Collins
—Aún no me has dicho porqué comenzaste a llorar mientras nos besábamos —recordé, mientras apartaba un mechón de cabello de su rostro, para colocarlo detrás de su oreja.
Ambos nos encontrábamos recostados sobre el suelo, cerca del balcón, con una manta que tomé de mi habitación y algunas almohadas de mi sofá. La chica de ojos ambarinos ahora estaba más calmada y cada segundo parecía querer dormirse, sin embargo mantenía su mirada en la mía todo el tiempo, con su cabeza recostada sobre uno de sus brazos y su cuerpo de costado. Se veía tan frágil que era imposible imaginar que un rostro tan dulce sería capaz de manipular de esa manera y mentir tan perfectamente como ella lo hacía.
—Mis inseguridades son casi siempre mayores que yo. La gran mayoría del tiempo, son ellas las que dominan mi cabeza — Lanzó un bostezo.
Mantuve el rostro neutro, para mantenerla tranquila.
—Está de más preguntar que lo que pasó por tu cabeza en ese instante, fue que sólo buscaba meterme entre tus piernas, ¿no es así? — Asintió sin ninguna sola emoción en su rostro —. Eso es idiota, muñeca. Si fuera verdad, yo no estaría sentado contigo viendo la luna a través de un cielo nublado, sin intentar nada. Tampoco hubiera perdido tanto tiempo cortejandote; y mucho menos, estaría dispuesto a tanto por ti.
—¿Estás diciendo que enamorarme es perder tu tiempo? — esbozé una sonrisa en cuanto ella terminó de gesticular semejante pregunta.
—Contigo y por ti, cada segundo vale la pena.
Entonces volví a besarla, pero siempre manteniendo la postura y sin olvidar mis principios; me deleite del sabor de sus labios y de poder mantenerla tan cerca de mí sin que tuviera miedo.
—No quiero anclarte a mí por compromiso —soltó de pronto, mientras colocaba su frente sobre la mía—. Quiero... quiero que recapacites bien tu decisión. No quiero que digas tantas cosas por obligación o incluso por pena. Estás en todo tu derecho de irte, de dejarme ahora, cuándo aún no estamos amarrados al otro de manera sentimental y tan fuerte.
—Quiero quedarme porque mi corazón sabe que contigo caminar al lado de mis miedos será más fácil. Quiero hacerlo porque se que me harás bien. Quiero quedarme a tu lado, muñeca.
....
Pero no le dije toda la verdad ayer por la noche, no fui capaz de pronunciar lo que le seguía a esa oración. No le dije que ella me asustaba; no me atreví a decirle que una parte de mí, comenzó a desconfiar de ella y a creer que no era la chica ideal para compartir mi vida. Porque había algo en mí que me decía a gritos que Issia Haynes sería todo menos un camino de rosas. Ella era mala, era misteriosa y oscura. Eso me asustaba, pero también me atraía. Me atraía de maneras en las que jamás alguien lo había hecho —Y había que decir que fueron bastantes—. Ella me hacía distinto a pesar de todo. Me hacía creer que todos podemos cambiar, pero no necesariamente para bien.
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Hasta que lo olvide
RomansIssia está rota. Acomplejada a las desgracias y la oscuridad, pero no es hasta que lo conoce a él, que al fin presencia lo que se siente ser derrotada. Luego de años de vivir sumida en medicamentos y clínicas para tratar con todos los traumas psicol...