Capítulo 23

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Issia

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Issia

Me observé en el espejo, esperando encontrar el valor necesario para enfrentarme a algo que hasta hace unos minutos, estaba muy segura de que iba a cumplir.

Collins me esperaba en la sala, al lado de Patrick, quien también insistió en que no debía dar excusas, ni respuestas acerca de mi momento de debilidad, al menos no ahora. Ambos querían que descansara, que dejará todo para más tarde, pero lo que ambos no sabían era que si no hacía esto ahora, mañana olvidaría el dolor y hablar ya no tendría ni un solo sentido.

Había optado por cambiarme de ropa, utilice algo que me hiciera sentir cómoda.

Llevaba encerrada en mi habitación más de diez minutos y de esos, solo utilice uno para colocarme un traje deportivo y unas zapatillas de correr. 

Le di un último vistazo a mi reflejo y tengo que admitir que más bien parecía que intentaba encontrarme entre ese rostro roto, esa mirada derrotada y esas facciones destruidas. Me veía allí, con la misma complexión de toda la vida, con ese cuerpo delgado bien proporcionado, pero no tan bien dotado. Con ese cabello castaño lacio y largo hasta la cintura, esa piel dorada por el sol y esos ojos que a veces parecían ser de oro y otras veces de polvo. Esos labios que me ayudaban a darle brillo al rostro, por el color rojo que poseían; esa nariz pequeña y afilada que más de una vez me puso en duda si me faltaba carne o quizás piel. Esos pómulos elevados que me hacían ver demacrada y que fueron la causa que en más de una ocasión me preguntarán si no comía bien. Esas cejas pobladas. Esas pestañas que rizaba cada mañana y que ahora parecían ser como el techo de las chosas campestres. Y por último, esa altura que por muchos años me hizo creer que era un fenómeno y ahora me ayudaba a ver más arriba que otros.

Salí después de examinarme y sin ninguna emoción en el rostro, llegué hasta donde ciertos murmullos atravesaban las paredes. Allí, en la sala estaban los dos sentados al lado del otro, mientra sus bocas se movían tan suavemente al intercambiar palabras. Quizás fue mi conciencia o mi falta de seguridad, la que me hizo confiarme que hablaban de mí. Tampoco fue como si hubiese querido investigar, para ser sincera no quería más martirios por esta noche. En cuanto levantaron la vista y me vieron de pie en el pasillo, dejaron de hablar y se observaron como si con los ojos pudieran advertir que su plática seguiría para más tarde, o tal ves mañana, cuando yo no estuviera presente.

Patrick fue el primero en levantarse.

  —Creo que voy a irme a mi habitación, para que se sientan más cómodos al hablar.

—No es necesario—respondí, elevando mi mano en señal de alto—. Quiero hablar en otro lugar. ¿Vamos, Collins? — El mencionado intercalo su vista entre mi mejor amigo y yo, y luego de levantarse del sofá, señaló con su cabeza hacía la puerta de salida.    

 —¿Estás segura que quieres hacer esto? Collins puede esperar por una explicación—murmuró Patrick, sosteniendo mi brazo, justo antes de que logrará caminar detrás del chico de ojos azules y chaqueta oscura.

Hasta que lo olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora