Capítulo 47

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Issia

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Issia

Hubo un momento en mi vida en que me sentí succionada por un abismo en el que no existía salida y por el cual jamás volvería a ver la luz; mas no fue así, porque aunque lo creí por mucho tiempo, la compañía de Patrick me ayudó a librarme de toda esa oscuridad. Su amistad siempre evito que mi cordura se viniera en pique, porque aunque admito que Marcus siempre fue mi angel, Patrick fue mucho más que eso.

Con mi cuerpo enrrollado sobre el sofa de la sala de ese solitario departamento, descubrí que fue él siempre quien me mantuvo en pie. Tenía en cuenta que muy pronto la oscuridad iba a volver más fuerte que nunca, estaba segura de eso, eran cuestión de días, quizás, para que las voces de mis demonios dominaran mi cuerpo.

Me aterraba la idea, porque no quería volver a ese fango de escoria al que pertenecía, al que siempre fui destinada por mi desgracia. Quería ser fuerte y ganarle a mis miedos; deseaba con mi alma que los brazos y la compañía de Collins y Cameron me mantuvieran firme, pero también sabía que el dolor en mi pecho era irreparable, era un sentimiento que ardía y destruía todos los cimientos mal construidos en mi cuerpo y en mi alma.

Los recuerdos de su mirada destruida, de sus lágrimas llenas de decepción, de su voz rota y sus palabras hirientes y furiosas, al mismo tiempo, provocaban que mi cuerpo se convirtiera en un mar de llanto, sollozos y temblor constante.

Presioné más fuerte las uñas sobre las palmas de mis manos, hasta conseguir que la piel se me pusiera roja y amenazara con comenzar a abrirse y sangrar. Quería que ese dolor, de mutilar mi cuerpo, rompiera con el que provenía de mi pecho y me hacía sofocarme y dejar de respirar. Deseaba parar con ese dolor psicológico, pero no funcionaba, lastimarme no era suficiente.

Quería gritar, o quizás cortarme las cuerdas vocales para no volver a escuchar mi voz, esa maldita que llenó de mentiras a más de uno. Sí, eso era lo que quería. Porque me odiaba. Odiaba lo que había hecho. Odiaba quien era. Odiaba odiarme. Odiaba a Issia Haynes como a ningún otro.

Volví a lanzarme al suelo, cuando el dolor en mis palmas me obligó. Me sostuve de los codos y mis rodillas. Mi cabeza estaba a centímetros de golpear el suelo y por un segundo deseé hacerlo para quedarme inconsciente y olvidar; eliminar de mi mente quien era y que había hecho.

Ya ni siquiera habían lágrimas que salieran de mis ojos, se habían acabado quizás, y eso era peor, porque no se llevaron el dolor y tan sólo me dejaron con ganas de continuar ahogándome en mi misma.

Pronto sentí las manos tibias y suaves de Cameron sosteniendo mi cintura para levantarme, la vi entre la melena de cabello que cubría mi rostro y cuando encontré mi reflejo en sus ojos, no vi más que las sobras de lo que era. Vi allí a la chica de catorce años que no era capaz de dar un paso sin revivir lo que pasó en el lago. En ese reflejo también estaba la Issia de diecisiete que tomó el auto de su padre e intentó quitarse la vida lanzándose junto él, al mismo lago en el que murió su madre.

Hasta que lo olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora