Capítulo 45

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Collins

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Collins

Yo

¿Qué se le puede regalar a alguien que insiste en no desear nada?


Llevaba más de media hora de darle vueltas al centro comercial y no encontrar nada que pudiera comprarle a Issia.

Corbin
"Ropa. Un reloj. Un bolso. Accesorios. Las mujeres son predecibles, homo sapiens. "

Leí su mensaje dos veces, sintiendo como mis labios formaban una fina línea.

Su respuesta llegó de inmediato.

Corbin

"Sólo piensa en algo que utilicé muy seguido y que parezca gustarle."

¿Algo que utilizara seguido? Issia utilizaba todos los días ropa y zapatos. Quizás podría comprarle algo de eso, pero no sabía su talla, ni mucho menos estaba seguro si tenía buen gusto en ropa de mujer.

Si bien ambos vestiamos formal muy seguido, los diseños y estampados eran distintos.

¡Maldita sea! Esto era más difícil de lo que imaginé.

Seguí caminando; pasé por varias vitrinas que exhibían ropa y accesorios femeninos, pero definitivamente aunque varias cosas me parecían monas, ninguna me encantaba.

Pasé de largo las joyerías, porque Issia nunca usaba ni aretes, ni coyares, ni pulseras, mucho menos anillos. De hecho, ahora que lo analizaba, siempre llevaba consigo relojes de distintos estilos.

¡Eso era!

¡Un reloj! ¡Le compraría un reloj!

Me dirigí entonces hasta un local que había visto hace unos minutos, con una sonrisa llena de satisfacción. Observé varios estilos y modelos, y después de tanto, al fin conseguí uno que estaba seguro le encantaría.

Era de cinta blanca, con pequeños adornos dorados en forma asimétrica en ella. En la orilla del reloj, pedí que pusieran una I y una C enlazada, junto a la fecha de mañana, el día de su cumpleaños número veintidós.

Me gustó porque el reloj podía girarse, y al hacerlo, dejaba a la vista un espacio para colocar una fotografía, como si fuese un relicario. Instantáneamente, sonreí ante el recuerdo de una de las únicas fotografías que teníamos juntos. Jane nos la tomó minutos antes de que Issia decidiera ir al baño, cuando encontró a su padre y esté provocó un ataque de pánico en ella.

Aún no sabía que era lo que habían hablado, pero según Henry, intercambiaron varias oraciones, en un tiempo de aproximadamente cinco minutos.

Al final del viaje, al menos hubo algo bueno en él —además de la convivencia con el resto de su familia y el tiempo de calidad con mi muñeca—, terminé por ser yo quien le diera un golpe a Henry por permitir que ese hombre se le acercará a su prima.

Hasta que lo olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora