la pared del baño y me dejó sin ninguna escapatoria.
Lo observé con la mirada fría, con la misma que le hice desde que vi que comenzaba a acercarse a mí, después de que le dijera a sus hombres que me negaba a hablar nuevamente con él. Sin embargo no podía disimular lo asustada que estaba, lo temerosa que me colocaba esta situación y lo estúpida que me hacía sentir el no poder defenderme ni un poco.
Sus ojos estudiaban mi cuerpo, me veían decididos, sin ninguna clase de discreción. Me sentí asqueada, tanto que escupí su rostro sin miedo a su siguiente movimiento, todo con tal de intentar buscar una escapatoria que tristemente no llegó. Su reacción no me tomó por sorpresa, cuando después de limpiarse con el dorso de la mano, con esta misma jaló mi cabello de una manera tan brusca que provocó que un pequeño grito se me escapara desde el fondo de mi garganta, justo antes de que mi cabeza rebotara con el material de concreto tras de mí.
Eso no fue nada a comparación con lo que me dolieron sus palabras. Sus acciones, todo lo que me obligaba a pasar.
«Él solo te trata como te lo mereces. Eres una cualquiera, Issia» Ronroneó aquella despreciable voz dentro de mí.
Me tragué las lágrimas.
—¡Ya déjame! —grité con la voz rota, mientras intentaba golpearle los brazos con los puños, para que me soltara. No sólo quería rematar por cómo me trataba, también por lo que pasaba en mi cabeza por su culpa.
—Tú no entiendes, ¿cierto? —Tomó mi rostro con una de sus manos—. De ahora en adelante tú harás lo que yo diga, ya sea a las buenas o las malas.
—Y tú, no entiendes que no soy juguete de nadie. ¡Maldita sea! ¡Suéltame!
Mis manos presionaron nuevamente sus brazos cubiertos por una camisa celeste de manga larga. Y aunque trataba que mis movimientos fueran fuertes, a él parecían no provocarle pero ni siquiera cosquillas.
—No importa cuánto quieras defenderte o escapar de mí, de cualquier forma no te saldrás con la tuya.
Después de esas palabras, decidió soltarme y dar un paso atrás. Yo no me moví pero ni dos pasos, lo observaba mirarme con vanidad, estudiaba mi cuerpo como si se tratase de una tarea.
—Por hoy puedes irte, ya obtuve lo que quise.
Lo observé salir del baño mientras se arreglaba su camisa. No comprendí sus palabras, hasta que después de lavarme la cara y arreglarme el cabello, salí también con rumbo a la mesa en la que antes estaba, para buscar mis cosas.
«Patética»
Las respuestas a mis preguntas, llegaron en cuanto me tropecé con un tipo ebrio que empujó mi cuerpo y me hizo dar un paso en falso, justo frente a un cuerpo que aunque no quisiera, conocía bien. Subí la vista con la esperanza de conseguir alguna clase de alivio, sin embargo esta en lugar de regocijarme, su mirada ni siquiera llegó. Me esquivó como si fuera una chica más, como si las palabras de aquel sábado cuando me devolvió el celular, nunca hubieran existido.
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Hasta que lo olvide
RomanceIssia está rota. Acomplejada a las desgracias y la oscuridad, pero no es hasta que lo conoce a él, que al fin presencia lo que se siente ser derrotada. Luego de años de vivir sumida en medicamentos y clínicas para tratar con todos los traumas psicol...