Collins
La aguda voz de Dakota se repetía una y otra, y otra vez, mientras yo casi corría como un loco detrás de Issia.
"Tú y ella están muy lejos de tener una historia perfecta"
Podía sentir como el aire a penas y me cabía en los pumones, me era imposible correr como era debido y un maldito escalofrío me recorría el cuerpo entero a cada minuto.
Sabía que venir sólo provocaría más problemas, tenía en claro que ella me mandaría al diablo, pero quería recuperarla, la necesitaba más de lo que ella se imaginaba. No soportaba estar un segundo más sin poder tocarla, sin no poder abrazarla y sentirme tibio con su calor. Con su presencia. Extrañaba a mi muñeca y sabía que ella también lo hacía, pero que difícilmente iba a perdonar la canallada que cometí.
Porque lo tenía en claro, la había cagado grandemente. Sólo a mí se me ocurría irme del departamento al lado de mi ex, sin decirle nada a mi pareja actual. Era tan estúpido.
Y vaya que Issia tenía razón, fui un cobarde al no dar la cara, al no buscarme un tiempo en mi nuevo horario —ir a trabajar, luego al hospital, a casa de Luisa a cambiarme y de regreso al hospital—. Pero nunca imaginé que ignoraría todos mis mensajes y rechazaría cada llamada que hiciera para dar una explicación. Una que ya salía sobrando.
Las personas en el bar se volteaban con rostros curiosos, una vez más, para ver nuestra pelea. Quería evitarlos, pero estaban a cada paso que daba. ¡Dios! Habían demasiadas personas, tantas que la cabellera de Issia casi se perdía de mi vista.
No voy a mentir, hacerme paso tampoco era tan difícil, considerando que Patrick y Cameron también salieron corriendo al encuentro de la chica de ojos ambarinos.
Cameron me dio una mirada triste, como pidiendo disculpas, en cuanto Issia salió corriendo. Se que se sentía tan culplable como yo y es que no era para menos, en especial cuando fue ella la de la idea de reunirnos aquí, luego de encontrarme parado frente a la puerta del apartamento 9D. En ese instante era el mejor plan de la historia.
Yo vendría, hablaría con mi muñeca, me pondría de rodillas si fuera necesario y luego esperaría por al menos una sonrisa de su parte (que iluso era). No se cómo no preví esto. ¿Cómo fue posible que en todas las escenas de mi cabeza no estuviera está?
En estos pequeños momentos era cuando más extrañaba a Corbin, él siempre tenía un buen consejo para mí. Lo extrañaba tanto.
Tragué duro para no hacerme trizas frente a tantas personas, intenté despejar de mi mente todos esos recuerdos, desde el momento en que Luisa me informó del infarto de su esposo, mi mejor amigo, hasta el infierno que nos siguió estos días.
Y es que, quería creer que Issia me daría su mano en apoyo, porque tendría que ser de hierro para no necesitar esa clase de afecto. Y me dolía, me quemaba que ella no quisiera ni siquiera escucharme. Debía decirle mis preocupaciones, hablarle de lo mal que la estaba pasando, de lo difícil que era sobrellevar esta situación.
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Hasta que lo olvide
RomanceIssia está rota. Acomplejada a las desgracias y la oscuridad, pero no es hasta que lo conoce a él, que al fin presencia lo que se siente ser derrotada. Luego de años de vivir sumida en medicamentos y clínicas para tratar con todos los traumas psicol...